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Opinión - Cada día un Vietnam. Por Esther Palomera

CRÓNICA

La otra excepción ibérica en Europa se llama Feijóo

7 de septiembre de 2022 22:27 h

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Hay una excepción ibérica de la que se habla poco en los titulares. No la que se conoce por el tope del precio del gas aplicado por España y Portugal. Se refiere al discurso de Alberto Núñez Feijóo cuya letra y música tienen poco que ver con los mensajes, a veces muy alarmantes, que proceden de Bruselas y de los gobiernos de los grandes países europeos. Las prioridades son diferentes. La Comisión Europea necesita que se reduzca radicalmente la importación del gas y petróleo rusos, lo que obliga a un nivel de ahorro energético sin precedentes en las últimas décadas. Feijóo sólo está interesado en ganar las próximas elecciones.

En los últimos meses, los gobiernos francés, alemán y británico han advertido a la población de la necesidad de asumir sacrificios para reducir el consumo de energía con el objetivo de no seguir financiando indirectamente la invasión rusa de Ucrania con las importaciones de gas y petróleo. En el horizonte está un invierno del que había serias dudas sobre el suministro, aunque esos temores parecen haber remitido. El líder del PP no se da por aludido.

En el último congreso del PP, los asistentes dieron una fuerte ovación a una diputada ucraniana que habló en nombre de su país. La solidaridad se mide sólo en aplausos. A la hora de la verdad, el partido no quiere hablar de sacrificios o restricciones. Y no tiene inconveniente en afirmarlo en público. Con el PP, ni te enterarás de que hay una guerra en Europa. Es una fantasía, pero se han ganado antes elecciones con estrategias que tenían una escasa relación con hechos reales.

En el debate del Senado el martes, Feijóo dejó claro que le preocupa el precio que se paga por la luz, pero no tanto que haya que ahorrar energía. Todo pasa por reducir los impuestos que la gravan y así reducir la factura y por tanto mantener el nivel de consumo, algo que rechaza la Comisión Europea. “Ni imposiciones, ni restricciones”, dijo. Lo único que acepta es que se premie a los consumidores con “descuentos” si consiguen consumir menos. Como si fuera un concurso televisivo.

“Usted no propone ahorro. Lo que plantea es un racionamiento”, dijo a Pedro Sánchez por su decreto de medidas aprobado a finales de agosto. Lo mismo podría haber dicho a Macron, Scholz y Von der Leyen. El discurso habitual del PP desde la época de Casado que denuncia las supuestas ansias liberticidas del Gobierno español. De creer a su líder, toda Europa sería ahora un mar autoritario.

La Comisión Europa confirmó el martes que la situación requiere una intervención en el mercado energético que hubiera rechazado hace unos meses. La conservadora Ursula von der Leyen exigió un descenso de la demanda dejando a los gobiernos que establezcan cómo llevarla a cabo: “Propondremos un objetivo obligatorio para reducir el uso de electricidad en las horas punta”. No se sabe aún en qué porcentaje, ya que se decidirá el viernes en una reunión de ministros europeos de Energía. Podría estar como mínimo en el 5%.

Para apreciar el impacto de esa cifra, hay que recordar que Sánchez dijo muy satisfecho en el Senado que desde la aprobación del decreto el consumo de energía se ha reducido un punto y medio –“equivalente a un buque metanero”, dijo–, lo que tampoco es para tirar cohetes. Vamos a necesitar un buque más grande.

Además, la presidenta de la Comisión reclama algo que es anatema para el PP: limitar los beneficios extraordinarios de las empresas eléctricas, también de las renovables. Están disfrutando de “ingresos enormes, ingresos que nunca previeron tener, ingresos que nunca habían soñado tener e ingresos que no pueden reinvertir con tanta rapidez”. Es decir, beneficios que terminarán en los bolsillos de sus accionistas. La idea de Bruselas es que ese dinero extra se utilice para compensar a familias y empresas por el gasto en electricidad a las que están obligadas.

La clave ahí es saber hasta dónde se limitan en el caso de las renovables, que se han visto beneficiadas por el aumento del precio del gas. Borradores citados por el Financial Times señalan un precio tope de 200 euros por megavatio/hora, aunque al final podría ser una cifra inferior. En la práctica, esto supondría desligar el precio de la electricidad generada por renovables del precio más alto que marca el gas.

Condicionado por la oposición de Isabel Díaz Ayuso, el PP se posicionó en contra del decreto de ahorro energético, no votó a favor de la ratificación del decreto, luego al menos aceptó la idea en términos generales, y al final ha vuelto a la casilla de salida con las referencias al “racionamiento”. Los vientos que llegan de Bruselas le dejan muy frío y no van a alterar su estrategia.

En enero de 2010, casi dos años antes de las elecciones, Mariano Rajoy hizo la promesa de un mundo feliz. “Cuando gobierne, bajará el paro”. Para la entrevista en que se publicaron sus palabras, fue a fotografiarse junto a una cola de parados ante una oficina de empleo de Madrid. Todo iba a ser tan fácil que hasta dijo que estaba a favor de reducir el IVA (lo subió al poco de llegar a Moncloa). “Arreglaremos la economía en dos años”, dijo en otra entrevista. Se encontró a finales de 2011 un paro del 22,5%, que no bajó del 20% hasta el tercer trimestre de 2016.

Ahora mismo, Feijóo plantea un mensaje similar. No importa que arda Ucrania o que la guerra se prolongue durante años. Los españoles podrán seguir consumiendo la energía que quieran, los que se la puedan pagar. Sólo es necesario bajarles los impuestos. Todo lo demás se solucionará cuando él llegue a La Moncloa.