Feijóo descarga el fiasco de su investidura en el rey y la presidenta del Congreso

“He constatado el rechazo del PSOE”. Así asumió Alberto Núñez Feijóo al filo del mediodía del miércoles el punto final a su último intento de relanzar sus opciones en el proceso de investidura de finales de septiembre que, salvo giro inesperado, está abocado al fracaso. El líder del PP tiene ahora por delante cuatro semanas para cumplir el mandato del jefe del Estado de intentar armar una mayoría para la que no parece haber números. Fue él quien buscó esa designación real y el que la reclamó, pero ahora intenta descargar su responsabilidad tanto en Felipe VI como en la presidenta del Congreso de los Diputados, Francina Armengol, ante el abismo temporal al que se enfrenta ahora.

Feijóo ha encadenado tres noes seguidos en apenas una semana que ha desbaratado sus planes. El primero, el de los partidos, ya fue definitivo y llegó apenas 24 horas después de que Felipe VI le encargara buscar el respaldo de la mayoría del Congreso. Con 172 votos atados, el líder del PP planteó que algún partido se desgajara del bloque armado durante la pasada legislatura alrededor del Gobierno de coalición del PSOE y Sumar. Rápidamente, todos dijeron que eso no iba a ocurrir.

Todos, incluido el PNV, con el que el líder del PP había soñado cogobernar casi en solitario pocos días antes de las elecciones del pasado mes de julio. El resultado de las urnas desvaneció la ilusión, pero en la sede nacional del número 13 de la madrileña calle de Génova todavía aspiraban a atraer de alguna manera al nacionalismo vasco “de centroderecha”, como suele recalcar Feijóo. Fue en vano.

Tras el no de los partidos no alineados con el PP, llegó el no de los presidentes autonómicos. Feijóo, como reconoció este mismo miércoles, se inventó una inédita ronda con jefes de ejecutivos autonómicos para, en sus propias palabras, hablar de la investidura. Los suyos participarán, supuestamente, aunque no ha habido pronunciamiento. Tampoco de su aliado canario, Fernando Clavijo. Pero no lo harán los tres del PSOE, ni el catalán, Pere Aragonés.

Tampoco el vasco, Iñigo Urkullu, última vía que tenía el PP para atraer al PNV. Este miércoles por la tarde el lehendakari y Feijóo dialogaron por teléfono durante media hora, según fuentes del Gobierno autonómico. Urkullu, con quien el gallego presume de mantener una buena relación tras presidir la Xunta, le dijo que la vía para hablar sobre la investidura es el presidente del Euzkadi Buru Batzar, Andoni Ortuzar.

La última jugada de Feijóo también se ha desvanecido en horas. El líder del PP convocó a Pedro Sánchez a una reunión que el secretario general del PSOE aceptó y programó de forma exprés, precisamente para agotar el relato de su rival para lograr la reelección como presidente del Gobierno.

Del rey a Armengol

Tras la reunión con Sánchez, Feijóo compareció en una rueda de prensa en la que, de partida, intentó descargar su responsabilidad sobre su candidatura y sobre la fecha elegida. “Comparezco en calidad de candidato del partido ganador de las elecciones, y como candidato designado por el jefe del Estado para la investidura que se celebrará a partir del 26 de septiembre de acuerdo con la decisión adoptada por la presidenta”, dijo. 

Pero Feijóo obvia que fue él quien reclamó al rey la designación como candidato, pese a que ambos eran plenamente conscientes de que el líder del PP no solo no tenía entonces los apoyos necesarios, sino que es muy complicado que los logre, tal y como se han desarrollado los acontecimientos.

Durante toda la campaña del 23J, incluso antes, Feijóo planteó que él y solo él tenía derecho a postularse a la investidura en tanto que probable ganador de las elecciones. Todas las encuestas así lo anticipaban, pero la innegable victoria fue menor de lo esperado y los números no le salen. Con todo, Feijóo acudió el pasado 22 de agosto a la Zarzuela e hizo valer su primer puesto en las urnas ante Felipe VI, quien optó por designar al gallego pese a la petición de Pedro Sánchez de ser él el elegido. El líder del PSOE tampoco podía garantizar unos apoyos que aún negocia.

Tras la designación real, llegó el turno del Congreso. El candidato y la presidenta de la Cámara Baja, Francina Armengol, departieron en varias ocasiones entre la noche del martes 22 y el miércoles 23, cuando la dirigente socialista señaló la fecha de la investidura: el primer día de septiembre que evitaba que una hipotética repetición electoral cayera en plenas Navidades. El debate comenzará así el 26 de septiembre y la primera votación, la que exige mayoría absoluta, será el 27.

Pero ahora Feijóo también se quiere desligar completamente de esa decisión, pese a que sí formó parte de ella. Porque el líder del PP pidió tiempo para que la investidura no fuera inmediata, ante la opción de que se celebrara esta misma semana. “No cabe una investidura la semana que viene”, dijo, pese a que los partidos ya se habían significado sobre el sentido de su voto.

Armengol tuvo así en cuenta la petición del candidato de tener tiempo para poder hacer sus negociaciones, así como los plazos habituales entre la primera propuesta del Rey y el debate en el Congreso en las pasadas legislaturas, recuerdan fuentes próximas a la presidenta de la Cámara. Unos tiempos que eran la referencia para el candidato y que suponen de media unos 34 días en los últimos procesos electorales.

El PSOE se frota las manos

En el PSOE, mientras tanto, no ocultan que Pedro Sánchez se frota las manos ante la particular travesía del desierto de Alberto Núñez Feijóo. El líder de los socialistas asistió antes de las generales incluso a pronósticos de fecha de su propia dimisión como secretario general por parte de sociólogos afines al PP, que llegaron a dar por hecho que sería arrasado en las urnas. Y, por eso, hay quien admite en Ferraz que la cita de este miércoles en el Congreso, en la que Feijóo le imploró a él ayuda para ser presidente, fue en cierta forma otra victoria personal de Sánchez. 

“Hemos pasado de derogar el sanchismo a rogar al sanchismo”, ironizó la portavoz socialista, Pilar Alegría, en su comparecencia ante los medios para valorar la reunión y en clara clave de victoria. Lo que interpretan en Ferraz es que el político gallego se encuentra en un laberinto de difícil salida en el que cada día improvisa una hoja de ruta diferente. “Se está intentando salvar a sí mismo. Ya se oyen los motores de otros líderes del PP preparados para dar el salto. Se van a ir a la oposición y evidentemente se va a abrir el melón de su sucesión”, apuntan fuentes de la dirección. 

Sobre el encuentro en sí, que ni siquiera llegó a una hora, en el PSOE no dan muchos detalles de una conversación que afirman que fue correcta y cordial. Sí explican que el presidente del Gobierno en funciones reclamó expresamente respeto a su partido y que cesaran los llamamientos al transfuguismo entre los socialistas desde las filas del PP, a lo que, según Ferraz, Feijóo respondió que a él “tampoco le gustaban”.