Queda más de un año para las elecciones generales y en el PP ocultan con dificultad un ambiente de euforia. El principal partido de la oposición da por amortizado al Gobierno de coalición. El líder, Alberto Núñez Feijóo, ha sido uno de los principales hilos conductores de este ánimo en su formación, tras sustituir al frente del PP a un Pablo Casado que todavía no es capaz de asimilar qué y por qué le pasó lo que le pasó el pasado mes de febrero. El propio Feijóo dio por imposible hace apenas unas semanas que los españoles vayan a votar otra vez a Pedro Sánchez tras un lustro en el Palacio de la Moncloa. Pero la euforia a tantos meses vista no parece la mejor estrategia, máxime cuando gobernar en solitario parece una quimera. Y este domingo, en Toledo, ha advertido a todos sus diputados: “No me conformo con ganar cuando otros pierden. No me conformo con que nos traten mejor porque a otros les tratan peor. No podemos conformarnos”.
El PP ha celebrado este fin de semana en la capital castellanomanchega su XV Interparlamentaria, en la que ha reunido a todos los diputados autonómicos, nacionales y europeos, para trazar y poner en común las líneas generales ante las elecciones regionales y locales de mayo de 2023. Un paso intermedio imprescindible en el camino de Feijóo a la Moncloa, y que puede servir de palanca para las generales o lastrar sus opciones a finales de ese mismo año.
En los diferentes discursos e intervenciones, los dirigentes que han participado en los actos a puerta abierta han dado por amortizado a Sánchez. Pero las últimas encuestas, y el resultado del cara a cara entre presidente y líder de la oposición en el Senado, han encendido alguna alerta en la sede nacional del partido, en la madrileña calle Génova.
El CIS de esta semana pasada ha resituado al PSOE al frente de la estimación de voto, ha señalado un crecimiento de Unidas Podemos y ha constatado la caída de Vox, tras el fiasco de Andalucía y la espantada de Macarena Olona. Quizá por eso Feijóo ha arremetido este domingo contra el instituto público de opinión. “Amañar el partido antes de jugarlo, es un poco de vergüenza. Ningún miembro del Comité Ejecutivo del PP será nunca presidente del CIS”, ha señalado ante el aplauso del plenario.
Pacto de rentas condicionado a la bajada del IVA
El discurso de Feijóo ante sus diputados no se ha movido un ápice de lo que viene repitiendo desde que asumiera el liderazgo del PP, el pasado mes de abril. Casi ninguna novedad y una gran cantidad de frases sin excesivo contenido. El jefe de la oposición ha planteado “un método” para convencer a la mayoría de los españoles que pasa por “cambiar la política que ha tenido que sufrir España en los últimos años” con “demasiado tiempo de insultos, artificios e impostura”.
“Merece la pena la política y ocupar el espacio de moderación y centralidad”, ha dicho. Una receta con la que Juan Manuel Moreno logró el pasado mes de junio la primera mayoría absoluta del PP en Andalucía, pero que choca con los discursos que enarbolan destacados dirigentes del partido, empezando por la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, quien incluso arremete contra los planes de su propio partido en Europa para aprobar un impuesto a los beneficios extraordinarios de las empresas energéticas.
“La buena política merece la pena siempre”, ha dicho Feijóo, quien ha defendido que aspira a “trascender las ideas” y “reunir a los españoles, que necesitan volver a creer en los poderes públicos”. Porque, ha sostenido, el Gobierno ha asaltado las instituciones, entre las que no ha situado al Hipódromo de la Zarzuela, como hiciera el sábado Ayuso, pero sí Indra, la Fiscalía General del Estado o el INE. Nada nuevo bajo el sol.
En el plano económico Feijóo también ha insistido en sus recetas habituales: arremeter contra los impuestos y clamar contra la deuda pública. Incluso contra la que ha asumido la Unión Europea de forma mancomunada por primera vez en la historia para proveer de fondos a los Estados y poder luchar contra la pandemia del coronavirus. Para Feijóo, eso no es “progresista” ni mucho menos. Aunque lo haya liderado una presidenta de la Comisión de su propio partido, Ursula Von der Leyen, a la que no tienen especialmente afecto en Génova.
Feijóo solo ha hecho un anuncio, a medias en realidad. El presidente del PP ha defendido un pacto de rentas entre patronal y sindicatos, algo que promueve el Gobierno de coalición, con la vicepresidenta y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, a la cabeza. El presidente del PP ya lo había apoyado en intervenciones previas en las últimas semanas, pero hoy lo ha ligado con otra de sus últimas propuestas: bajar el IVA a algunos productos básicos ante el encarecimiento de la cesta de la compra y como alternativa al tope de precios que plantea la propia Díaz.
Es decir, Feijóo apoyará el pacto de rentas si el Gobierno asume una reducción del IVA.
Contra la inmersión lingüistica... pero desde lejos
El presidente del PP ha arrancado su discurso con un alegato en contra de la inmersión lingüística que se practica en Catalunya y Euskadi. En las últimas semanas han arreciado las críticas contra la ausencia de Feijóo en la manifestación que se ha celebrado este domingo en Barcelona contra la política idiomática del Govern.
La marcha se convocó después de que el PP ya tuviera en marcha el evento de este fin de semana, en el que ha movilizado a cientos de representantes de diferentes partes de España. Y el presidente del partido es siempre quien cierra el acto. Feijóo ha optado por enviar a su número dos, Cuca Gamarra, como principal representación del partido ante su ausencia.
Feijóo ha mandado un “recuerdo” a quienes se manifiestan en Barcelona para reclamar que el único idioma vehicular en la educación sea el castellano, y ha hecho malabares para defender su “bilingüismo cordial” a la vez que ha arremetido contra quienes defienden la inmersión que se practica hace décadas. Una idea que Álvarez de Toledo, en primera fila de la delegación del PP, calificó recientemente de “gallegada”.
Nadie nos tiene que explicar lo que es tener y querer a dos idiomas. Lo dijimos en Sevilla, me posicioné de forma explícita: nuestro proyecto es irrenunciable, la cordialidad lingüística en todas las comunidades que tienen el privilegio de ostentar dos lenguas. Por eso nadie, nadie, nadie en Catalunya tiene derecho a revolverse porque haya personas que decidan hablar en español, y nadie en el resto de España tiene que revolverse porque alguien le gusta hablar en catalán. Y nadie tiene derecho a evitar que nuestros hijos aprendan las dos lenguas y hablen en libertad la que quieran“.
Pero inmediatamente ha prometido arremeter jurídicamente contra la inmersión y prohibirla si llega a la Moncloa. “Pido al independentismo catalán y al vasco que dejen de imponer a la gente su forma de pensar y actuar”, ha dicho, para dirigirse expresamente a su propio partido: “Iremos a la Justicia y cuando estemos en el Gobierno vamos a aplicar todas las herramientas del Estado de derecho para conseguir la cordialidad lingüística, garantizar el conocimiento de los idiomas y la libertad de utilizarlos”.