La línea invisible que separa la ficción de la realidad histórica se sitúa en la puerta del Archivo General del Ministerio del Interior. Allí reposa el expediente oficial del comisario de la Brigada Político Social de San Sebastián, Melitón Manzanas, cuyo asesinato a manos de ETA marcó el inicio de cuatro décadas de violencia. El expediente de 400 páginas, al que ha tenido acceso eldiario.es, detalla la fulgurante carrera en la policía política franquista del protagonista de la serie La línea invisible de Movistar+, interpretado por el actor Antonio de la Torre.
¿Cómo se prepara a un villano?, le preguntaron al actor en una entrevista con ocasión del reciente estreno de la serie. “Primero no preparándose un villano, porque si no, empiezas equivocado”, respondió.
¿Quién fue este sombrío personaje que ha llegado a la ficción televisiva y cuyo asesinato marcó un punto de inflexión en la historia de España?
Melitón Manzanas González (San Sebastián, 9 de junio de 1909 - Irún, 2 de agosto de 1968) era perito mercantil y trabajaba de gerente en una agencia de aduanas en la frontera con Francia. Militante de las Juventudes de Acción Popular (un “grupo excitado e impaciente de señoritos”, según el historiador Hugh Thomas), fue encarcelado en el fuerte de Nuestra Señora de Guadalupe en Hondarribia al poco de estallar la Guerra Civil.
Manzanas fue liberado por el bando franquista tras una veintena de días de encierro. “El 10 de septiembre de 1936 me alisté voluntario en la milicia de Falange Española Tradicionalista y de las JONS, habiendo prestado servicios especiales en primera línea, en la frontera y varias veces en Francia”, afirma en una declaración jurada que consta en su expediente oficial.
A finales de 1937, Manzanas ingresó en el regimiento de artillería pesada número 3 de San Sebastián y, más tarde, fue voluntario “en primera línea” en los frentes de Santander, Lleida, Toledo y Madrid. En el regimiento de artillería de la División de los Flechas Verdes, al mando del coronel italiano Mario Sciomachen, participó en la Batalla del Ebro.
Melitón Manzanas se incorporó a la remodelada policía franquista, un “instrumento vigilante y represivo de tipo permanente” para defender el “Estado totalitario”, según la propia ley de la dictadura. El agente, francófono, empezó su carrera en el Servicio de Información de la Delegación de la Frontera Norte, a las órdenes del coronel Julio Ortega Tercero, quien “entabló relaciones entre el gobierno de Franco y la Gestapo”, según la Auñamendi Eusko Entziklopedia.
El espionaje estadounidense sospechaba de las turbias actividades del jefe de Manzanas y, según informes citados por el historiador Fernando Hernández Sánchez en La frontera salvaje. Un frente sombrío del combate contra Franco (Pasado y Presente, 2018), los alemanes tenían en la oficina del coronel Ortega “línea telefónica directa con Francia”. El coronel Ortega escribió que Manzanas, con número de placa 4870 y pistola marca Star calibre nueve milímetros corto, tendrá una “actuación destacada en todos los servicios realizados” en la frontera de Irún.
En aquel poroso paso fronterizo, un compendio de actividades clandestinas de contrabando y de pasos ilegales, amén de escenario de una feroz persecución bilateral por parte de franquistas y nazis, Melitón Manzanas obtiene sus primeras felicitaciones públicas y premios en metálico y se familiariza con los “asuntos sociales”, que en la jerga burocrática de la policía franquista aluden a las actividades políticas de la diezmada oposición al régimen.
Su exitosa carrera en la frontera le permitió obtener numerosos premios en metálico y felicitaciones por perseguir el contrabando y desmantelar organizaciones dedicadas al “paso clandestino de personas a Francia” y “atentatorias a la seguridad del Estado”, entre otros asuntos. Era un “funcionario de entusiasmos y aciertos, modelo”, según la descripción de su jefe, el comisario Graciliano Carretero. En 1941, se casó con María Artigas Aristizábal y, fruto de este matrimonio, nació su hija cuatro años después.
En 1957, tras una equívoca actuación en la detención de un empleado de una librería que pasaba por la frontera con “propaganda ilegal de tipo nacionalista vasco”, Manzanas fue trasladado forzoso a Torrelavega (Cantabria) y no pudo volver a Irún hasta el año siguiente, cuando ingresa en la Brigada Político Social.
Un informe del comisario jefe de San Sebastián, incluido en el expediente de Melitón Manzanas, señala que el policía “vive con cierta holgura económica” y su esposa “disfruta de cartera en una Compañía de Seguros”, en la que trabajó hasta 1957. El propio Manzanas combinaba su trabajo en la policía franquista con el de inspector de seguros hasta que la “superioridad” le dejó claro que se trataba de una actividad incompatible con el “cometido corporativo”. Una revista del exilio antifranquista aludió en el obituario del policía a sus conocidas “actividades complementarias: contrabando, negocios sucios y otras cosas parecidas”.
Dedicado exclusivamente a la represión política, Melitón Manzanas y sus hombres se convertirán en una pesadilla recurrente para comunistas, socialistas, sindicalistas y nacionalistas vascos (la periodista María Antonia Iglesias publicó un reportaje en El País con abundantes testimonios de las salvajes torturas practicadas por la Brigada Político Social a las órdenes de Manzanas).
Su lista de recompensas y premios da buena cuenta de esta trayectoria en la policía política del régimen, “capaz únicamente de trabajar a base de confidentes y palizas”, según el escritor y exministro Jorge Semprún. Su trabajo al frente de la Brigada Político Social de San Sebastián fue recompensado con una cruz de la Orden Civil al mérito policial.
Los últimos premios y felicitaciones que constan en su expediente aluden a operaciones contra el “separatismo vasco” y las “juventudes del PNV” que “actuaban en forma de comandos”. El viernes 2 de agosto de 1968, como hacía día tras día, se fue a comer a su domicilio en Irún desde la comisaría de San Sebastián. Cuando su mujer y su hija le abrían la puerta para recibirlo, un miembro de ETA le voló la cabeza. Su muerte fue “instantánea”, dice el informe oficial sobre el asesinato que consta en el expediente de Melitón Manzanas.
“El desconocido” pistolero, quien según el informe del forense probablemente usó un “arma corta y de un calibre aproximado a 7,65”, logró huir “al amparo de la lluvia que en aquel momento caía con intensidad”. El asesinato de Melitón Manzanas supuso una conmoción para todo el aparato represivo franquista. ETA pretendía, según publicó ABC al día siguiente, convertir el País Vasco en una suerte de Argelia ibérica.
“Su muerte era un ataque a la faz más descarnada de la represión franquista”, escribe el historiador Pau Casanellas en Morir matando. El franquismo ante la práctica armada, 1968-1977 (Catarata, 2014). La víctima fue condecorada a título póstumo con la medalla de oro al mérito policial.
El asesinato de Melitón Manzanas, el segundo cometido por ETA, fue celebrado incluso por los sectores de la oposición que rechazaban la violencia armada como estrategia para derrotar a la dictadura. “Con su muerte termina la miserable carrera de un esbirro”, clamaba Información Española desde el exilio.
Los disparos aquel día lluvioso contra el comisario Melitón Manzanas pusieron fin a “toda una vida dedicada al mejor servicio a la Patria y al Caudillo”, según escribe el director general de Seguridad en una carta que consta en el expediente. También marcaron el inicio de casi medio siglo de violencia de ETA.
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