Feijóo asume que Vox tendrá peso en la legislatura aunque consiguiera gobernar en solitario

Irene Castro

Pamplona —

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Buena parte de ganar unas elecciones es no cometer errores durante la campaña electoral. Y esa es la sensación que tiene Alberto Núñez Feijóo de la contienda del 23J en la que, a pesar estar utilizando la misma estrategia de reavivar a ETA y sustentarla en tergiversaciones de los datos económicos e incluso la conspiración del voto por correo, no ve que nada le esté pasando factura. Eso, sumado al buen resultado del único ‘cara a cara’ que aceptó con Pedro Sánchez, le permite verse como el ganador sin ninguna duda e incluso como presidente de un gobierno en solitario.

El candidato del PP tiene ya diseñada la estrategia del día siguiente, que pasa por pedir la abstención a los socialistas, a los que usará como argumento si finalmente acaba pactando con Vox, que reconoce que tendría peso en la actividad legislativa del día a día y a quien ofrecería un pacto programático en el que podría dejar su impronta.

Feijóo juega a insinuar en público que puede alcanzar la mayoría absoluta, como el presidente andaluz, pero admite que es muy difícil. “No es imposible”, azuzó a los suyos en un mitin en Logroño. Pero 176 no es la cifra que Feijóo cree que obtendrá en las urnas. El candidato conservador, que apela al voto útil en torno a su papeleta para gobernar “sin rodeos, sin intermediarios y sin chantajes”, reconoce que necesitará que le faciliten la investidura y, después, sacar en el día a día cada ley. 

Y es ahí donde el candidato del PP admite que Vox tendrá algo que decir. La fórmula que busca Feijóo es gobernar en solitario gracias a abstenciones en su investidura. La primera llamada será al PSOE, que confía que cambie de líder o que la presión de los barones obligue, como en 2016, a que el grupo parlamentario le haga llegar a Moncloa, según explicó en una conversación informal con periodistas. 

Pero ese es un escenario hipotético. Más allá del sueño de sacar la investidura con los apoyos de fuerzas nacionalistas o regionalistas, el ‘plan B’ es Vox. Y incluso Feijóo ya tiene el argumentario: al haberse negado el PSOE a darle la investidura argumentará que le han obligado a mirar a su derecha. 

El espejo de esa estrategia es el de la Región de Murcia. La idea del PP es ofrecer a la formación de Santiago Abascal un acuerdo programático y, por tanto, que la extrema derecha sea clave en la aprobación de las leyes a lo largo de la legislatura. Habrá que pasar por la ventanilla de Vox para aprobar una ley, expresó Feijóo.

“Quiero ganar para que no haya repetición electoral”, expresó posteriormente Feijóo en un mitin en Pamplona. El PP busca, por un lado, reeditar la gesta de Moreno Bonilla pero deja muy presente lo que le ha ocurrido a Fernando López Miras, que no ha logrado revalidar el mandato por el ‘no’ de la extrema derecha, pese a que le faltan solo dos diputados. 

El PP mantiene el pulso en Murcia a la espera de que pase el 23 de julio, pero no teme allí precisamente una repetición electoral porque confían en que subirían lo necesario para lograr la mayoría absoluta. Y creen que será lo que dirán las urnas en las generales. Lo que admite el líder conservador es que ese escenario no es el que se daba en Extremadura, donde acabó cediendo y metiendo a la extrema derecha en el Gobierno de María Guardiola. 

En todo caso, el ambiente que se respira en los actos del PP es de victoria. Para empezar, porque en la mayoría de ellos están de celebración con las intervenciones de los recién elegidos alcaldes, como ocurrió en Logroño este sábado, o presidentes autonómicos, como en La Rioja o en Cantabria. Y ese fenómeno es también un catalizador de la campaña. Feijóo ha llegado a mencionar la cifra 168 y considera que, con esos escaños, partidos como PNV, Coalición Canaria o Teruel existe le hagan presidente. Ese es su escenario ideal.

Feijóo está convencido de que el ‘efecto Andalucía’ existe y que tiene opciones de lograr un resultado que le permita gobernar en solitario gracias al voto prestado de Vox pero sobre todo del PSOE. “Yo no pido ningún voto regalado, ningún cheque en blanco (...). Voy a cumplir mi palabra, mi deber y cada voto será devuelto por los españoles en forma de hechos”, afirmó en Logroño.

La estrategia del PP pasa ahora por focalizarse en las 18 provincias en las que los ‘restos’ que deja el sistema electoral con la ley D’Hont acaben en la papeleta del PP. En juego hay una veintena de escaños en provincias como La Rioja, Guadalajara, Lugo o Burgos. Por eso está exprimiendo la estrategia del voto útil. Aunque fuentes del PP admiten que no conseguirán todos, sí consideran que serán suficientes para dar el empujón final que les acerque a un gobierno en solitario, pero enfrente tienen a un Abascal que ha dejado claro que quiere entrar en el Consejo de Ministros.