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Génova apuesta por un líder disciplinado para relevar a Basagoiti, que ficha por el Santander

El presidente del PP vasco, Antonio Basagoiti, acompañado de Arantza Quiroga e Iñaki Oyarzabal. / Efe

Andrés Gil

Génova lo tiene claro: no quiere renovarse en Euskadi. La retirada de su presidente vasco, Antonio Basagoiti, que se incorporará en unos meses al Banco Santander (uno más de los numerosos políticos que acoge la entidad), aunque todavía “no está cerrado”, según fuentes próximas al propio Basagoiti, abre la posibilidad de buscar un nuevo relato en el que ETA y su terrorismo no sean elementos centrales. Pero los actuales dirigentes del PP, a los cuales les importa mucho la sucesión en Euskadi, prefieren apostar por un perfil cómodo, como el que representa la expresidenta del Parlamento vasco Arantza Quiroga.

En todo caso, aún quedan por conocerse detalles clave para la sucesión, y es la fecha en la que Basagoiti abandonará sus cargos políticos para formar parte de la entidad presidida por Botín, todo indica que en México. Antonio Basagoiti padre fue presidente de Banesto, entidad propiedad del Santander, próximo empleador de su hijo.

Personas como el presidente del PP de Guipúzcoa, Borja Sémper, que sí podría disputar el puesto, se ha desmarcado públicamente en el transcurso de un desayuno informativo de la batalla sucesoria este mismo martes: “Si alguien cree que debo serlo y me llama para serlo, bien, pero no voy a participar ni en movimientos extraños ni en luchas internas ni en nada parecido”.

Otro dirigente del PP con raíces vascas, como Alfonso Alonso, exalcalde de Vitoria y portavoz del Grupo Popular en el Congreso, ha expresado que “nadie” le ha pedido nada, pero que “siempre” cumple “con lo que espera el partido” de él. No obstante, la opción de Alonso como presidente del PP vasco no parece factible en estos momentos, por su trabajo en la Cámara baja, en el que se siente muy a gusto. Si acaso, podría ser el encargado de pilotar la transición entre el adiós de Basagoiti y la elección del nuevo presidente del PP vasco. Esta transición también se le podría encomendar a Iñaki Oyarzábal, número dos de Basagoiti como secretario general.

Al margen del baile de nombres, de entre los cuales Quiroga sale como mejor situada, hay muchos dentro del PP, renovadores, que son conscientes de que el partido no puede seguir atrincherado en el discurso del antiterrorismo, toda vez que ETA ha dejado la violencia. “El PP puede articular un discurso interesante ahora, avalado por todo lo que hemos pasado, pero también novedoso. Los partidos hace tiempo que no saben interpretar lo que está en la calle, son muy conservadores, y aquí, sobre todo en Génova, se tiene miedo a la derecha mediática y a UPyD, en particular a que Rosa Díez pueda usar en Madrid como arma arrojadiza nuestro discurso en Euskadi. Pero es un error. Lo que hemos pasado aquí nos legitima para tener un discurso propio adaptado a los tiempos”.

Fuentes del sector renovador sentencian: “O intentamos romper esquemas, como cuando apoyamos a Patxi López sin pedir nada a cambio, y defendemos una regeneración en todos los ámbitos, o nos disolvemos en la maraña de partidos sin trascendencia en el Parlamento vasco”.

El Partido Popular rozó la lehendakaritza con Jaime Mayor Oreja en plena actividad de ETA en 1998 (Miguel Ángel Blanco fue asesinado en 1997), aliado con el PSE de Nicolás Redondo. Fue la segunda fuerza más votada (16 escaños, 20,13%). En 2001 aún creció dos escaños más, hasta los 18: entonces, la primera preocupación de los vascos era el terrorismo, con un 85%, hoy representa el 0,6% de las preocupaciones y ocupa el vigésimo lugar. Pero, desde aquellos comicios, no ha dejado de caer hasta los 10 escaños actuales, y ha pasado de segunda a cuarta fuerza del Parlamento vasco.

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