Laus Deo, alabado sea Dios. La célebre expresión latina se leía en la placa conmemorativa de la inauguración de la primera carretera española de peaje, la que conectó “las dos Castillas; el Norte con el Sur”.
Era el 4 de diciembre de 1963 cuando el dictador Francisco Franco, que cumplía 71 años, cortó la cinta y cruzó el túnel de Guadarrama de la carretera de A Coruña –ahora AP-6– en su coche oficial a las “cinco y trece minutos”, según reza la crónica publicada en el diario ABC. En aquel momento, “la banda municipal de El Espinar intepretó el Himno nacional” y “el público aplaudió al jefe del Estado con frenesí”.
El túnel se inauguró un día de nevada, como la que ha caído el pasado fin de semana sobre la AP-6 y que ha bloqueado a miles de personas durante horas.
Los trabajos de excavación comenzaron en febrero de 1961: durante 33 meses se realizaron trabajos de excavación, revestimiento, así como la ejecución de un tramo de bóveda artificial y la construcción de los accesos correspondientes. Con un coste final de 560 millones de pesetas fue la obra con mayor inversión de su época.
La financiación de la obra corrió a cargo de un grupo de inversores, comandado por Fausto Blasco, que aportaron 300 millones de pesetas inicialmente y formaron la empresa Canales y Túneles, S. A. –antecesora de Iberpistas, propiedad de Abertis–.
El propio Juan Fausto Blasco, que llegó a presidente de Iberpistas, fue condecorado por el dictador en la inauguración de la obra, así como “quienes de cualquier modo han contribuido a la ingente realización” del túnel, empezando por el propio Franco. Entre ellos, se encontraba también Antonio Durán Tovar, que fue presidente de Dragados.
El dictador; sus ministros; el obispo auxiliar de Madrid-Alcalá, José María García Lahiguera bendiciendo la obra; los empresarios... Las fuerzas vivas del régimen se reunieron aquel 4 de diciembre de 1963 para cortar la cinta de una obra a la que “han de seguir otras para establecer comunicaciones en nuestra patria, encaminadas para el mayor desarollo industrial y agrícola de España”, en palabras del dictador.
“Estas son las victorias de la paz de España”, rezaba una pancarta colocada en la entrada norte del túnel; “Ofrezcamos esta gran obra a quienes [falangistas] ofrecieron su vida en el Alto de los Leones [tras secundar el golpe franquista]”, se leía en otra. Como buena dictadura que se precie, el túnel de Guadarrama simbolizaba un logro del franquismo. Y como tal se comunicaba en el NO-DO de la época.
Fausto Blasco, presidente de la empresa concesionaria, “habló para dar las gracias al Caudillo”, cuenta el cronista de ABC, “por haberse dignado venir a inaugurar el túnel en el día de su cumpleaños y para significar el honor que supone entregar esta primera carretera de peaje, que es feliz augurio para la batalla que se va a iniciar por el desarrollo y la elevación del nivel de vida”.
Ha pasado medio siglo de cuando Franco inauguró en su cumpleaños el túnel de Guadarrama de la AP-6 como “una victoria de la paz en España” y un “Laus Deo”. Y miles de conductores se han visto atrapados en esa carretera de peaje mientras el ministro del Interior, Juan Ignacio Zoido, se encontraba en el fútbol y el director de la DGT, en “el despacho de casa”.