Una hora antes de que empezara en Madrid el desfile de la Fiesta Nacional, en el que se congregan las fuerzas armadas, el Jefe de Estado y líderes políticos, comenzaba otra procesión a los lados del Paseo de la Castellana para acudir a la cita.
Sol, miembro del Ejército del Aire desde hace 10 años, engalanada con el uniforme oficial, este año no ha podido desfilar, impedida por una baja médica. Pero pudo asistir desde el otro lado. “Este año es más especial, por todo lo que está pasando en el país y yo me sumo al lema que el ministro de Defensa ha promulgado de ‘orgullosos de ser españoles’”. Al mismo tiempo aplaude que, “por primera vez en 30 años, la Policía Nacional se une al desfile. Esto es una forma de reconocer el papel tan importante que ha tenido con todo lo que está pasando en Catalunya”.
Las banderas rojas y amarillas, con y sin escudo -también se podía ver alguna franquista o del grupo parapolicial ultraderechista, Guerrilleros de Cristo Rey-, se apreciaban en cada rincón, en los balcones, en detalles en la ropa de los asistentes o atadas al cuello.
Un tendero llegado desde Alicante, pronto puso en marcha su negocio de estandartes. “Espero que con todo lo que está pasando en Catalunya, pueda vender bastante”, decía con pocas ganas de hablar, sin perder el hilo de su oferta al aire de 10 euros por bandera, con o sin, mástil. No era el único en vender banderines, a cada pocos metros existía la posibilidad de comprar más. Incluso, algunos comerciantes más sofisticados ofrecían bufandas de la Legión o globos infantiles con formas de tanques, aviones y helicópteros militares.
Y es que la presencia de familias con niños y niñas de todas las edades ha sido una de las estampas más llamativas y repetidas entre el público del desfile. Como Verónica, que acudió con dos de sus dos hijos para mostrar su “apoyo a las fuerzas armadas y Guardia Civil, en estos momentos tan difíciles”, en los que, según esta madre, “la propaganda catalanista está consiguiendo que parezca que somos un Estado fascista, y lo que somos es un Estado que lucha por la democracia”. También advierte que, el 12 de octubre, se trata de “un día muy familiar, en el que, los padres familia con un poco de cabeza, aprovechamos para fomentar estos valores patrióticos, que tan importantes son, a nuestros hijos”. En su caso, uno de sus críos, de 11 años, se muestra entusiasmado y confiesa que le gusta más asistir al desfile que a la Cabalgata de Reyes Magos.
Al igual que en la mágica y navideña cita, muchos niños se subían a hombros de sus padres, a las escaleras traídas desde casa o a lugares altos como buzones de correos, pero en este caso, para agitar sus banderas de España y vitorear a Felipe VI y las fuerzas armadas.
Javier también acudió con sus cuatro hijos porque considera que “es un momento de reconocimiento, para que ellos vean el valor de España y lo que representa”, explica mientras le da unas galletas a uno de sus pequeños. No es la primera vez para esta familia, por eso aprecia que “hay mucha más gente que otros años” y considera que “la gente que no salía antes representando a España lo está haciendo ahora por el miedo a las tonterías que están montando en Catalunya”.