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Francesc Pallarés: “La reforma del sistema de elección de alcaldes es un chantaje al elector”

Francesc Pallarés, catedrático de Ciencias Políticas de la Universitat Pompeu Fabra

Mario Pais Beiro

Francesc Pallarés, catedrático de Ciencia Política en la Universitat Pompeu Fabra (UPF), se ha dedicado al estudio del comportamiento electoral y los sistemas de representación. Critica la intención del PP de modificar el sistema de elección del poder local porque considera que funciona bien tal y como está. No opina lo mismo de la reducción de diputados aunque defiende que se hagan con estudios que lo sustenten y no de forma unilateral.

El PP plantea una reforma para que el candidato más votado sea alcalde. ¿Este sistema es más justo que el actual?

No, absolutamente no. Yo creo que es una equivocación y al mismo tiempo una reforma que no ha sido justificada de ninguna manera. Si se quiere hacer una reforma lo primero que hay que explicar es por qué se necesita. Y en este caso, que de alguna manera afecta al funcionamiento institucional, se supone que debe ser provocada por algún mal funcionamiento del sistema de gobierno local. Plantear reformas que no se basen en un análisis bien definido de cuáles son los factores o los problemas que se quieren resolver nos lleva a pensar que se trata de puro interés partidista.

El PP vende esta idea como regeneración democrática reclamada por los ciudadanos. ¿Lo comparte?

No, en absoluto. No sé qué tiene de regeneración democrática este planteamiento. Se puede decir que así los votantes participan más directamente en el gobierno local. Yo creo que actualmente en los ayuntamientos, y sobre todo en la gran mayoría que son de pequeña dimensión, la figura del alcalde es importantísima. No tiene ningún tipo de sentido plantear esta cuestión.

No veo a qué corresponde o por qué es más democrático el forzar a votar a partidos que puedan ganar en vez de dejar que sea mucho más libre el voto de los ciudadanos en un sistema representativo en el que después los partidos puedan llegar a acuerdos de coalición, si se da el caso. Pero si se mira el mapa municipal español se constata que la mayoría de los gobiernos locales son de un solo partido. No tiene ningún sentido hablar de que esta reforma va a llevar a una regeneración democrática.

¿Cómo puede afectar al mapa electoral y al comportamiento de los ciudadanos a la hora de votar?

Es establecer un nuevo chantaje al elector. Como esta decisión se basa en la elección directa del alcalde, esto quiere decir que condiciona el voto del elector a formaciones con menos posibilidades de ser la más votada. Y quizá decida dar su voto a otra formación con más posibilidades. Desde esta perspectiva se chantajea al elector. Por lo tanto, para el ciudadano no creo que sea una buena reforma. Y puede llevar a que se formen coaliciones preelectorales, pero no es ninguna ventaja desde el punto de vista del elector.

¿Y al sistema?

Desde el punto de vista del sistema de partidos supone un refuerzo brutal del bipartidismo, que ya está suficientemente protegido en este país por las terribles barreras que existen en el sistema electoral del Congreso de los Diputados, que es un poco el que marca la pauta a nivel general. Solo falta ahora que el bipartidismo se impulse desde abajo, desde el nivel local. Creo que sería una muy mala reforma para oxigenar y dar entrada a nuevas ideas en el sistema político. Y, sobre todo, no creo que beneficie en nada la gobernabilidad de los ayuntamientos.

UPyD planteaba en 2011 una reforma que incluía la doble vuelta. ¿Este sistema se adaptaría mejor a las necesidades de la ciudadanía?

Es que yo no sé por qué se quiere reformar el sistema electoral, si funciona muy bien y es ampliamente proporcional. Algunos se amparan en que se producen coaliciones contranatura, que hay muy pocas; o que se favorece que un solo concejal pueda chantajear para la formación de mayorías; o el transfuguismo, que también se pueden dar en casos de mayoría absoluta. Pero resulta que los casos de corrupción de dónde vienen es de mayorías absolutas.

Usted menciona que no es necesario reformar el sistema local. Hay otra voces que defienden que sí, en el ámbito estatal. ¿Hacia dónde debería encaminarse en caso de realizarse?

Hay que cambiar el sistema de elección del Congreso de los Diputados, la única Cámara que de momento cuenta. El problema es que el voto de todos los ciudadanos no vale lo mismo, por mucho que la Constitución así lo diga. Depende de dónde se viva y a quién se vote. Y esto no puede ser porque crea un problema de frustración en la ciudadanía, de falta de oxigenación de los partidos. Hay aproximadamente 30 circunscripciones que tienen seis o menos escaños, que se reparten los dos principales partidos y donde la proporcionalidad no entra en juego. En estas circunscripciones los votos se pierden o el elector se ve chantajeado. Si a esto le sumamos que la financiación de partidos va ligada a la representación que obtienen, entonces la barrera es más fuerte.

Castilla-La Mancha ha reducido el número de diputados, una medida que también se plantea Galicia. ¿Cómo afectan estos recortes de diputados a la representatividad y a la calidad democrática?

Esto es más discutible. Se puede analizar mejor cuál es el número de diputados que una determinada comunidad autónoma necesita para poder desarrollar de una manera adecuada sus labores de legislación y de control del Ejecutivo. Otra cosa es hacerlo unilateralmente, como se ha hecho. El tema de poder plantearse la dimensión necesaria de los parlamentos está abierto, pero es conveniente que se hagan estudios serios para evaluar cuál es el tamaño óptimo de los parlamentos autonómicos.

¿Pero cree que esta reforma de María Dolores de Cospedal busca más mantener unos resultados electorales que mejorar la democracia?

No es esto lo que se ha planteado, al menos por lo que yo he podido escuchar. Se ha justificado desde el punto de vista de reducir el gasto. No es la eficiencia de la institución la finalidad, sino que se utilizaban como coletillas sin un estudio detrás que las avalara y que sirviese de base para un acuerdo con los demás grupos políticos. Y esto no ha existido. Aquí está abierta la sospecha del interés partidista en la proclamación de la reforma y el argumento de la reducción de gasto se usa de manera demagógica.

Volviendo a las elecciones municipales. ¿Cómo ve el surgimiento de candidaturas ciudadanas como Guanyem Barcelona, la gestación de otros Ganemos o la Marea Atlántica en Coruña?

Es una expresión sana de voluntad de los ciudadanos para poder incidir en sus instituciones de gobierno local. ¿Por qué se producen estos movimientos? Porque hay muchas personas que no creen que los partidos tradicionales hayan dado respuesta a las inquietudes, a las nuevas situaciones que se están creando y por lo tanto desconfían. Por esto salen nuevas plataformas que intentan intervenir en la representación y en el gobierno local.

El sistema electoral de los Congreso de los Diputados, y sus efectos colaterales en la financiación y otros aspectos, también son factores muy importantes en la esclerotización de nuestro sistema de partidos, tanto de los mayores como de los pequeños y medianos. De estos partidos, unos solo querían mantener su estatus y otros no han podido desarrollarse normalmente, creando un problema en la expresión del sistema.

¿Cómo espera que se desarrollen la próximas campañas electorales?

Es muy difícil predecirlo en una situación tan compleja, no me atrevería a hacer un pronóstico. Dependerá de cómo vayan actuando los principales actores: si el PP se encierra en hacer reformas unilaterales, tendrá en contra a todos. También habrá que ver si el PSOE es capaz de elaborar un nuevo proyecto. Su problema no es de liderazgo, sino de proyecto. Si este nuevo liderazgo es capaz de llegar a un nuevo proyecto el PSOE estará en mejor situación para afrontar las próximas citas electorales. Si no, tendrá muy complicado aumentar sus cotas de poder municipal y autonómico, e incluso mantener las que tiene.

¿La elección de Pedro Sánchez puede provocar un aumento de 10 puntos en la intención de voto? Porque es la que media entre el último CIS y la encuesta de Metroscopia.

No. Puede provocar reacciones momentáneas, al calor de un acontecimiento. Pero la elección de un candidato que no era muy conocido anteriormente ni contaba con una alta aprobación social nunca puede, sin la ayuda de una situación de volatilidad, provocar este tipo de cambio. La situación sería diferente si fuese un candidato conocido, con una buena valoración social.

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