Durante décadas, esta obra maestra de uno de los mayores genios de la pintura universal, Francisco de Goya y Lucientes, estuvo colgada sobre una chimenea, en el salón principal del suegro de Esperanza Aguirre, en la planta de arriba del famoso palacete donde residen la expresidenta de Madrid y su marido, Fernando Ramírez de Haro.
El hombre del cuadro se llamaba Valentín Belvís de Moncada y Pizarro, marqués de Villanueva del Duero, teniente general del Ejército de Carlos IV y grande de España. Es uno de los antepasados de la aristocrática familia política de Esperanza Aguirre.
La pintura no está firmada, como gran parte de la obra de Goya. Pero ya no hay duda sobre la autoría de un retrato que Ignacio Ramírez de Haro –el conde de Bornos, suegro de Esperanza Aguirre– tuvo en su casa toda la vida, sin ser consciente de su verdadero valor.
El suegro de Aguirre murió en octubre de 2010. Y un año y medio después, en marzo de 2012, la familia encargó un peritaje del cuadro para intentar conocer su autoría. Fue un triple milagro. El primero: descubrir, en pleno siglo XXI, que ese retrato del salón era en realidad una obra inédita de Francisco de Goya, como la familia había sospechado alguna vez. El segundo: que una noticia así se mantuviera en secreto, y no trascendiera hasta muchos años después.
El tercer milagro: que, tras el descubrimiento de un nuevo Goya, ninguna de las administraciones obligadas por las leyes que regulan el patrimonio histórico español movieran un dedo para proteger este cuadro.
Ni la Comunidad de Madrid ni el Gobierno central iniciaron los trámites para incluir esta importante obra en el catálogo de bienes culturales protegidos. Aún hoy, nueve años después, no consta su existencia en el Inventario General de Bienes Muebles del Ministerio de Cultura, ni tampoco en el Registro de Bienes Patrimoniales de la Comunidad de Madrid. Esta obra maestra de Goya sigue sin estar protegida como Bien de Interés Cultural, un registro en el que figuran 168 obras atribuidas al pintor aragonés.
La pintura, tras su descubrimiento, ha colgado de las paredes de la National Gallery de Londres, en una exposición de retratos de Goya en 2015. Pero nunca se ha exhibido en un museo español.
“Es uno de sus mejores retratos, una obra que ha permanecido oculta a los ojos del público durante décadas”, escribió sobre este cuadro Xavier Bray, comisario de esa exposición de la National Gallery sobre Goya, y uno de los mayores especialistas internacionales en pintura española: “Está pintado entre 1795 y 1800, en la cima de su carrera, y es uno de sus retratos más sensacionales”.
Cuando se descubrió que este cuadro era una importante obra de Goya, en marzo de 2012, Esperanza Aguirre era la presidenta de la Comunidad de Madrid. Ignacio González, su vicepresidente, era también consejero de Cultura. Y José Ignacio Wert era el ministro de Educación, Cultura y Deportes, en el Gobierno de Mariano Rajoy.
Aguirre también ha sido antes ministra de Cultura. Tanto ella como su marido han declinado contestar a las preguntas de elDiario.es.
Solo cuatro meses después del hallazgo, el 18 de julio de 2012, Fernando Ramírez de Haro vendió el Goya al empresario Juan Miguel Villar Mir. Una compraventa que hoy está en los tribunales y en la que también participó su mujer, Esperanza Aguirre, con la que está casado en régimen de gananciales. El pago llegó a una cuenta corriente de la que ambos son cotitulares.
elDiario.es ha logrado reconstruir cómo se realizó la compraventa de este cuadro, una exhaustiva investigación que publicaremos en varias entregas y donde desvelaremos varios documentos desconocidos de esta sofisticada operación que salvó de la quiebra a Esperanza Aguirre y a su marido.
Es la historia de un Goya inédito que, aún hoy, a efectos oficiales, sigue siendo casi un fantasma para las administraciones que pueden protegerlo.
Sotheby's avisó de que un Goya protegido es menos rentable
“Lo guardaban como el Goya de la familia, pero mi experiencia es que casi todas las familias de España piensan que tienen un Goya y en la mayoría de los casos no es así”, asegura James Macdonald, director de ventas de pintura antigua de la casa de subastas Sotheby's, en una entrevista en vídeo que realizó hace cinco años Ars Magazine, una revista especializada en arte. “Los propietarios se pusieron en contacto con Sotheby's. Nos mandaron una foto del retrato y la calidad de la obra era ya evidente”, recuerda Macdonald, que fue una de las personas clave en la venta de este cuadro.
Tras ver la foto, a principios de marzo de 2012 James Macdonald viajó a España para valorar el cuadro en persona, en la primera planta del mismo palacete en el centro de Madrid donde viven la expresidenta y su marido. Allí comió con la suegra de Aguirre y uno de sus hijos. “Nos encontramos en una casa preciosa, antigua, con una familia encantadora; entramos en el salón principal y encima de la chimenea estaba este Goya”, explica Macdonald en esa misma entrevista. “Me di cuenta inmediatamente de que era una obra maestra, no solamente un cuadro de Goya, sino un cuadro precioso, de una calidad extraordinaria; un cuadro inédito del gran maestro aragonés”.
Tras su visita al palacete familiar del conde de Bornos, James Macdonald trasladó el cuadro a las oficinas de Sotheby's en Madrid, donde varios técnicos del Museo del Prado inspeccionaron la obra. En ese grupo de expertos estaba Manuela Mena: una de las principales especialistas mundiales en el maestro aragonés, entonces jefa de conservación del siglo XVIII y Goya del Museo del Prado. Mena fue la persona que certificó que uno de los cuadros más populares de Goya, 'El Coloso', era “casi con toda seguridad” obra de uno de sus discípulos.
Después de esa primera inspección de los especialistas del Prado, Macdonald envió el 9 de marzo de 2012 un detallado informe a la familia política de Esperanza Aguirre, donde Sotheby's valoró el cuadro con un precio de ocho millones de euros, tomando como referencia otras pinturas de Goya vendidas en los últimos años. Macdonald proponía pedir un precio mínimo de siete millones.
En ese informe, hasta ahora desconocido, al que ha tenido acceso elDiario.es, Macdonald recomienda a la familia política de Esperanza Aguirre vender el cuadro en España y no optar por una subasta internacional. Esgrimió dos motivos: porque creía que la licencia necesaria para sacar el cuadro de España sería denegada y porque el negocio con la venta sería mucho menor, ya que la obra quedaría catalogada como lo que siempre ha sido: parte del patrimonio histórico español.
“El riesgo de solicitar una licencia de exportación es que el cuadro sería declarado casi con toda seguridad Bien de Interés Cultural (BIC), lo que lo haría mucho menos atractivo para posibles compradores dentro de España por las diversas obligaciones que acompañan a la propiedad de una pintura protegida”, asegura Macdonald en este informe de tasación. Que el cuadro se protegiera como Bien de Interés Cultural (BIC) añadía otro problema que Macdonald recalca en el informe: “Los no despreciables impuestos de transmisión de la parte vendedora”.
¿A qué impuestos se refiere James Macdonald? elDiario.es ha contactado con este directivo de Sotheby's, que hoy es uno de los principales ejecutivos en todo el mundo de esta casa de subastas. Macdonald ha rechazado contestar.
La Ley del Patrimonio Histórico Español obliga a las administraciones a proteger como bienes de interés cultural aquellas obras que forman parte del patrimonio histórico, como este cuadro. Es una competencia que está transferida: son las autonomías quienes tienen que realizar esta declaración cuando aparece una obra de estas características, como ha ocurrido recientemente con ese posible cuadro del pintor italiano Caravaggio que iba a ser subastado en España.
Cuando una obra de arte está listada como 'Bien de Interés Cultural' no paga, en teoría, más impuestos con su venta, según explica a elDiario.es un abogado experto en derecho tributario. El riesgo económico es otro: que si la obra está protegida, el valor es transparente para el Estado. La ley obliga a los vendedores a comunicar al Ministerio de Cultura cada compraventa al detalle, con el precio pagado, siendo conocido su valor real por tasaciones oficiales. Que una obra esté protegida como un Bien de Interés Cultural provoca, por tanto, que tenga una mayor carga tributaria difícil de evitar mediante la ocultación de parte de su precio.
En Madrid, según la Ley de Patrimonio Histórico de la comunidad, es el Consejo de Gobierno el que tiene la obligación de realizar esta declaración de 'Bien de Interés Cultural' para proteger este tipo de obras. Un Consejo de Gobierno que, en aquel momento, presidía Esperanza Aguirre. La misma persona que se lucró con la venta de ese Goya.
El Museo del Prado evaluó la obra
Para conseguir el mayor beneficio de la venta, el directivo de Sotheby's James Macdonald proponía en su informe dos opciones: ofrecer el cuadro a coleccionistas privados o vendérselo al Museo del Prado.
Según ese mismo informe, Manuela Mena –la jefa de conservación del Museo del Prado– era partidaria de comprar el cuadro, “lo que demuestra la alta consideración en la que tiene esta obra”, explica por escrito Macdonald. “Pero el director del Prado no considera una prioridad comprar más obras de Goya, salvo que sean de gran importancia histórica”. Para el director de Sotheby's, el momento de crisis económica –era el año 2012– complicaba la venta al Estado por los recortes presupuestarios. “El Prado no quiere dar la imagen de que se gasta el dinero de los contribuyentes en compras de arte en un momento de grandes dificultades económicas”.
“También creo que desde un punto de vista estratégico sería inteligente ofrecer el cuadro en primer lugar al Prado, dado que no tengo duda de que Manuela [Mena] estaría agradecida de tener la oportunidad de comprarlo y así, en el caso probable de que no diese resultado, no sentiría resentimiento si el cuadro se vendiese posteriormente a un coleccionista privado en España”, recalca Macdonald en su informe.
Manuela Mena, que dejó el Prado en 2019, confirma que pudo ver el cuadro en la oficina de Sotheby's, junto a otros técnicos del Museo. “En aquel momento nosotros no sabíamos quiénes eran los propietarios”, asegura a elDiario.es: “Las casas de subastas nunca dicen quién es el dueño de los cuadros que venden”. Para Mena, el cuadro “es interesante” –“mucho más antes de la restauración, que fue demasiado agresiva”– pero no cree que sea imprescindible en la colección del Prado, que cuenta con 150 obras de Goya.
El organismo que decide los cuadros que compra el Museo del Prado es su Real Patronato, donde están representadas las distintas administraciones públicas y los principales patrocinadores privados. En aquel momento, formaban parte de ese patronato empresarios como César Alierta o Isidro Fainé. Y hay varios miembros natos, en función del cargo público que ocupan. En 2012, Ana Botella formaba parte del patronato como alcaldesa de Madrid. José Ignacio Wert, como ministro de Cultura. Y también la presidenta de la Comunidad de Madrid: entonces Esperanza Aguirre.
Pero la posibilidad de comprar un nuevo Goya no se llegó siquiera a discutir por ese Patronato en el que estaba Esperanza Aguirre. Los vocales nunca fueron oficialmente informados de que existía esa opción.
Miguel Zugaza, que entonces era director del Museo del Prado, explica a elDiario.es que el museo no estudió formalmente la compra y que por eso no se informó al Patronato porque “el cuadro no estaba inventariado y por tanto el Estado no tenía derecho de tanteo”. “Siendo un cuadro interesante, tampoco creo que hubiera sido una prioridad para el museo”, recalca.
El 24 de abril de 2012, el cuadro llegó incluso a entrar físicamente en el Museo del Prado en una visita privada horas antes de que abriera sus puertas al público, “para hacer una comparación con otros de Goya”, como recuerda James Macdonald, de Sotheby's, en una vieja entrevista. “Nos paramos enfrente del retrato del duque de Alba, que es también de 1795, y comentamos las similitudes entre los dos cuadros”. En esa visita, según Macdonald, estuvo también presente Juliet Wilson Bareau –otra de las principales especialistas internacionales en Goya–. Y también Manuela Mena, que asegura que “no lo recuerda”, pero que “este tipo de visitas por parte de coleccionistas privados y estudiosos son habituales”.
Durante esa visita al Prado, el cuadro no fue restaurado, según dice un portavoz del museo. Pero, según figura en el registro del museo, sí se le realizó una radiografía y otras pruebas técnicas para comprobar su autenticidad.
El comprador, Juan Miguel Villar Mir: “Faltaba algún papel”
El comprador acabó siendo un conocido empresario, fundador de la constructora OHL y ex vicepresidente del Gobierno de Arias Navarro: Juan Miguel Villar Mir.
“La obra la vio Manuela Mena muchas veces y los de Sotheby's también trajeron a Juliet Wilson Bareau, que es la mayor experta de Goya del mundo”, explica a elDiario.es Juan Miguel Villar Mir. “Todos nos dijeron que era un retrato de Goya excepcional y que teníamos mucha suerte de comprarlo”.
–¿Por qué el cuadro no ha sido declarado como Bien de Interés Cultural y no aparece en ningún inventario oficial?
–Juan Miguel Villar Mir: “Se dejó de hacer algún papel de los que había que hacer en el momento de comprarlo. Se está resolviendo en este momento. Está trabajando en ello la persona que nos asiste en los temas de los cuadros y, efectivamente, faltaba algún papel que había que presentar en el Ministerio de Cultura. Creo que en estos días se ha debido regularizar”.
–¿En qué consiste esa comunicación ante el Ministerio de Cultura?
–Juan Miguel Villar Mir: “En cada una de estas operaciones, el Estado tiene derecho de tanteo, al ser un Bien de Interés Cultural. Y eso es lo que la familia vendedora no tenía bien hecho. Nosotros cuando compramos hicimos lo que nos dijeron nuestros abogados, pero lo habían hecho también incompleto. Y ahora se ha completado esa formalización con el Ministerio de Cultura. Son solo papeles”.
Villar Mir niega que haya vendido la obra al Banco Santander, como han publicado recientemente algunos medios. “El cuadro sigue siendo nuestro”, asegura. “Lo que hemos hecho con este y otros cuadros es una dación en pago, pero con una opción de recompra y un interés muy bajo; los podemos recomprar hasta dentro de tres años”. “Es una especie de crédito con la garantía de los cuadros”.
El retrato hecho por Goya, según ha podido confirmar elDiario.es, se ha valorado para esta operación financiera en ocho millones de euros. Casi tres millones más que en la primera venta, realizada por Fernando Ramírez de Haro en 2012.
5.115.600 euros en un cheque ingresado en la cuenta de Aguirre y su marido
La venta del Goya se cerró el 18 de julio de 2012, ante el notario de Madrid Jaime Recarte Casanova. El precio –tras descontar la comisión de Sotheby's– se conoció años después, gracias a una investigación de elDiario.es. Aunque entonces no supimos todos los detalles.
En mayo de 2015, elDiario.es publicó que Esperanza Aguirre y su marido habían ingresado en una de sus cuentas un cheque de 5.115.600 euros el 25 de julio de 2012. Y pocos días después, infoLibre desveló que ese dinero respondía a la venta de un cuadro de la familia. En ese momento no se sabía que era un Goya, un dato que descubrió la revista Vanity Fair cuatro años después.
“El ingreso corresponde a la venta de un bien patrimonial de mi marido, que decidió vender para pagar parcialmente un crédito que tenía su sociedad, Savial, con el Banco Santander”, aseguró en 2015 Esperanza Aguirre. “El importe se dedicó a amortizar ese crédito. Como muchos empresarios, mi marido tuvo que vender sus bienes para salvar su empresa”.
Hace pocos días, el 8 de abril, uno de los cuñados de Esperanza Aguirre, el diplomático y dramaturgo Íñigo Ramírez de Haro, presentó una querella contra la expresidenta de Madrid y contra Villar Mir por la venta de ese cuadro. Es una ampliación de otra denuncia previa contra su hermano Fernando, el marido de Aguirre, al que llevó a los tribunales hace ya un año.
En esa querella, ante el juzgado de instrucción número 26 de Madrid, Íñigo Ramírez de Haro acusa a Esperanza Aguirre de tráfico de influencias, blanqueo de capitales, estafa, apropiación indebida, fraude fiscal y de delitos contra el patrimonio histórico de España, entre otros cargos. Todos ellos, por la venta de ese Goya familiar del que solo se lucraron la entonces presidenta de Madrid y su marido.
Un Goya para salvar a Aguirre y su marido de la ruina
El cuadro se vendió en un momento crítico para la situación económica de Esperanza Aguirre y su marido. En diciembre de 2011, Aguirre avisó a la familia de que su marido estaba en quiebra por las deudas que su empresa acumulaba con el Banco Santander.
Poco después, en enero de 2012, Íñigo Ramírez de Haro –quien hoy denuncia a Aguirre– viajó a Madrid con su mujer para interesarse por la situación de su hermano. Y ambas parejas comieron en el restaurante Pelotari, según recoge la querella contra la expresidenta de Madrid. Fue en esa comida cuando la familia decidió vender el cuadro.
“Llorando, Aguirre nos explicó que su marido estaba arruinado, y con serio riesgo de ir a la cárcel si no ponía remedio a la situación”. “La ruina de su marido provocaba la suya, al estar casados bajo el régimen de sociedad de gananciales. Y ni siquiera vendiendo sus propiedades podía hacer frente a las deudas contraídas”. “Los bancos no le renegociaban la deuda”, asegura en la querella Íñigo Ramírez de Haro.
Según su denuncia, fue en esa comida cuando animaron a Aguirre y a su marido para que intentaran vender el viejo retrato que siempre habían sospechado que podía ser de Goya, para así evitar la quiebra. Aguirre, en un primer momento, no le dio mucho crédito a esa posibilidad. Un historiador de arte, José Gudiol, había publicado en 1970 una fotografía en blanco y negro del cuadro en un catálogo de Goya, donde lo describía como “retrato de un militar”. Pero otro especialista, José Camón Aznar, había evaluado la pintura en esos años, descartando que se tratara de un Goya.
“Yo te digo que es un Goya como la copa de un pino”, le insistieron. Y la presidenta de Madrid, según la querella, intentó llamar a la gran especialista del Museo del Prado, Manuela Mena, a la que en ese momento no localizó, para “iniciar un peritaje del cuadro”. Una comunicación que Mena, a preguntas de elDiario.es, niega rotundamente que se haya producido: “Nunca he hablado con ella por teléfono”. Mena asegura también que no sabía quién era el propietario del cuadro cuando lo estudió en 2012.
El acuerdo entre todos los hermanos, según la querella que ha presentado Íñigo Ramírez de Haro, establecía que el dinero del cuadro serviría para sacar a la pareja del apuro. Y que más tarde, cuando muriera su madre, harían cuentas.
El 25 de febrero de 2019 murió la madre. Y fue entonces, según la querella, cuando el cuñado de Aguirre descubrió que su hermano Fernando lo había engañado, y que el matrimonio no pensaba compartir los cinco millones que pagó Villar Mir con el resto de los herederos. Ningún otro de los hijos del conde de Bornos ha visto un euro. Solo la expresidenta de Madrid y su marido se han lucrado con la venta de un Goya inédito cuya historia aún no ha terminado.
Segunda parte: El marido de Esperanza Aguirre simuló una donación para defraudar impuestos y apropiarse del Goya, según denuncia su hermano.