La estrategia del PP con Cataluña ha tenido varios altibajos en los últimos diez años. Los conservadores se han movido entre el ataque feroz contra las ansias soberanistas y las declaraciones de amor a la comunidad autónoma y sus habitantes.
Quizá la campaña más dura de Génova fue la que intentó por todos los medios desacreditar el Estatut, que acabó aprobándose en el Congreso en marzo de 2006 y fue recurrido después por el PP ante el Tribunal Constitucional. Federico Trillo y Soraya Sáenz de Santamaría fueron los que presentaron el recurso ante el alto tribunal
La aportación del PP andaluz en forma de cuña de radio vendía el Estatut como un agravio para los andaluces. Aunque Juan Ignacio Zoido y Javier Arenas la definieron como una campaña “en positivo y que no va contra nadie”, una pareja comentaba la imposibilidad de trasladarse a Cataluña sin que su hijo sufriera las consecuencias.
Otra, del PP aragonés, simulaba un diálogo en el que un ciudadano preguntaba cómo llegar a la Plaza del Pilar y la respuesta llegaba en catalán. “No a la imposición del catalán”, era el lema.
Todas las cuñas tenían el mismo final: “Porque Zapatero lo consiente y Chaves lo apoya. El pacto de Zapatero con el nacionalismo catalán perjudica a los andaluces”.
Ese año, el partido puso en marcha una recogida de firmas contra el texto que reclamaba un referéndum en toda España. Cualquier ocasión y sitio era bueno. “Tengo perfecto derecho a recabar firmas donde me dé la gana”, reclamó. La inauguró en Cádiz, junto al monumento a la Constitución de 1812. La pregunta para ese referéndum que exigía entonces a José Luis Rodríguez Zapatero era: “¿Considera conveniente que España siga siendo una única Nación en la que todos sus ciudadanos sean iguales en derechos y obligaciones, así como en el acceso a las prestaciones públicas?”. Las firmas acabaron en 876 cajas guardadas en un almacén del Congreso de los Diputados después de ser transportadas en palés hasta el pie de los leones. 4.020.000 ciudadanos, según el PP, estamparon su nombre.
“Los catalanes hacen cosas”
En vista de las acusaciones de catalanofobia, Génova decidió cambiar de estrategia. Unos años después, en 2010, ante las autonómicas de noviembre de ese año, los ataques se tornaron en elogios a Cataluña y los catalanes. El máximo exponente de ese giro se vio en la campaña “Nos gusta Cataluña/Ens agrada Catalunya”. En ella, Arenas elogiaba la capacidad de integración, Rajoy recordaba que sus hijos nacieron allí y que los catalanes “son emprendedores ... y hacen cosas”.
En un segundo vídeo de la misma campaña, alcaldes del PP insistían en las virtudes de la autonomía. Entre ellas, el alcalde de Salamanca, Alfonso Fernández Mañueco, destacaba que dos de sus sobrinas son catalanas. La alcaldesa de Elda, Adela Pedrosa, recordaba que en su época de diputada sus compañeros catalanes le obligaban en las cenas a comer “pa amb tomàquet”.
El PP nunca admitió en público la utilización del anticatalanismo, pero las autonómicas catalanas de 2010 obligaron a Alicia Sánchez Camacho a pedir en su partido que acabaran esa estrategia. La presidenta del PP catalán pidió a sus compañeros que fueran con pies de plomo porque el PPC se jugaba mucho y vetó las frases polémicas sobre la lengua, la financiación o el Estatut y su correspondiente recurso.
Dos años después, en 2012, José Ignacio Wert volvió a encender los ánimos a cuenta de la LOMCE y el uso de las lenguas vehiculares. El exministro reconoció en el Congreso que la voluntad del Gobierno era “españolizar a los niños catalanes”.
Con Xavier Garcia Albiol como candidato a la Generalitat para las elecciones del 27S, el PP se enfrenta al reto de no quedar como un partido residual por debajo de los actuales 19 diputados en el Parlament. La número dos de la lista, Andrea Levy, es también la vicesecretaria de Génova responsable de redactar el programa electoral. El eje de la campaña es convencer a los catalanes de que el PP, junto a Ciudadanos, es la única opción de voto para luchar contra el independentismo. “Los catalanes no tienen enemigos en el resto de España”, ha asegurado recientemente Levy olvidándose de que su partido ha colaborado mucho a extender la creencia contraria.