A punto de cumplirse dos años de la entronización de Alberto Núñez Feijóo al frente del PP, el líder del partido ha perdido en Catalunya su primera gran batalla interna. El inesperado adelanto electoral para el 12 de mayo cogió a la dirección nacional sin los deberes hechos: un congreso aplazado, y vuelto a aplazar, desde 2021 y un candidato que no era del gusto del jefe de filas. Pero Feijóo no ha torcido el brazo de Alejandro Fernández y ha tenido que asumir su continuidad ante el temor a un cisma interno de consecuencias inesperadas.
Fernández ha jugado la partida conocedor de que tenía la sartén por el mango. “Paciencia, prudencia y discreción”, comunicó su entorno más próximo a primera hora de la tarde del lunes, justo cuando el líder del PP catalán enfilaba el despacho de la planta noble del número 13 de la calle de Génova de Madrid. El de Feijóo.
Allí, mano a mano, cocinaron el acuerdo. Fue una reunión larga, según han explicado después. Pero no fue la primera que Fernández tuvo en Madrid desde que Pere Aragonés anunciara el adelanto electoral. Una semana antes ya se reunió en Génova con la vicesecretaria de Organización, Carmen Fúnez.
Pero ni ella, primero, ni Feijóo, después, pudieron convencerle de que diera un paso al lado, pese a las presiones públicas y privadas recibidas por Fernández, quien ha contado con el apoyo del sector más duro del PP. Su principal valedora ha sido Cayetana Álvarez de Toledo ante el silencio de Isabel Díaz Ayuso.
Génova quiso aplicar con Fernández la misma estrategia que ya usó con otros dirigentes a los que reclamó un paso al lado. Por ejemplo, Carlos Iturgaiz en Euskadi, José Antonio Monago en Extremadura, José Ignacio Ceniceros en La Rioja o Ana Beltrán en Navarra.
Un “parto”
La llegada de Feijóo a Génova supuso el relevo de un buen número de líderes autonómicos. Y los resultados de las elecciones de mayo de 2023 parecieron dar la razón al dirigente gallego. Su mano derecha, Miguel Tellado, se recorrió toda España en búsqueda de los mejores candidatos. A quien pidió echarse a un lado, lo hizo.
Pero Alejandro Fernández, no. Se decidió a resistir y ganó. El lunes 27, tras reunirse con Feijóo, tuiteó: “He trasladado al presidente Feijóo mi absoluta disposición. Como candidato a la Generalitat, o como afiliado de base”. Para entonces, la decisión ya estaba tomada.
El conflicto quedó patente este miércoles durante la Junta Directiva Autonómica que eligió a Alejandro Fernández como candidato del PP a las elecciones del 12 de mayo. “Ha sido un parto un pelín delicado, pero el niño os aseguro que ha salido sano. Peleón, pero también os aseguro que os va a dejar dormir por las noches”, le espetó el dirigente catalán a su jefe de filas en una intervención en abierto. Feijóo le recogió el guante en su turno. “El niño nos ha nacido varón y no tenemos más… más afirmación…”, dijo, entre leves aplausos. Y no terminó la frase.
Porque sentada en la mesa presidencial de la Junta Directiva del PP catalán estaba también Dolors Montserrat, la apuesta de Feijóo para encabezar la candidatura del 12 de mayo y que se tendrá que conformar con ser la directora de la campaña. No está claro si Montserrat se sumará a la lista de Fernández o si optará a un nuevo mandato como portavoz del PP en el Parlamento Europeo.
Feijóo presumió incluso de que todo el lío formado alrededor de Alejandro Fernández estaba medio buscado para lograr su “notoriedad”. “Tengo que empezar agradeciendo el interés que ha despertado el candidato. Siempre es importante conseguir notoriedad. Todas las agencias de comunicación, todos los consultores, siempre buscan la notoriedad del candidato, la notoriedad del partido, la notoriedad de la candidatura, y os puedo asegurar que lo hemos conseguido. Empezamos bien”, dijo.
La realidad es que en los días previos ningún portavoz del partido quiso ratificar a Fernández como candidato. Tampoco en las horas previas a la reunión con Feijóo. Borja Sémper ni siquiera mencionó su nombre cuando fue preguntado al respecto y se limitó a decir que todo estaba “abierto”. Una semana antes, el 19 de marzo, fue Tellado quien rehusó contestar a la pregunta de si consideraba a Alejandro Fernández como “el mejor candidato”. Otros, como Elías Bendodo, tiraron de ironía: “El mejor candidato es el presidente Feijóo”.
Desde el anuncio del adelanto electoral nadie en la dirección del PP, ni en público ni en privado, defendió a Alejandro Fernández como candidato. Solo cuando ya había sido corroborado, Feijóo elogió al elegido: “Hemos conseguido en muy poco tiempo trabajar, conformar y proponer la unidad del partido. Unidos por el mejor candidato. Unidos por el mejor equipo y unidos porque tenemos esta vez una opción real de ser decisivos en la política catalana. Digo que vamos unidos. ¿Por qué? Porque tenemos el mejor candidato y no tengo ninguna duda que Alejandro Fernández lo es”.
La oposición interna a Feijóo
Fernández ha pasado así de ser el candidato que cosechó en 2021 el peor resultado histórico del PP en Catalunya (últimos, con solo tres diputados y menos de un 4% del voto escrutado) al único posible para evitar una quiebra en el seno del partido.
Al ahora ratificado como candidato ya lo quiso destronar Pablo Casado después del varapalo de hace tres años, cuando Vox les duplicó en votos y triplicó en escaños y un Ciudadanos en caída libre logró el doble de representación. Pero el expresidente del PP se enzarzó en una disputa con Isabel Díaz Ayuso por el control del partido en Madrid que terminó con su carrera política.
Entre los barones que ayudaron a Feijóo a sustituir a Casado estuvo Alejandro Fernández, quien llegó precisamente a liderar el PP catalán a lomos del cambio de direcciones que ejecutó Casado al ser elegido en el congreso extraordinario de 2018. Y pese a estar en el alambre desde 2021, o precisamente por ello, Fernández se ha convertido en uno de los pocos barones del PP que han osado desafiar en público la estrategia de acercamiento al independentismo catalán puesta en marcha por Feijóo, sobre todo tras las generales de 2023.
El líder del PP tuvo claro desde el principio que solo podía llegar a la Moncloa con el concurso de fuerzas tan dispares como Vox, Junts y el PNV. Si bien la lógica política podía indicar que la operación era inviable, cuando menos, Feijóo lo intentó. Lo hizo en privado, intentó que fuera secreto, pero diferentes revelaciones periodísticas han arrojado luz sobre aquellos días de agosto.
El líder del partido en Barcelona, Daniel Sirera, se reunió con representantes de Junts para sondear un apoyo, siquiera indirecto, a la investidura de Feijóo. También su vicesecretario de Institucional, Esteban González Pons.
Los de Carles Puigdemont, con quien Pons ha reconocido haber hablado, plantearon las mismas condiciones que a Pedro Sánchez: la amnistía. Feijóo lo estudió, tal y como publicó elDiario.es. Y respondió que no podía ser, pero que sí estaba dispuesto a plantearse indultar al expresident que proclamó temporalmente la República Catalana tras el 1 de octubre de 2017.
Esto se supo tiempo después. Pero en el verano de 2023 Alejandro Fernández ya arremetió contra el intento de lavado de imagen de Junts por parte del PP. Primero fue Pons quien afirmó que la “tradición y legalidad” de Junts no estaban “en duda”. Después, Cuca Gamarra. La secretaria general anunció una ronda de contactos con todos los grupos parlamentarios excepto con EH Bildu.
La respuesta de Alejandro Fernández llegó en forma de tuit: “Se avecinan movimientos (y fotos) que van a destruir la reputación de quien los impulse”. En la foto, que no se produjo por decisión de Junts, iba a salir Gamarra. Pero el impulsor era Feijóo.
Las maniobras del verano de 2023, que terminaron en fiasco y que luego han supuesto un dolor de cabeza para Feijóo, solo fueron un último intento de la dirección nacional del PP de recolocar el partido en la posición que tenía antes del procés, cuando podía entenderse en materia económica y social con la antigua CiU. De hecho, Junts y el PP se han acercado en las Cortes Generales en algunas materias, como vivienda. Y Feijóo aspira a que el resultado del 12 de mayo ahonde en la ingobernabilidad por la aritmética parlamentaria y obligue a Sánchez a convocar elecciones.
Tras la ratificación de Fernández como candidato, algunos presidentes y líderes autonómicos del PP le han felicitado en público. Juan Manuel Moreno (Andalucía) fue el primero. Después llegaron Alfonso Fernández Mañueco (Castilla y León), María José Sáenz de Buruaga (Cantabria), Jorge Azcón (Aragón) o María Guardiola.
La derecha, partida en tres
Pero el fiasco del candidato no es el único que tiene que afrontar Feijóo. La excusa para no hablar de él fueron las conversaciones con Ciudadanos para intentar una candidatura conjunta. Y eso que en el partido que una vez ganó las elecciones catalanas y hoy apunta a la desaparición siempre defendieron a Alejandro Fernández.
El adelanto electoral de Pere Aragonès desveló las conversaciones secretas entre PP y Ciudadanos partidos para buscar una candidatura conjunta para las europeas del 9 de junio. El recientemente dimitido secretario general de Ciudadanos, Adrián Vázquez, impuso que su partido no se presentara a las elecciones generales de julio del año pasado tras el fiasco de las municipales y autonómicas de mayo. Pero sí quería un acuerdo con el PP para asegurarse un segundo mandato como eurodiputado en Bruselas.
Pero Catalunya se atravesó en la negociación, y las resistencias del partido en su lugar de origen acabaron por hacer descarrilar no solo una posible entente para las catalanas, sino también el pacto para las europeas. En el PP sostienen que el impacto cuantitativo de Ciudadanos será menor, tanto en mayo como en junio. Pero sí querían apropiarse del valor “cuantitativo” del partido que en 2017 ganó las elecciones autonómicas post 1-O de la mano de Inés Arrimadas.
Sea como fuere, las encuestas auguran un buen resultado para el PP si se compara con la cosecha de 2021. El CEO apunta a que Fernández lograría entre nueve y 13 diputados. Los mismos que el instituto sociológico público catalán otorga a Vox. Ciudadanos quedaría fuera del Parlament según todos los sondeos, pero la distribución de sus votos podría decantar el último escaño en circunscripciones como Barcelona o Tarragona.
Pase lo que pase, ninguno de los tres tendrá capacidad para influir en la gobernabilidad catalana, según las encuestas. Pero el PP nacional ve en Catalunya una oportunidad de exhibir crecimiento antes de las europeas, si el Gobierno de coalición no logra recuperar la iniciativa, ante unas más próximas que lejanas generales.
“Vamos a recorrer todo el territorio, no vamos a dejar ninguna calle”, dijo en su intervención ante la Junta Directiva catalana la jefa de campaña, Dolors Montserrat. Un mensaje cargado de significado porque en las últimas semanas una de las cosas que se le ha achacado a Fernández es que no hace ese trabajo de “territorio” tan importante en unas elecciones.
“El trabajo comienza hoy hacia las catalanas, las europeas y con la vista puesta en las generales”, dijo Montserrat dirigiéndose a Feijóo, a quien prometió un “impulso definitivo” que le “lleve a la Moncloa”. Toda una declaración de intenciones sobre el papel que la dirección del PP reserva a la participación de su partido en las autonómicas del 12 de mayo.