El giro a la izquierda acerca a Sánchez a sus socios y el Gobierno confía en que marque un punto de inflexión
Hacía tiempo que las bancadas de los grupos que sustentan al Gobierno no destilaban euforia. Y menos desde la debacle en Andalucía, donde la mayoría absoluta del PP hizo saltar las alarmas en Moncloa, pero también ha desatado el pánico en las fuerzas de izquierdas. Pero el giro que Pedro Sánchez ha imprimido a su discurso y el anuncio de medidas progresistas como los impuestos a las energéticas y a los bancos, tal y como venía reclamando Unidas Podemos, insufla algo de esperanza al principal partido de la coalición. Unidas Podemos considera haber vencido la pugna para que la parte socialista diera un giro a la izquierda y dejara de mirar a la derecha. En Moncloa dan por vencedor del debate sobre el estado de la nación a Sánchez, ven al PP desnortado y confían en que esto marque un nuevo punto de inflexión que catapulte las expectativas electorales de la izquierda después de conseguir, además, restañar las heridas con ERC, un socio clave que llegó a votar en contra de la reforma laboral.
La fractura con los republicanos se ha ido restañando en las últimas semanas con sendas reuniones del ministro Félix Bolaños con la consellera de Presidencia, Laura Vilagrà, para retomar las relaciones que saltaron por los aires con el escándalo del espionaje a líderes independentistas. El siguiente paso será la reunión de Sánchez con el presidente de la Generalitat, Pere Aragonés, este mismo viernes y la intención de convocar la mesa de diálogo próximamente. Por eso chocó a Moncloa el duro discurso del portavoz, Gabriel Rufián, contra el presidente sobre todo cuando sacó en la tribuna varias balas que según dijo habían sido utilizadas por la gendarmería marroquí en la valla de Melilla donde murieron 37 personas. “Un error imperdonable”, le reprochó después el socialista, con quien Rufián se disculpó al terminar su ‘cara a cara’.
Pero el Gobierno le resta importancia a ese enfrentamiento y prefiere celebrar la “normalización” de las relaciones con ERC. “Ni siquiera mencionó la palabra Pegasus”, expresan en Moncloa. La recomposición de las relaciones se visualizó en la aprobación de leyes y decretos que produjeron el jueves como epílogo del ‘macropleno’ de la semana. El Ejecutivo ya respiraba con alivio los días previos al contar con margen para que salieran adelante en contraposición de las votaciones de infarto de las últimas semanas. “Sale holgado”, decían el miércoles.
24 horas después, la coalición logró sacar adelante, a pesar de las críticas de sus socios habituales, el decreto anticrisis, el de estabilización del personal sanitario, la reforma del Poder Judicial para acelerar la renovación del Tribunal Constitucional –en este caso, con críticas de los aliados, que quieren cambios más profundos– y la Ley de Memoria, que también fue respaldada por la mayoría del bloque de la investidura, aunque con la abstención de ERC, que hace no tanto estaba en el no. Los republicanos votaron a favor de las otras tres iniciativas legislativas, algo que no sucedía desde abril.
Pacto de PSOE y PP para aumentar el gasto en Defensa
Distinto ha sido el juego de mayorías en el caso de las propuestas de resolución del debate sobre el estado de la nación, que conllevan un proceloso sistema de negociación de medidas que no tienen efectos jurídicos. Las sonrisas de la bancada socialista eran palpables tras la interminable votación al haber sacado adelante sus 15 propuestas de resolución, que recogían a grandes rasgos los anuncios que había hecho Sánchez durante su discurso. También ha aceptado una decena de enmiendas de distintos grupos parlamentarios (entre ellos Ciudadanos, ERC, Unidas Podemos o Más País) y ha pactado con el PP la apuesta por el incremento del gasto militar, que le enfrenta con Unidas Podemos y el resto de aliados de izquierdas. Los socialistas han perdido un puñado de las 138 votaciones: el PP ha conseguido el respaldo para exigir al Gobierno un incremento en las plazas MIR de médicos de familia; el Congreso ha pedido garantizar el acceso a medicamentos para enfermedades raras y el acceso precoz del ELA con el voto en contra del PSOE, que también ha visto cómo se aceptaban algunas enmiendas de grupos minoritarios como Foro.
En la cúpula socialista subrayan la importancia de aprobar leyes y decretos porque sus dirigentes ya contaban con tener divergencia de criterios en las propuestas de resolución. También el grupo confederal, que logró una transaccional con socios como ERC y EH Bildu para su resolución del debate del estado de la nación sobre Igualdad –que pide declarar los cuidados “derecho fundamental” y facilitar el aborto a mujeres que no pueden hacerlo en sus países–, resta importancia a las diferencias evidenciadas en el resto de las votaciones de las propuestas que, reconocen, son declaraciones de intenciones y no afectan a la coalición.
También quitan importancia a las advertencias que han hecho los aliados parlamentarios, y que se suman a las que llevan haciendo toda la legislatura. Lo hizo el propio Sánchez desde la tribuna en su réplica a Aitor Esteban: “Vamos a tratar, sin duda alguna, de mejorar. Yo algunas veces hablo con el Partido Socialista de Euskadi y no sabe lo que me dicen de la información que tienen de la parte del Partido Nacionalista Vasco. No lo digo como reproche, se lo digo más que nada, porque en todos lados cuecen habas, también en el Gobierno de Euskadi. Es verdad que tenemos todos que mejorar nuestra interlocución”. El PNV dejó claro, no obstante, que reniega de un posible acuerdo de su partido con el PP.
“Tenemos la iniciativa, vamos a por todas”, resumía un ministro. En las filas socialistas se frotan las manos con la estrategia que ha seguido el PP de Alberto Núñez Feijóo de centrar el discurso en ETA. Y agregaba: “La izquierda se ha activado y el PP queda en el rincón defendiendo a los poderosos. El centro vota al que representa un proyecto y la derecha no lo tiene”.
Cohesión de la coalición
Pero no solo el PSOE se da por victorioso. El entorno de la vicepresidenta segunda y coordinadora de los ministros de Unidas Podemos en el Gobierno, Yolanda Díaz, señala que las medidas que anunció Sánchez el martes son las que le llevan pidiendo que pusiera en marcha desde el grupo confederal en los últimos meses. Díaz no había sido informada, no obstante, previamente de lo que iba a anunciar el presidente, que fue incluso más allá de lo que planteaba el socio minoritario sobre los abonos de transporte, al declarar su gratuidad en aquellos que dependen del Estado hasta final de año, mientras Unidas Podemos proponía abaratarlos a 10 euros al mes.
Pero lo que más ha satisfecho las demandas del grupo confederal son las subidas de impuestos anunciadas por Sánchez, y que Podemos, IU o En Comú Podem llevan solicitando desde el inicio de la legislatura y, especialmente, a raíz de las crisis de la pandemia, primero, y de la guerra en Ucrania, después.
A pesar de haber reconducido las últimas votaciones antes del parón estival, tanto en el PSOE como en Unidas Podemos son conscientes de que los choques seguirán y de que las negociaciones no van a ser fáciles de cara principalmente a los Presupuestos. Mientras el socio mayoritario descarta una reforma fiscal integral, Díaz pide ya un nuevo impuesto a las grandes empresas que confía en poder consensuar con el PSOE en los próximos meses.
La antesala de los Presupuestos
Por ahora la vicepresidenta segunda se confiesa satisfecha con los pasos dados esta semana a raíz del discurso de Sánchez. Fuentes de la dirección de Unidas Podemos señalan que esa intervención ha permitido mantener el bloque de la investidura, pese a las críticas de los socios por la forma de negociar del Gobierno y por no haber sido contactados previamente por el equipo del presidente para darles a conocer las medidas que se iban a anunciar en el debate sobre el estado de la nación.
Aunque en Moncloa ocultaron expresamente los planes y evitaron conceder a Díaz una reunión de la mesa de seguimiento del acuerdo solicitada con urgencia en los días previos al debate, sostienen que ha servido para “cohesionar aún más al Gobierno progresista”. Lo que rechazan es haberse sentido arrastrados por la presión del socio minoritario: “Este es un Gobierno de coalición progresista. El presidente ha anunciado medidas progresistas dirigidas a proteger a las clases medias de este país”.
No es la visión que tienen en la cúpula de Unidas Podemos, donde sostienen que han sido sus propuestas las que han servido para atraer a los socios de la investidura, a pesar de que no se votarán hasta el próximo periodo de sesiones. “El bloque se reconstituye sobre todo con la decisión de Sánchez de llevar el discurso que llevó el martes”, explican fuentes de la máxima responsabilidad del grupo confederal. La única crítica que se hace desde Unidas Podemos tiene que ver con la reforma del Poder Judicial. El grupo confederal considera que debería elegirse a través de un sistema de mayorías parlamentarias similar al que se escoge al presidente del Gobierno, lo que, según explican, ayudaría a que los socios también tuvieran poder de decisión en la elección del máximo órgano de los jueces, fidelizando aún más la relación con el Ejecutivo.
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