Cuarenta años ha tardado la Casa Real en calificar con rotundidad al franquismo como “una dictadura”. Aunque había habido referencias anteriores, el jefe del Estado ha esperado a la celebración del aniversario de las elecciones que dieron paso a la democracia para pronunciarse en esos términos, con respecto al periodo político en el que Franco gobernó España desde el terror para la mitad de los españoles.
Felipe VI ha asegurado que “la guerra civil y la dictadura fueron una inmensa tragedia sobre la que no cabía fundar el porvenir de España”. El jefe del Estado ha pronunciado estas palabras desde la tribuna de oradores del Congreso en un discurso pensado para celebrar los cuarenta años de las elecciones de 1977.
Su afirmación ha usado el estilo indirecto al asegurar que las palabras que ha hecho suyas son las que estaban en la mente de los diputados elegidos en las primeras elecciones democráticas. El rey también ha usado el recurso de la cita para glosar las opiniones de Antonio Cánovas sobre el periodo más negro de nuestra historia reciente: “Lo que hace falta a la nación española no son represiones ni cadalsos, no son destierros. Lo que nos hace falta es el respeto a la ley”.
Las palabras del rey han estado perfectamente medidas por su equipo. Fuentes de Zarzuela aseguran ser conscientes del gesto implícito en las palabras del monarca: “El rey ha usado palabras no usadas hasta la fecha”, aseguran estas fuentes a eldiario.es
Muy cauteloso con su retrato del franquismo, el monarca ha asegurado que “es duro mirar hacia ese largo pasado y es doloroso pronunciar estas palabras. Aunque es cierto también que hubo grandes avances de excelencia en no pocos ámbitos sociales, culturales y científicos, avances que no debemos olvidar puesto que también forman parte de nuestros cimientos como país”.
A renglón seguido de ese reconocimiento de avances bajo el terror franquista, Felipe VI ha asegurado que “la intolerancia, la discordia y la falta de entendimiento entre los españoles constituyen una realidad innegable de ese periodo político de nuestra historia: una España impotente, resignada y pesimista que vio reducir su presencia y peso en el mundo; una España dividida y a veces desgarrada que no fue capaz de encontrarse a sí misma”.
Frente a esa etapa, las elecciones de 1977 construyeron “el gran proyecto político para la España del futuro, que no fue un mero trámite para salir del paso, ni el proyecto de una persona, ni de un partido político, ni de una élite, ni de un grupo social”.
La transición también ha merecido puntualizaciones en la loa general del monarca. Por primera vez, Felipe VI ha afirmado que durante ese periodo ha habido “luces y sombras”.
Unidad de España
Durante su discurso, el rey ha realizado un llamamiento a todos los actores inmersos en lo que se ha denominado como el desafío independentista. Felipe VI ha aprovechado su discurso de celebración de los cuarenta años de las elecciones de 1977 para advertir que “ningún camino que se emprenda en nuestra democracia puede conducir a la ruptura de la convivencia”, “y, menos aún, a un camino que divida a los españoles o quiebre el espíritu fraternal que nos une”.
El jefe del Estado ha reivindicado que las elecciones que dieron paso a la transición dieron como resultado “la afirmación de nuestra unidad nacional asumiendo la diversidad territorial de España”. El rey ha advertido de que “los sentimientos se deben respetar y comprender, nunca ignorar, enfrentar o dividir. La Constitución del 78 proclamó la voluntad de proteger a todos los pueblos de España en el ejercicio de sus culturas y tradiciones, de sus lenguas y de sus instituciones; y reconoció el autogobierno de sus nacionalidades y regiones”.