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Feijóo diluye a Ayuso en el reparto de poder del nuevo PP y consolida el eje gallego-andaluz

3 de abril de 2022 21:34 h

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En el Arte de la Guerra, se cuenta que la victoria completa se produce “cuando el ejército no lucha, la ciudad no es asediada, la destrucción no se prolonga durante mucho tiempo, y en cada caso el enemigo es vencido por el empleo de la estrategia”. Ayuso era enemiga interna de Casado, pero no tanto de Feijóo. O mejor dicho, el gallego no la considera tal. Otra cosa es que la presidenta madrileña, ni desarmada ni cautiva, haya decidido renunciar a su narrativa o a su espacio propio. En todo caso, el nuevo presidente del PP es más de castigar con la indiferencia que de recurrir al cuerpo a cuerpo. Y mucho más de ignorar que de confrontar. Por sus hechos, se le conocerá. Las primeras señales las ha dado en la configuración del equipo que le acompañará en la calle Génova. 

Del diseño queda claro que Galicia manda, Andalucía gana y Madrid queda diluida. Murcia y Castilla y León, que son los otros territorios donde el PP tiene poder institucional, ni están ni se les espera. Alberto Núñez Feijóo consolida  el eje gallego-andaluz en el reparto de poder del nuevo PP y relega a un papel testimonial a Isabel Díaz Ayuso. Es la lectura más evidente y más compartida entre los cuadros tras la configuración del equipo que en adelante se hará cargo del partido. Otra, más rotunda, fue la que expresó el ex ministro García Margallo ante los periodistas al término del cónclave que coronó al gallego: “Lo lógico es que los partidos tengan Nuevas Generaciones, pero no tanto que las Nuevas Generaciones tengan un partido”. Y la de un veterano diputado: “Es tiempo para los adultos. Los jóvenes ya tuvieron su oportunidad y la tiraron por la borda”.

El caso es que Núñez Feijóo ya tiene equipo -que tenga ideas y proyecto, está por demostrar- y Andalucía tendrá, después de Galicia, más presencia e influencia que ningún otro territorio. No en vano, sin el apoyo de Moreno Bonilla, el gallego no hubiera dado un paso adelante para hacerse con el liderato. Entre ambos, dicen, “hay sintonía personal y política”. Tanta que el propio presidente de la Junta confiesa que es en Andalucía en el espejo en el que Feijóo se mira para la conquista de La Moncloa.  De ahí que a los nombres de Cuca Gamarra como secretaria general y el del consejero andaluz de Presidencia, Elías Bendodo, como coordinador sume ahora el del también consejero andaluz Juan Bravo para la vicesecretaría de Hacienda. “Y porque he tenido que pararle porque si le dejo, se lleva a todo mi equipo”, ironizaba el sábado por la tarde el propio Moreno, rebosante con el resultado del cónclave, tras el padecimiento de los últimos meses por la deriva de la dirección saliente y el enfrentamiento a cara de perro entre Génova y los territorios, especialmente con Madrid e Isabel Díaz Ayuso.

La madrileña ha dejado de ser un quebradero de cabeza para el nuevo equipo. “Tendrá su sitio, pero su espacio estará en Madrid, donde podrá hacer la estructura política que considere más oportuna”. Así resume Moreno la posición en la que queda la “reina de la Puerta del Sol” en la estructura orgánica del partido. Y es que mientras Andalucía ha cedido para el equipo de Feijóo dos piezas claves de su gobierno -de momento a tiempo parcial porque seguirán en la Junta hasta las próximas elecciones andaluzas-, Ayuso queda claramente diluida en un organigrama, en el que solo hay un madrileño, el ex alcalde de Torrejón Pedro Rollán, a quien ni siquiera se le considera en la organización un convencido “ayusista”, y en adelante ocupará la vicesecretaría de Coordinación autonómica y local. 

Madrid entró este domingo en la primera reunión de la Comisión Ejecutiva Nacional convencida de que la Vicesecretaría de Organización sería para la delegación madrileña, un puesto que Feijóo tenía reservado para el gallego Miguel Tellado, un hombre de su máxima confianza que en adelante tendrá que velar por la paz interna del partido a nivel nacional. Pese a ello, desde el entorno de la presidenta intentaron restar importancia a la exigua representación madrileña y transmitir que su “victoria” ha sido que Feijóo haya aceptado sin reserva alguna que Ayuso se haga, en el próximo congreso regional, con el poder orgánico en Madrid que le negaba Casado y cuya fecha se dará a conocer esta misma semana. “Nos daba igual quienes estuvieran antes y quienes estén ahora”, zanjaban desde el entorno de la presidenta regional.

Lecturas aparte, el resultado es que Feijóo ha contemporizado con los territorios y respetado las cuotas y perfiles que le propusieron los barones  para el diseño del Comité Ejecutivo, pero para su núcleo ha contado con nombres de su confianza y de la del andaluz Moreno Bonilla mientras que ha ignorado cualquier representación de Murcia o Castilla y León. En el primer caso, en el partido lo atribuyen a la cercanía de López Miras con el ex secretario general, Teodoro García Egea, y en el segundo al inminente gobierno de coalición de Mañueco con Vox, una interpretación un tanto exótica teniendo en cuenta que el propio Feijóo, ya como líder nacional, podría haber frenado.

Además de los cinco vicesecretarios -Esteban González Pons (Institucional), Carmen Navarro (Políticas Sociales), Pedro Rollán (Coordinación Autonómica y Local), Manuel Tellado (Organización) y Juan Bravo (Hacienda)-, el presidente nacional incorpora a su sanedrín a su actual directora de gabinete en la Xunta, Marta Varela, que ocupará el mismo cargo en el PP. También suma a un área de nueva creación -Proyección e Imagen- a la actual directora de medios del gobierno gallego, Mar Sánchez, que le ha acompañado desde los comienzos de su ya dilatada vida pública. Desaparece la portavocía del partido, que ejerció hasta su reciente renuncia el alcalde de Madrid, José Luis Martínez Almeida, y también la vicesecretaría de Comunicación que ostentó Pablo Montesinos. 

Hoy Ayuso es menos Ayuso al parecer de la nueva dirección. Habrá que verlo. Este fin de semana ha estado menos presente pero en absoluto está dispuesta a estar ausente de la órbita nacional ni a renunciar a ser látigo del Gobierno de Sánchez. Tiempo al tiempo.