Alberto Núñez Feijóo reunió a la dirección del PP y a sus barones autonómicos tras las elecciones europeas del pasado junio que ganó su partido. Su discurso en abierto fue, como suele, triunfalista, y apenas se refirió a sus competidores directos por el electorado de derechas. Pero a puerta cerrada, el líder del PP cogió su teléfono móvil y espetó a su auditorio que solo con ese instrumento alguien había logrado 800.000 votos. Se refería a Alvise Pérez. El líder del PP ordenó a los suyos poner un ojo ahí. “Tenemos que mejorar en redes”, dijo. Y así han hecho.
Según ha podido saber elDiario.es de fuentes populares, el partido ha rastreado desde junio la actividad de Alvise Pérez en redes sociales. El objetivo: entender cómo un exasesor del exdirigente de Ciudadanos Toni Cantó se ha convertido en la sexta fuerza en votos en una convocatoria estatal con la agrupación electoral ‘Se acabó la fiesta’.
Gracias a una mezcla de bulos y mensajes ultras en un canal de Telegram, y la promesa de sortear su sueldo de eurodiputado, Salf logró irrumpir en el Parlamento Europeo con tres escaños. Superó a Podemos en las urnas y estuvo a punto de ganar a Sumar. Alvise tuvo la mitad de votos que Vox, a quien señalan en la sede nacional del PP de la madrileña calle de Génova como el auténtico damnificado por la irrupción del nuevo partido.
Tras las elecciones de junio, el PP se esforzó en público y en privado en restar importancia al fenómeno Alvise. “Nuestro objetivo con esos electores, pero también con los del PSOE, Vox y otras formaciones políticas, es llegar a convencerles de que la opción de cambio en España es la que representa el PP”, dijo el portavoz nacional, Borja Sémper, en una rueda de prensa el 10 de junio.
Desde las elecciones de junio, Salf se ha consolidado en las encuestas. El CIS le dio un 1,5% en unas generales ese mismo mes. En julio, Simple Lógica para elDiario.es lo elevó al 3,1% de los sufragios.
Endurecimiento del mensaje
“Entendemos que hay muchos millones de españoles que están hartos y cansados”, añadió, para señalar hacia su derecha: “En todo caso, es una parte del tablero político que a nosotros no nos afecta. Una guerra electoral de Vox con Se acabó la fiesta. Nosotros seguimos creciendo por el centro”.
Pero pocas semanas después, el PP dio la sorpresa al anunciar que Feijóo iba a participar en WorldCast, un podcast de un empresario e influencer negacionista que abona los mensajes ultraliberales. Exactamente, el tipo de contenido que abunda en los canales que han brotado alrededor de Alvise y su agrupación.
El experimento no salió especialmente bien. Ni mal. Feijóo fue Feijóo y el PP, al menos de momento, no ha insistido en esa vía para intentar llegar a los votantes más jóvenes y alejados de las formas tradicionales de comunicación, entre las que sigue dominando la televisión como generadora de opinión.
Lo que sí ha hecho el PP es endurecer su discurso, y mucho. El proceso comenzó hace meses. Pero desde julio es más acuciado. Vox y Alvise han hecho bandera del ataque a las personas migrantes, especialmente a los menores que llegan solos a las costas españolas, y los de Feijóo no están dispuestos a que una nueva competición a tres en la derecha les deje fuera de toda opción de gobernar, como ya le pasó a Pablo Casado con Vox y Ciudadanos.
Pero donde más se ha notado este giro de tuerca es en redes sociales. El PP tiene un canal de Telegram en el que publica vídeos de intervenciones de sus líderes. Pero también algunos de producción propia que suele mover también en Twitter.
El último de este tipo es del pasado 1 de septiembre, y se presenta bajo un eslogan que no oculta sus intenciones: “Tú mañana a trabajar, Pedro Sánchez a seguir disfrutando. Pagas tú”.
El pasado 6 de septiembre publicaron otro en la misma línea titulado el 'LO-DO: noticiario sanchista', una parodia de los informativos bajo la dictadura franquista.
Si en Génova pensaban que la disolución del partido que fundó Albert Rivera y la cogobernanza con Santiago Abascal llevaría al votante conservador dócilmente de vuelta a su redil, no parece que esté ocurriendo, según los datos de opinión pública. El PP va a tener que emplearse a fondo para atraerlo. Una dicotomía discursiva a la que ya se enfrentó Casado, con muy poco éxito.