Expertos en comunicación y espectadores han discrepado hoy, en declaraciones a Efe, sobre la conveniencia de realizar programas como operación Palace, el falso documental emitido anoche por La Sexta, que mostró el golpe del 23F como un montaje destinado a fortalecer la democracia.
El espacio, dirigido y presentado por Jordi Évole, con el equipo de Salvados, hiló un reportaje sobre los sucesos del 23 de febrero de 1981 según el cual el golpe de Estado fue un montaje concebido por el Rey y la clase política con la idea de fortalecer la democracia y evitar otros intentos de subvertir el orden constitucional.
Évole pidió disculpas “a todos los espectadores que se hayan sentido engañados” por un espacio que calificó de “experimento”, inspirado en operación Luna, el cual explicaba que las imágenes de la llegada del hombre a la Luna fue en realidad una película encargada por Richard Nixon y dirigida por Stanley Kubrick.
Para la presidenta de la Federación de Asociaciones de Periodistas de España (FAPE), Elsa González, todo lo que sea “laboratorio y experimento” en el campo de la comunicación es “bienvenido”, pero ha advertido de que jugar con la credibilidad del periodismo es “peligroso”.
“Me parece grave jugar con la audiencia, con la credibilidad”, ha aseverado González, quien ha apostillado que el periodismo “no es un juego” y que programas como el de anoche pueden hacer perder la confianza de la audiencia, “que cuesta mucho ganarla”.
Ha estimado que Jordi Évole pretendería, con este programa, hacer reflexionar a la audiencia sobre lo que ocurrió el 23F, “pero el hecho es que se puede engañar”: “Tú dices algo que no es cierto y lo emites por un conducto que habitualmente es fiel a la verdad, o debe de serlo, y está provocando el engaño”, ha alertado.
Asimismo, ha criticado que el programa no informara al principio de la emisión de que era un falso documental.
Mientras, para el presidente de la Asociación de Usuarios de la Comunicación (AUC), Alejandro Perales, el falso documental no intentó “en ningún caso abusar de la buena fe del espectador”, ya que “se daban las suficientes claves para ver que era una simulación de la realidad”.
Perales ha considerado el programa como “un experimento curioso narrativo”, en el que “se dan muchas claves de que es una fabulación”.
No obstante, si se pudiera debatir algo sería, a su juicio, “hasta qué punto personalidades políticas se deben prestar a participar en fabulaciones de este tipo”.
La utilización de testimonios de políticos en el falso documental, según la asociación, “puede generar una cierto desconcierto inicial” porque “no estamos acostumbrados” a ello.
Por su parte, a Luis Arroyo, sociólogo y experto en comunicación política, le ha parecido “fantástico” y “genial” el programa sobre el que se había generado mucha expectación en las redes sociales, y por ello ha mostrado su sorpresa porque se hayan producido “algunas críticas en la propia profesión”.
Y le ha parecido sorprendente porque “ha transcurrido ya mucho tiempo del golpe de Estado, por la poca capacidad de reirse de uno mismo y porque todos sabemos que Jordi Évole es un provocador y se da por hecho el pedigrí democrático de quien lo promueve”.
“Se da por hecho de que estás jugando un poco, que no estás cuestionando nada”, ha incidido el especialista en comunicación, quien ha valorado el número de comentarios en Twitter que generó el falso documental (267.000 tuits; 1.500 por minuto) y que fueran la mitad positivos y el otro tanto en negativo.
Según Arroyo, el programa ha generado tanta controversia por “el resquemor todavía de algunos y también porque mucha gente se lo creyó y esto te hace pasar por tonto”.