De fundadores a defenestrados: la caída en desgracia de Monasterio y Espinosa en Vox

Laura Galaup

12 de octubre de 2024 23:10 h

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La primera vez que Rocío Monasterio oyó hablar de Santiago Abascal fue en boca de su marido, Iván Espinosa de los Monteros. Era enero de 2012 y él regresaba de una cena, donde había conocido a un político del PP que estaba en Madrid porque tenía un juicio a la mañana siguiente. Abascal estaba citado en la Audiencia Nacional en una causa contra más de una decena de simpatizantes de la izquierda abertzale que le boicotearon y agredieron cuando iba a tomar posesión de su acta como concejal de Llodio (Álava). 

“Rocío, mañana voy a cancelar todo porque le voy a acompañar a la Audiencia Nacional”, le dijo esa misma noche Espinosa de los Monteros a su pareja, tal y como recordó años más tarde la ya exlideresa de Vox Madrid en una entrevista con el youtuber Jaume Vives. En ese primer encuentro el político vasco le explicó que iba a acudir al juicio sin apoyo del partido. Nadie del PP planeaba acompañarle a la Audiencia Nacional. 

“Al despedirnos me dijo que estaría conmigo el día del juicio y cumplió; siempre agradeceré el gesto a Iván Espinosa de los Monteros”, detalló el presidente de Vox en su libro No me rindo. La defensa jurídica del político vasco fue liderada por Javier Ortega Smith. 

Denaes, el germen de Vox

Días después, Abascal ofreció a Espinosa de los Monteros un puesto en la dirección de la fundación Denaes, que él presidía. Esa organización, que pretendía defender la nación española, fue el germen del lanzamiento de Vox, cuando todavía estaba liderado por Alejo Vidal-Quadras. En aquella época Monasterio y su marido “tenían mucha inquietud política”, aunque, según cuentan quienes coincidieron con el matrimonio en los primeros años de vida del partido de extrema derecha, hasta ese momento “no habían sabido encauzarla”. 

Su implicación en esa formación, sin relevancia mediática ni parlamentaria, causó desconcierto en su entorno. “Rocío e Iván son de un estrato social alto. Se metieron en un partido marginal. En sus ambientes de Puerta de Hierro y del pijerío, les miraban rarísimo, porque Vox era una apuesta perdedora”, recuerdan estas mismas fuentes.

El apoyo que Abascal y su entorno había dado a Monasterio para que encabezase el partido en la región, fue desapareciendo en los últimos años. “Rocío ha aguantado varios asaltos”, apuntan fuentes cercanas a la pareja, que aseguran que la dirección nacional ha boicoteado en varias ocasiones su poder orgánico. La confección de las listas, con nombres que no contaban con su aprobación, también generó tensiones. Una de las nuevas incorporaciones fue el que se ha convertido en su sucesor, José Antonio Fúster.  

La dirección pretendía que Monasterio se quedase en la Asamblea de Madrid, relegada únicamente a portavoz del grupo parlamentario. No lo aceptó y, a diferencia de Espinosa de los Monteros, que esgrimió motivos personales, ella se ha marchado lanzando duras críticas a la deriva actual de Vox. En una declaración sin preguntas, aseguró que su sustituto había sido elegido “a dedo” por la dirección y que, con este tipo de decisiones, se dejaba “en el olvido” la “democracia interna de los partidos”. Su abandono de la política pilló por sorpresa a la cúpula del partido, a la que no avisó del anuncio que iba a hacer.  

Goteo de salidas desde las elecciones de 2023

El sector afín a Monasterio y a Espinosa de los Monteros defiende que la histórica dirigente ha mantenido un perfil independiente y con criterio propio, enfrentándose, en ocasiones, a la dirección nacional. Y, a diferencia de Javier Ortega Smith, el último de los fundadores que sigue en el partido, más allá de Abascal, ella ha conseguido conservar una cuota de poder orgánico.

La desvinculación de la mayoría de los miembros del grupo promotor arrancó en el ciclo electoral de 2023, cuando se marcharon Espinosa de los Monteros, Víctor Sánchez del Real y la exeurodiputada Mazaly Aguilar. A ellos, se sumaron otras bajas como la del economista Rubén Manso o la del médico Juan Luis Steegmann.  

“Este partido no lo reconoce ni la madre que lo parió”, apuntan desde el sector crítico. Según estas fuentes, el líder de Vox se ha bunkerizado y se ha aislado. Cada vez mencionan a menos personas en ese núcleo duro del partido. Entre los más influyentes, sitúan a Julio Ariza, impulsor de Intereconomía, y a Kiko Méndez Monasterio, que se ha convertido en el gurú de Abascal. 

El cese de Monasterio y la llegada de Fúster a la presidencia de Vox Madrid es otro ejemplo más, según añaden estas voces discrepantes, de la “OPA empresarial” que ha hecho “el grupo Intereconomía” al partido. El sustituto de la política hispano-cubana pasó por ese conglomerado de medios y también ha estado al frente de La Gaceta de la Iberosfera, una web de la fundación del partido que ha difundido bulos en varias ocasiones. 

El tándem Espinosa de los Monteros-Monasterio aportó a Vox “una pátina de modernidad” y de “conexión con el mundo económico”, sostiene la doctora en Ciencia Política y experta en ultraderecha Anna López, que recuerda que el exportavoz parlamentario del partido pertenece a “una de las grandes familias económicas” del país “desde el franquismo” y su mujer tiene redes y contactos en el “lobby cubano”, así como en “el mundo hispano de Estados Unidos”. 

El padre del fundador de Vox es el ex alto comisionado para la Marca España Carlos Espinosa de los Monteros y Bernaldo de Quirós, IV marqués de Valtierra, un título creado a principios del siglo XX por Alfonso XIII. Con formación y experiencia laboral en Estados Unidos, el marido de Monasterio inició las giras estadounidenses de la formación para entablar contactos con los republicanos y la administración Trump. 

Tras el impulso electoral del partido en 2019, Espinosa de los Monteros se puso al frente del grupo parlamentario de 52 diputados. Fue su portavoz y consiguió “estar al mismo nivel que sus adversarios” políticos, asegura López, que considera que tras su marcha, su sustituta, Pepa Millán, no ha logrado hacer sombra a Abascal en sus intervenciones. 

La salida del fundador del partido tras los resultados electorales del 23J, en los que Vox perdió 19 diputados, dejó al descubierto la pelea interna que se había disputado a lo largo de ese último año entre dos sectores enfrentados: el liderado por el propio Espinosa de los Monteros, con un grupo de afines que se autodenominaban ‘ala liberal’ y otro más falangista y tradicionalista, capitaneado por Jorge Buxadé. 

La salida de Espinosa generó “inseguridad” en el partido

El sector fiel al exportavoz de Vox sitúa como punto de inflexión en el futuro político de Espinosa de los Monteros la entrada en el grupo parlamentario de asesores próximos a Buxadé. Su relación con la sede nacional del partido, en la calle Bambú, también se fue deteriorando. Comenzó a quedarse fuera del núcleo de poder, gente de su confianza no repitió en las listas y tras los resultados electorales del 23J se abrió la incógnita de si lideraría de nuevo la actividad en el Congreso. Antes de que se conociese el futuro que el equipo de Abascal le había designado en el grupo, él anunció su marcha. 

A partir de entonces, la situación de Monasterio en el partido comenzó a complicarse. En su entorno creen que la cúpula afrontó con “inseguridad” que ella se quedase. Por eso, desde entonces, pagó las consecuencias de ser “mujer de”. Aunque Espinosa de los Monteros ha mantenido un perfil político bajo en este último año, sus movimientos no han pasado desapercibidos para Bambú. Fuentes cercanas a la dirección nacional sostienen que “ha estado enredando” estos últimos meses reuniéndose “con los descontentos del partido”. 

Con la salida de la líder de Vox en Madrid, el partido pierde a la única mujer que tenía un perfil propio, tanto mediático como político. Anna López sostiene que esta decisión forma parte del ADN de la formación, “un partido machista”. Y añade: “En cuestiones de liderazgo, las mujeres no son útiles para Vox, son una decoración”. 

Doce años después de aquella cena que creó una alianza relevante para la extrema derecha de este país, la ruptura (por lo menos política) entre Abascal y el tándem Espinosa de los Monteros-Monasterio se materializó este miércoles. El político vasco no le comunicó a su compañera de partido el cese. Lo hizo su número dos, Ignacio Garriga. “Solo puedo dar las gracias y desearle buena suerte”, se limitó a decir Abascal un día después.