Jerusalén, 19 feb (EFE).- Cerca de 1,4 millones de gazatíes hacinados en Rafah, el punto más meridional de Gaza que Israel aún no tomó por vía terrestre, se mantienen en alerta y preparados para huir en caso de una ofensiva, aunque no saben muy bien dónde. Parte de ellos, aunque pocos, se fueron de nuevo al área central de Gaza.
Mientras Israel prosigue sus ataques por distintos puntos de la Franja en su guerra contra Hamás, que entre domingo y lunes causaron más de un centenar de muertos, los palestinos en Rafah -la mayoría desplazados internos- están a la expectativa de saber qué será de ellos en caso de ataque por tierra por parte del Ejército israelí.
Según dijeron gazatíes sobre el terreno a EFE, muchos están con sus pocas pertenencias preparadas para evacuar si hubiera ataque, aunque por ahora no se dieron órdenes al respecto de parte de Israel. Este mantiene a sus tropas combatiendo en la zona sureña de Jan Yunis, cerca de Rafah, pero aún no hubo incursión en esta última ciudad.
Después de semanas de crecientes especulaciones sobre una ofensiva en Rafah -en la frontera con Egipto-, Beny Gantz, miembro del Gabinete de Guerra de Israel, alertó recientemente que sus fuerzas pondrán en marcha este plan antes del 10 de marzo -inicio del mes sagrado musulmán de Ramadán- si Hamás no libera a los rehenes israelíes.
De estos se cree que un centenar están aún vivos y otra treintena muertos, mientras sus familiares protagonizaron más protestas y acciones este lunes en varios puntos de Israel para exigir otra vez a las autoridades israelíes que lleguen a un acuerdo para su liberación.
Entre las movilizaciones, manifestantes bloquearon la carretera en Tel Aviv ante la sede del Ejército, y hubo una marcha de mujeres en Jerusalén, donde las congregadas exigieron “un pacto ahora” y se dirigieron ante la residencia del primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, que sigue defendiendo la estrategia de presión militar contra Hamás como la vía más efectiva para liberar a los cautivos.
Esto sucede mientras los ataques israelíes en Gaza se han cobrado más de 29.000 muertos desde el inicio de la guerra el 7 de octubre.
Según la agencia oficial de noticias palestina Wafa, decenas de personas más fallecieron por la tarde del lunes.
Hubo ataques a Gaza ciudad, en Jan Yunis -entre ellos alrededor del Hospital Al Amal-, en la localidad norteña de Beit Lahia o en el campo de refugiados de Nusseirat. En este último lugar del centro de Gaza murieron varias personas y otras resultaron heridas tras el ataque contra una casa, según Wafa. La Media Luna Roja también evacuó a 18 heridos por ataques en la ciudad céntrica de Deir Balah.
Los últimos días es justo a esta zona central -en Deir Balah o campos de refugiados como Nusseirat o Al Bureij- donde decidieron moverse parte de los gazatíes evacuados a Rafah. Según pudo saber EFE, parte de ellos son vecinos del centro de Gaza que decidieron volver a sus casas ante el temor a una mayor ofensiva en el sur.
Aún así, no todos volvieron: parte de ellos tienen sus inmuebles destruidos, mientras que otros no están convencidos de ello ante los bombardeos israelíes y los combates aún vigentes en el área central.
Una de ellas es Amira, del campo de refugiados de Al Bureij en el centro de Gaza y evacuada con unos 15 familiares a Rafah.
Según explica por teléfono a EFE, tras mucho tiempo evacuada y sin haber podido volver a su casa, estos días consiguió viajar de Rafah a Al Bureij a través de una vía accesible, y aunque su casa no fue destruida, tiene miedo de volver ante “la dureza” de los ataques.
“Mi casa aún estaba en pie, pero casi todas las viviendas a su alrededor están destruidas”, dijo esta madre de familia de 55 años, que está hacinada junto a su marido y varios hijos y nietos en un edificio de cuatro plantas en Rafah donde hay casi 200 personas.
Según agrega, en el área central de Gaza tampoco hay acceso a agua corriente ni electricidad, en medio de la devastación generalizada, aunque remarca que parte de los vecinos a los que no se destruyó la vivienda han decidido regresar pese a los riesgos que esto supone.
“No hay lugar seguro en Gaza”, y ante el temor de una ofensiva en Rafah que también será peligrosa, “muchos prefieren volver a su casa y morir en ella”, concluye Amira, que por ahora apuesta por seguir como desplazada en Rafah a la expectativa de lo que suceda.