El feminismo que enseña las tetas

Han enseñado sus pechos desnudos para protestar contra la legalización de la prostitución en Ucrania durante la Eurocopa, para denunciar la islamización de Túnez o a regímenes totalitarios como el ruso. Las activistas de Femen han conseguido hacerse un hueco en el movimiento feminista y los medios de comunicación. Pero su forma de protesta genera controversia dentro y fuera del feminismo: ¿No es esta una forma más de cosificar el cuerpo de las mujeres? ¿Es útil su protesta? ¿Significa que a las mujeres solo les queda usar su cuerpo si quieren ser tenidas en cuenta?

“Femen es feminista, bebemos del feminismo antipatriarcal pero las maneras de llevar a cabo las reivindicaciones son diferentes. Se trata de devolver territorio político a las mujeres mediante una cosa que está profundamente politizada como es su cuerpo, manifestar a las instituciones que las mujeres tienen poder sobre su cuerpo y que ellas mismas deben gestionarlo”, reflexiona Lara Álcazar, fundadora de Femen España. Lara lanzó hace pocas semanas el llamamiento para que las mujeres que quisiesen se unieran al grupo. A día de hoy ya son doce las componentes de Femen España, aunque muchas más se han interesado por la organización.

Femen cogió impulso en 2010 en Ucrania, cuando un grupo de mujeres salió con sus torsos desnudos a protestar por la intención del Gobierno de Ucrania de legalizar la prostitución con motivo de la celebración de la Eurocopa. Rápidamente, su imagen se extendió por el mundo. Ahora cuentan con grupos en decenas de países.

“El dilema reside fundamentalmente en mostrarse o no mostrarse”, resume Lara que, consciente de la polémica sobre el uso del cuerpo, reivindica su apropiación por parte de las mujeres para usarlo como herramienta de protesta. “Desde que entré en la universidad estoy en contacto con el feminismo, sobre todo con la teoría queer y el postfeminismo, pero al final ves que queda a nivel teórico. Cuando te quieres sumar a un activismo feminista práctico, real, de acción directa, como pueden ser las accciones de Greenpeace, no hay nada, solo Femen. Es un método que está funcionando y que no excluye otras formas de protesta”, asegura.

Para la escritora y feminista Beatriz Gimeno, el cuerpo de las mujeres está tan cosificado que las acusaciones de que las acciones de Femen lo cosifican no tienen sentido. “Es proponer darle otro uso al cuerpo, que es un terreno de lucha y que se puede usar como arma para señalar y reivindicar”, dice. También Rosa Cobo, directora del Centro de Estudios de Género y Feministas de la Universidad de A Coruña, subraya que Femen ha decidido apropiarse de sus cuerpos “como herramienta política”. “El cuerpo ha sido históricamente sexualizado para uso y disfrute masculino, y ellas consideran que pueden hacer un uso distinto de él, como una herramienta de las mujeres para poner en evidencia las estructuras patriarcales”, apunta Cobo, que cree que fue esa utilización del cuerpo lo que en un principio desoncertó al movimiento feminista, alerta sobre el uso que se hace del cuerpo de las mujeres.

Tanto Gimeno como Cobo recuerdan que en el siglo XIX las sufragistas ya llevaban a cabo acciones fuertemente simbólicas, como tirarse a los pies de los caballos, hacer huelgas de hambre o rociar campos de cricket con ácido para que se leyera la palabara 'sufragio'.

Pero, ¿no eran sus reivindicaciones más concretas? “Es verdad que hay demandas poco claras, pero hay que ponerlo en el contexto. Los movimientos sociales actuales hablan de un descontento, pero que no se concreta mucho o cuyas demandas son confusas”, apunta Gimeno.

La propia Lara Alcázar admite que sus reivindicaciones son genéricas, aunque basadas en la defensa de los derechos humanos y de las mujeres. “Subrayamos problemas, nuestra función no es ir al Gobierno con un taco de folios a plantear una reforma de una ley”, dice Lara, que sí señala algunas de sus reivindicaciones más fuertes, como la denuncia de regímenes opresores, de la influencia de las religiones en la política y la vida de las mujeres, y de una industria del sexo que considera a las mujeres un objeto más de consumo. Y estas son, al fin y al cabo, reivindicaciones clásicas del feminismo.

“Utilizan con gran inteligencia el término patriarcado, han visto con claridad que vivimos en un sistema donde los varones tienen la hegemonía”, afirma Rosa Cobo, que considera especialmente acertada la denuncia que hace Femen contra el fundamentalismo religioso como forma de opresión. “Sus acciones políticas son muy valientes”, alaba.

Precisamente, algunas feministas musulmanas han criticado la acción de Femen en Túnez como un intento de imponer una visión occidental del feminismo. “Entendemos que debe ser duro para muchas de ustedes, feministas blancas coloniales, creer que las mujeres musulmanas así como las de color tienen su propia autonomía y pueden luchar y hablar por sí mismas. Estamos orgullosas de ser musulmanas y cansadas de su basura racista y colonial, disfrazada de 'Liberación Femenina'”, escribía un grupo de mujeres musulmanas.

“Amina está en la cárcel por haber escrito un símbolo feminista en un muro cercano a una mezquita. Cualquier religión es opresora de las mujeres”, resume Lara, que rechaza la idea de que Femen no acepte la existencia de un feminismo islámico o pretenda imponer su visión allá donde va. Las protestas del grupo han llegado también al Vaticano durante un acto del Papa.

La líder de Femen España subraya que sus acciones implican riesgo y recuerda que varias compañeras suyas han estado en la cárcel o han sido reducidas físicamente de forma muy dura. “Las compañeras que estuvieron encarceladas en Túnez me han contado de primera mano que las obligaron a permanecer desnudas delante de los guardas de la prisión y a dormir en el suelo”, dice.

¿Es cierto que solo salen cuerpos delgados y chicas guapas? “En absoluto. Ni todas somos pijas ni perfectas”, responde Lara, que menciona el caso de una integrante de Femen Ucrania que tiene 64 años y de otras cuyos cuerpos no responden al típico canon de belleza actual. “El objetivo es que todas las mujeres estén visibilizadas. Precisamente buscamos que nos liberemos de las presiones para que las mujeres sean de una determinada forma, pero tampoco queremos que nadie se torture si es delgada. Cada mujer es como es y no debe vivir esclavizada por eso”.