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Francia se adentra en una difícil negociación para formar Gobierno
La acogida de menores migrantes pone al límite a los gobiernos de PP y Vox
Opinión - Lección de dignidad. Por Esther Palomera
CRÓNICA

Francia concede una victoria a la izquierda en España sin que la derecha se dé por aludida

Euforia entre los partidarios de la izquierda en Marsella el domingo tras conocerse el resultado de los sondeos.

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A veces es todo un misterio por qué los políticos sienten la necesidad de opinar sobre los resultados electorales de otros países. Podrían dejar la tarea a los compañeros del partido que sepan de esos temas. Quizá con algunos países muy cercanos sea inevitable. Alberto Núñez Feijóo decidió publicar una opinión sobre las elecciones en Francia y lo que consiguió fue dejar la puerta abierta para que sus rivales entraran por ella. Y lo hicieron encantados.

Fueron tres frases de un tuit, las dos primeras para cumplir el expediente y la tercera para establecer el rumbo. “Francia es uno de los principales motores democráticos de la Unión”. Bueno, vale, es sin duda uno de los países de la UE de mayor peso político. “Europa siempre se ha construido desde la moderación”. Ciertamente, no ha habido ninguna revolución en países de la UE desde su fundación. “El centro político debe unirse para evitar que los extremistas dirijan su futuro”. Aquí es donde Feijóo se metió en problemas por aquello de la coherencia. 

La izquierda hizo fiesta con su comentario. El PSOE no tardó mucho tiempo en reaccionar. Pilar Alegría le recordó que el PP gobierna con “los extremistas” en cinco comunidades autónomas “y más de 140 ayuntamientos”. “Sea coherente y rompa con ellos”, dijo. “¿A quién pretende engañar?”, le dijo María Jesús Montero. “Usted ha pactado y metido a la ultraderecha en los gobiernos. Y, además, está copiando el discurso y la política de los extremistas”.

Feijóo reiteró el lunes de forma menos críptica que Macron debería formar “un Gobierno en el que se excluya a los extremos tanto de un lado como de otro”, equiparando al Nuevo Frente Popular (182 escaños) con Agrupación Nacional (143), el partido de Marine Le Pen. En otras palabras, lo que él no está dispuesto a hacer en España, como demuestran sus pactos regionales y locales con Vox.

¿Quién forma ese centro político en Francia al que se refería Feijóo? Es probable que incluya bajo esa etiqueta a Ensemble –el partido de Macron con 168 escaños– y Los Republicanos, los conservadores que continúan en estado latente (sólo 46 escaños en estos comicios) desde la primera victoria del actual presidente. Por lo que dijo al día siguiente Borja Sémper, también es necesario incluir a los socialistas en futuras combinaciones de gobierno para dar estabilidad al país. La mayoría absoluta está situada en 289 escaños.

Lo malo para ellos es que los socialistas firmaron un programa común con La Francia Insumisa que incluye medidas tan poco extremistas como la subida del salario mínimo, la anulación del aumento de la edad de jubilación o la construcción de un millón de viviendas nuevas.

Leer los programas puede llevar a sorpresas inesperadas para algunos. Si el PP piensa que el Partido Socialista francés es una fuerza moderada –obviamente, no dice lo mismo del PSOE–, se sorprenderá al saber que los planes de gasto público del Nuevo Frente Popular suponen el incremento de la presión fiscal sobre los ricos y recuperar el impuesto a las grandes fortunas que Macron eliminó. “Es hora de subir impuestos a los superricos y a los superbeneficios”, dijo Olivier Faure, primer secretario de los socialistas.

En España, las encuestas francesas habían colocado a la izquierda al borde de la depresión en la campaña. Parecía que la única duda era saber si Agrupación Nacional obtenía o no la mayoría absoluta. Los resultados del sondeo y del escrutinio causaron una explosión de júbilo, que siempre se disfruta más cuando es inesperado. Y las imágenes de miles de personas gritando en español “¡No pasarán!” contribuyó a que las emociones se desbordaran.

Antes, ya se había contemplado con admiración que partidos de izquierda que han tenido muy malas relaciones, como el PS y La Francia Insumisa, aceptaran la alianza en 24 horas y que pactaran las listas en 48. Poco que ver con los permanentes dolores de parto de las coaliciones de izquierda en España.

En los comentarios tuiteros, los había que decían eso de qué envidia de Francia. Es curioso que antes en la izquierda francesa muchos decían: qué envidia de España por el Gobierno de coalición del PSOE primero con Podemos y luego con Sumar. Será por eso que Yolanda Díaz se puso en plan esto ya lo inventamos nosotros: “Bienvenidos los franceses y las francesas a ser otra excepción. Nosotros esto ya lo hemos hecho el 23 de julio”.

Francia es el sueño de las izquierdas por el cordón sanitario contra el partido de Le Pen. Es una estrategia factible a causa del sistema electoral. La segunda vuelta contribuye a dejar claro al votante qué pasará si se abstiene y le da la opción de votar al menos malo. Como la ley establece que un partido pasa a segunda vuelta con sólo un 12,5%, la mejor forma de no dejar alternativas a tu votante es retirarte en beneficio de otra formación. Al final, la decisión es más de los ciudadanos que de la cúpula de los partidos.

La coalición de izquierdas lo hizo y su base social cumplió lo que se le pedía. El 72% de los votantes del Frente Popular votó a candidatos de Ensemble en segunda vuelta cuando estos se enfrentaban a la ultraderecha, según una encuesta de Ipsos. A la inversa, el porcentaje fue menor. El 54% de los votantes del partido de Macron votó a la izquierda para que superara al candidato de Agrupación Nacional. Incluso cuando la alternativa era un político de la derecha (Los Republicanos), un 70% de los votantes del Frente Popular le votó.

La derecha en España nunca ha querido comprometerse con el cordón sanitario después de la aparición de Vox porque la única alternativa con nuestro sistema electoral sería renunciar a pactar después con la extrema derecha, como ha hecho la CDU en Alemania, y quedarse fuera del poder. La opción de un Gobierno de gran coalición, que tanto gusta a algunos medios, es inviable cuando el PP mantiene como mensaje central desde 2019 que cualquier acuerdo con el PSOE sería intolerable por sus políticas y sus pactos con los independentistas.

Quizá Vox tome la decisión por el PP, al menos si se atreve a cumplir la amenaza que Santiago Abascal reiteró el lunes, la de abandonar los gobiernos autonómicos si esas regiones aceptan el reparto de menores migrantes que el Gobierno promueve para ayudar a las autoridades de Canarias. Abascal intenta obligar al PP a aceptar su visión claramente xenófoba con la que mezcla a los extranjeros con la criminalidad: “No seremos cómplices ni de los robos, ni de los machetazos ni de las violaciones”.

Es una posición idéntica a la del partido de Marine Le Pen. Ese odio al extranjero fue decisivo para provocar una gran movilización social y política en Francia y la mayor participación en las urnas de este siglo con un 66% que al final negó a la extrema derecha la victoria que ya estaba saboreando. En definitiva, una fiesta para la izquierda, mientras el PP intenta mantener dos posiciones excluyentes confiando en que la gente se haya olvidado de la política francesa en unos días.

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