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Feijóo, abocado a una investidura fallida tras encajar una abultada derrota en su primera semana en el Congreso

Aitor Riveiro

18 de agosto de 2023 22:16 h

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“Si mañana gana, Sánchez habrá adelantado a Feijóo”. La frase la pronunció en la tarde del miércoles un estrecho colaborador del líder del PP minutos antes de que su jefe de filas presumiera de tener “171-172” votos garantizados para elegir a Cuca Gamarra como presidenta del Congreso y para su posterior intento de investidura. Y menos de 24 horas después, la premonición se hizo realidad. El líder del PSOE dio un paso de gigante hacia la reelección al aglutinar 178 votos para controlar, junto a Sumar, la Mesa de la Cámara. Para colmo, el PP no retuvo los apoyos que creía tener. Logró 139, apenas dos más que los propios. Primera votación, primera e inesperada (por abultada) derrota. Aún así, los suyos animan a Feijóo a intentar la investidura, aunque sea fallida.

En el PP confiaban en cerrar la primera semana de legislatura con el control del Congreso y del Senado. Este se daba por descontado ya que la derecha obtuvo el 23J la mayoría absoluta en la Cámara Alta. Si Feijóo lograba colocar a Gamarra al frente de la Cámara Baja y una mayoría en la Mesa, el órgano que marca toda la actividad parlamentaria, podía dar un golpe definitivo en su pugna con Pedro Sánchez por el Palacio de la Moncloa.

Pero todo se torció desde primera hora del jueves. Junts anunció su apoyo a la candidata del PSOE, Francina Armengol. El bloque progresista sumó 178 votos. Casi a la vez, el PP comunicaba a Vox que iba a aglutinar todos sus votos para meter a sus cuatro candidatos en la Mesa sin ceder ninguno a sus supuestos aliados. La reacción de una extrema derecha “perpleja” fue no votar a Gamarra ni al resto de propuestas del PP. 

Otro elemento se cruzó en el camino de Feijóo: la publicación de un segundo sobresueldo gracias a su condición de líder del PP. Una información adelantada por elDiario.es y que pone de relieve el oscurantismo con el que se desenvuelve Feijóo. Pese a revelar en la precampaña del 23J su sueldo oficial como presidente del PP, obvió otro como presidente del grupo parlamentario en el Senado. En total, hasta 14.750 euros brutos mensuales en tres partidas diferentes.

En el PP no contaban con este panorama. En apenas 24 horas pasaban de presumir de hasta 172 votos (a cuatro de la mayoría absoluta) a cosechar 139. Y encima debían responder sobre un asunto que incomoda especialmente a Feijóo: su patrimonio.

Ni lo uno ni lo otro ha modificado los planes del líder del PP. Al menos, los que traslada en público. Llegados a este punto, al dirigente gallego no le queda más remedio que ir hasta el final. “Yo he venido aquí para ganar y gobernar. Si no, no hubiera venido. Lo vamos a intentar hasta el último aliento”, dijo en abril de 2022, cuando asumió el liderazgo del PP. 

Feijóo mantiene su intención de pedir el próximo martes al jefe del Estado que le designe candidato a la Presidencia del Gobierno. Lo hará, gracias a ser el partido más votado, después de que Santiago Abascal haya trasladado al rey sus intenciones ante una hipotética sesión de investidura del gallego.

Vox ha dejado en el aire su apoyo al PP y ha exigido “explicaciones” al PP, pero está por ver si después del batacazo del 23J la extrema derecha está en disposición de negar sus votos a Feijóo, lo que allanaría aún más el camino de Sánchez a la Moncloa.

Forzar a Sánchez a pactar con Junts

Este es uno de los motivos que esgrimen los dirigentes del PP consultados por elDiario.es para empujar a Feijóo a postularse para una investidura aunque no tenga los apoyos necesarios para lograrla. 

“Hay que intentarlo”, resumen desde el PP de Madrid. “Sin ninguna duda”, añaden. No solo porque, aseguran, Feijóo “ha ganado las elecciones”, como se empeña en repetir el líder del partido de forma insistente. También porque es la forma de forzar a Sánchez a reeditar la mayoría que le dio este jueves el control del Congreso. 

En el PP sostienen que un paso atrás de Feijóo dejaría a Sánchez vía libre para limitar sus pactos, y podría dejar fuera de la ecuación no solo a Junts, sino a otros de los socios más molestos mediáticamente para el PSOE, pero que le han sido imprescindibles en la pasada legislatura. 

También desde Galicia, la tierra que con tanta añoranza dejó Feijóo hace poco menos de un año y medio para venirse a Madrid, se defiende la idea de su jefe de filas. “Apoyamos su intención de asumir la responsabilidad que le dieron los ciudadanos y acudir a una investidura, siempre que así se lo solicite el rey”, apuntan fuentes del PP. Los de Alfonso Rueda también explican que “la elección” es “entre Feijóo o un Gobierno absolutamente amordazado por el independentismo”.

El equilibrio con Vox

La votación del jueves provocó un notable desconcierto en el PP. En las horas siguientes, los colaboradores de Feijóo tuvieron que negar la convocatoria de una reunión de emergencia de la dirección del partido o que se hubiera planteado la necesidad de celebrar un congreso extraordinario para reforzar al líder, como llegó a publicarse.

Ambas informaciones, publicadas y desmentidas, dan cuenta del nerviosismo que se ha desatado, y que se extiende a los territorios en los que el PP mantiene acuerdos de gobierno de algún tipo con Vox: Extremadura, Comunitat Valenciana, Baleares, Castilla y León. Y decenas de ayuntamientos

También están pendientes en Murcia, única comunidad sin gobierno tras las elecciones del pasado 28 de mayo. La falta de entendimiento entre el PP y Vox se concretó en la investidura fallida de Fernando López Miras. Si nada cambia, la Región volverá a elecciones el miércoles 25 de octubre.

Fuentes del actual Ejecutivo autonómico aseguran a elDiario.es, como en otros territorios, que Feijóo “debe ir” a la investidura, aunque sea fallida. Y confían en que lo que pase en Madrid, incluida la bronca con Vox, no afecte a las negociaciones en Murcia.

“Seguimos esperando a que Vox quiera sentarse a negociar y sacarnos de la situación de bloqueo en la que se encuentra”, apuntan desde Murcia.

Pero Vox ya ha dicho en público que lo ocurrido el pasado jueves cambia las tornas. El partido de extrema derecha mantiene la “mano tendida” al PP. Pero ahora exigen una contraprestación a su apoyo. Este viernes, el secretario general, Ignacio Garriga, ponía en una entrevista como ejemplo los pactos autonómicos alcanzados. Y los contraponía precisamente a Murcia. “Prefieren optar por el camino de Murcia, de la autosuficiencia; u optar por el camino que ya hemos explorado de forma conjunta en Aragón, Comunidad Valenciana o Baleares”, se cuestionaba el también diputado catalán.

Las negociaciones, si se producen, tienen como fecha límite la mañana del martes, cuando Abascal se reunirá con el jefe del Estado en la Zarzuela. Tras él será el turno de Sánchez y, ya por la tarde, Feijóo cerrará la ronda de contactos. Pero el ambiente está enrarecido. El vicepresidente de la Comunitat Valenciana y extorero, Vicente Barrera, acusó a Feijóo de escupir en la cara de Vox con su votación en el Congreso en un tuit que acabó borrando.

Durante los últimas semanas el PP ha intentado marcar al rey la senda de la investidura. Tanto Cuca Gamarra como Elías Bendodo han dado por seguro que Felipe VI se decantaría por su jefe de filas. El propio Feijóo dijo este miércoles por la tarde que no tiene “duda de que el jefe del Estado actuará de acuerdo con la ley, ejerciendo sus competencias constitucionales y solo al servicio de España y los españoles”. Eso, después de señalar a Sánchez por pactar con quienes quieren “romper el país”.

Pero todo cambió el jueves por la mañana. Tras el abultado marcador del Congreso, ahora no está claro que Feijóo pueda presumir de tener más apoyos que Sánchez. Y, si los tiene, será tras recomponer las relaciones con Vox. Esa alianza es la que espanta al resto de hipotéticos aliados del PP, que tiene una fijación con atraer al PNV a su mayoría. Los vascos, superados por primera vez en unas generales por EH Bildu, no quieren ni oír hablar de ningún acuerdo en el que esté presente de algún modo la extrema derecha. En el mejor de los casos, Feijóo recuperará unos inútiles 171 o 172 votos. Eso sí: pondrá en marcha el reloj para la repetición electoral y dará a Sánchez dos meses para cerrar su propia mayoría o que el país se aboque a unas nuevas elecciones.

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