Feijóo tendrá que cargar con el torero de Vox y con los que niegan la violencia machista
En una portada de la célebre revista de humor 'Hermano Lobo' en 1973, aparecía una viñeta del aún más célebre Gila que no envejece, porque tiene tantas lecturas que hasta sirve para el panorama político actual. Sale un tipo acuchillando a otro y una persona que lo está viendo le dice: “No le des más puñaladas, hombre”. La respuesta del agresor es fantástica: “Pues que deje de llamarme asesino”.
Alberto Núñez Feijóo no ha apuñalado a nadie, aunque las víctimas de violencia machista empiezan a palparse el pecho con aprensión después de leer lo que aparece en el acuerdo del PP y Vox en la Comunidad Valenciana sobre la violencia de género. Nada. Emplea el término “violencia intrafamiliar”, el concepto que utiliza la extrema derecha para negar la realidad. El Partido Popular pacta con Vox y al mismo tiempo se queja de que le reprochen pactar con Vox. Pues que dejen de decir que he llegado a un acuerdo con Vox, dice mientras sostiene en la mano el cuchillo ensangrentado. O, como ha dicho Feijóo, afirma que eso es culpa del PSOE por no abstenerse en la formación de algunos gobiernos.
Los resultados del 28M ofrecieron una victoria clara al PP que lo coloca en la mejor posición posible de cara a las elecciones de julio. También llevaban adjunta una factura que tendría que pagar. Se acabó la ambigüedad calculada en la que se había movido Feijóo al enviar el mensaje de que aspira a gobernar solo. Con independencia de que eso resulte creíble o no, ya hay pocas dudas sobre lo que ocurrirá si la suma del PP y Vox da mayoría suficiente para gobernar tras el 23J.
A lo ocurrido en Valencia, se unen varios ayuntamientos de grandes ciudades donde el PSOE fue el partido más votado y una coalición del PP y Vox podía entregar la alcaldía al partido de Feijóo. A la lista que forman Burgos, Toledo y Valladolid, se unió el viernes Guadalajara. La fotografía completa se verá este sábado con la constitución de las corporaciones locales.
De todas formas, en política el cómo es casi tan importante como el qué. No existen muchas formas de vender una coalición con Vox sin dejar por el camino tu credibilidad en relación a ciertas políticas. Sólo hay que comprobar los volantazos de Borja Sémper con el coche dando tumbos por la carretera. Las enérgicas líneas rojas de las que habló el portavoz del partido pasaron a desvanecerse, quizá porque estaban dibujadas con tinta invisible. Al final, sólo le quedó intentar sostener que las palabras no importan tanto en política, algo que todo el mundo sabe que es falso.
“Lo que es mucho más importante que la denominación de las cosas, que no digo que no sea importante, es que no se dé ni un paso atrás”, dijo en relación a la violencia de género.
Negar la existencia de la violencia machista es sin duda un paso atrás. Diluirla en el concepto de violencia intrafamiliar, como ha aceptado el PP valenciano por la imposición de Vox, también. Formar gobiernos abrazados a Vox, más de lo mismo.
El tema preocupó tanto en Génova que Feijóo publicó el viernes un tuit al respecto. Un rasgo de valentía sin precedentes. Lo hizo para afirmar que “la violencia de género existe”. Quiso comprometerse a algo que quedará desmentido en menos de 24 horas: “No vamos a renunciar a nuestros principios, cueste lo que nos cueste”.
Cueste lo que cueste, excepto si se trata de conseguir una alcaldía este sábado o la presidencia de un Gobierno autonómico, como se verá cuando se voten las investiduras. Ahí el premio es tan alto que preferirán mirar a otro lado.
Feijóo había respondido a unas declaraciones del número dos de Vox en las listas de los comicios autonómicos y del que se habla como posible presidente de la Asamblea o consejero de Justicia. José María Llanos no dijo nada sorprendente. Se limitó a recordar lo que Vox ha dicho en tantas ocasiones en la tribuna del Congreso: “La violencia machista no existe” (luego rectificó, pero sólo a medias).
El PP lo sabía perfectamente antes de que Llanos abriera la boca. El olor a pánico llegó a Valencia, donde Carlos Mazón, que presidirá el Gobierno autonómico, publicó un mensaje similar.
Todo esto un día después de que Sémper dijera que lo de la “denominación” no era tan importante.
La Comunidad Valenciana es un factor clave en la valoración de las consecuencias del 28M. Ofreció noticias excelentes al PP y también una carga que tendrá que arrastrar hasta julio. Ahí es donde interviene el cómo. El acuerdo con Vox fue posible con una sorprendente facilidad. Mazón dio a la extrema derecha lo que pedía, excepto la Consejería de Educación. Se libró del cabeza de lista de Vox, condenado por violencia de género, el que llamaba “puta” a su exmujer, pero con un recambio que apesta a franquismo.
Vicente Barrera es un ejemplo posible del Gobierno que habrá en España si Feijóo gana las elecciones. Será el próximo vicepresidente valenciano. Extorero –tuvo su última corrida en 2011– y orgulloso de la dictadura de Franco hasta decir en 2020, es decir, no cuando era un adolescente impulsivo, que “fue el franquismo quien trajo la democracia a España”.
A Barrera no le faltan ni los detalles propios del cómic de Martínez el facha. Tiene un caballo al que dudaba en llamar Caudillo, Duce, Escipión o Viriato. Como era de esperar, apostó por Caudillo. No hay que descartar que tenga una colección como la del marqués de Leguineche. Es el lado oscuro de la España berlanguiana, una expresión que lo mismo ahora no hace tanta gracia. Ya no es la España del tardofranquismo ni del comienzo de la Transición. Estamos en 2023.
Con tal de asegurarse la presidencia de la comunidad, Mazón estaba dispuesto a tragar lo que fuera. ¿Un extorero franquista en el Gobierno? Póngame dos. ¿Aliarse con los que niegan la violencia machista? Qué se le va a hacer.
¿Qué ideas llevará Vox a su Gobierno?, le preguntaron en una entrevista en Onda Cero. “No creo que vaya a haber gran discrepancia”, respondió. Entonces, ¿en qué se diferencia de Vox? “Ahora estoy centrado en lo que nos une”, dijo. Ha sido un acuerdo muy rápido. ¿No ha intentado gobernar en solitario? “Algunos hablan de rapidez, yo hablo de ganas para garantizar la gobernabilidad”, afirmó.
Feijóo va a necesitar algo más que un tuit para quitarse de encima el olor de los pactos con Vox en julio.
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