En funciones y sobre todo en precampaña, el Gobierno mide al milímetro cada movimiento antes del 26 de mayo. Pedro Sánchez ha iniciado una ronda de contactos con los grupos parlamentarios con el objetivo de “normalizar” las relaciones institucionales en la que ha incluido a PP, Ciudadanos y Unidas Podemos pero no a Vox. A Pablo Casado le ha otorgado el papel de jefe de la oposición pese a la distancia mínima que le separa de Ciudadanos, y el líder conservador se ha enfundado ese traje. Tanto el Gobierno, como el PP aprovechan la situación para presionar a Albert Rivera para que facilite la gobernabilidad con una abstención en la investidura.
Sánchez recibe al líder de Ciudadanos en Moncloa este martes, una cita que no llegó a producirse en verano, cuando el presidente socialista anunció una ronda con los portavoces parlamentarios que acabó en Pablo Iglesias. A Rivera, que le ha afeado que llevan “meses y meses” sin hablar personalmente, no llegó a llamarle. El encuentro se produce un día después de que por allí pasara Casado, a quien Rivera pisa los talones, y que empieza a sentir el rumor de las críticas de su partido.
Casado se escuda en esa mínima diferencia en escaños para rechazar una abstención que facilite la investidura de Sánchez, que es lo que se exigió al PSOE hace tres años y que se llevó por delante al líder socialista –que era entonces líder de la oposición–. “Nosotros no podemos facilitar este Gobierno, pero podemos entender que otros partidos que respetan la Constitución y la unidad de España consideren hacerlo”, ha dicho Casado invitando a Rivera a hacerlo.
Aunque ha llevado al PP a su peor resultado histórico, Casado ha aprovechado la oportunidad para dejar claro que sigue por delante de Ciudadanos y ha reivindicado el bipartidismo.
El PSOE tampoco ha desperdiciado la ocasión y se ha sumado a la presión sobre Rivera, que también le llega desde la CEOE y otros poderes económicos, como los bancos. “En un momento dado se presionó mucho con el argumento de la estabilidad para que el PSOE se abstuviera”, ha recordado el ministro de Fomento en funciones y secretario de Organización, José Luis Ábalos, sobre el momento más duro que los socialistas han sufrido en su historia contemporánea y que partió en dos a la organización a costa de la decisión sobre facilitar el Gobierno de Rajoy o conducir al país a terceras elecciones.
“Ciudadanos ejerció mas presión si cabe que el PP”, ha continuado Ábalos en su reproche: “Los argumentos serían los mismos”. En plena precampaña para las europeas, municipales y autonómicas, el PSOE se suma a la presión sobre Ciudadanos para que garantice la estabilidad de España, consciente de que compite con la formación de Rivera por el electorado más moderado. “Por tanto, deberían actuar en consecuencia. No sé si pedir coherencia sería demasiado pero es lo normal”, ha concluido el dirigente socialista.
En las filas socialistas miran a Unidas Podemos como socio preferente. “Hemos escuchado la voz de nuestra militancia”, dijo la portavoz del Gobierno, Isabel Celaá, preguntada por la posibilidad de que se reeditara el 'pacto del abrazo' con el que Sánchez trató sin éxito de llegar a Moncloa en 2016. “Con Rivera, no”, clamaron los simpatizantes congregados en Ferraz para celebrar la victoria el 28 de abril.
La relación entre Sánchez y Rivera es más que fría desde su acuerdo hace tres años y quedaron completamente rotas en la moción de censura. Rivera le ha llegado a llamar “okupa”, le dijo que había entrado “por la puerta de atrás” a la Moncloa, calificó su acuerdo con Unidas Podemos y los nacionalistas como “Gobierno Frankenstein” y le acusó de ser “cómplice de los amigos de ETA” por dejarse apoyar por Bildu en la moción. Y Sánchez le devolvió los golpes acusándole de “mentir, de ”no tener palabra“, de ensayar sus discursos ”frente al espejo“, de ”soplar y sorber al mismo tiempo“ y de ”vivir a costa de la confrontación territorial“.
Rivera rechaza dejar gobernar a Sánchez
Los dos debates electorales sirvieron para comprobar que Rivera no va a bajar ni un ápice el tono de máxima dureza contra Sánchez al que ha colocado un cordón sanitario negándose a pactar con su partido y a negociar también su investidura. El nulo afecto que Rivera siente por el presidente lo demostró de nuevo la misma noche electoral. El líder de Ciudadanos se limitó a felicitar a Sánchez en la comparecencia pública que hizo en la puerta de la sede de su partido, ante sus simpatizantes, arropado por su Ejecutiva. “Yo felicito al ganador. Soy un demócrata. Nosotros no vamos a rodear el Parlamento como hizo el PSOE porque no le gustaron los resultados en Andalucía”, exclamó Rivera pasadas las doce de la noche. Pero ni le envió ese domingo un mensaje ni le llamó, como otros líderes, empezando por Casado. El lunes de la resaca electoral el secretario de Organización del PSOE, se lo afeó y fue entonces cuando Rivera mandó un mensaje al presidente en funciones.
Con ese panorama, Rivera se verá con Sánchez, a quien trasladará que está dispuesto “a liderar la oposición” y que será “firme y con sentido de Estado”, según fuentes de Ciudadanos. A pesar del reconocimiento de que el jefe de la oposición es Casado, Rivera pretende erigirse ante Sánchez en esa posición porque considera que se la otorga el gran crecimiento de su partido en las urnas. Pese a las presiones que recibe de sus rivales y los poderes económicos, el líder de Cs reiterará su negativa a negociar cualquier acuerdo ni de investidura ni de legislatura, aunque no se cerrará a pactos en los grandes temas de Estado, como Catalunya o la Educación.
También pretende rechazar “la brutal subida de impuestos” que a su juicio va a probar su nuevo Gobierno y que “perjudicarán a los autónomos y a las familias” –aunque esencialmente afecta a grandes empresas y rentas altas–, advirtiéndole del “peligro” de que porque ponga la economía “en manos de los populistas” de Unidas Podemos. Rivera ya dijo la noche electoral que él sería “respetuoso con la economía de mercado”. Junto a esto, trasmitirá a Sánchez su “gran preocupación por que vuelva a pactar con los nacionalistas que dan golpes de Estado y no respetan la Constitución”, pidiéndole de nuevo que no indulte a los dirigentes del procés.
En definitiva, según resumen en Ciudadanos: “Nos sentaremos en la oposición para vigilar al Gobierno”. Así se lo dirá Rivera a Sánchez este martes en la primera reunión que celebran a solas desde hace años.
Sánchez quiere un Gobierno monocolor
La aspiración de Sánchez es gobernar en solitario y así lo ha reiterado su equipo en la víspera de su reunión con Pablo Iglesias, que es su socio preferente para sacar adelante la investidura, aunque la pretensión es lograr acuerdos a lo largo de la legislatura mirando también a PP y Ciudadanos, con quien en Moncloa creen que lograrán rebajar la tensión tras los comicios.
Iglesias, sin embargo, reivindicará un gobierno en coalición, tal y como ha reiterado en la reunión del Consejo Ciudadano de Podemos. “Estamos apostando por un Gobierno del PSOE con acuerdos programáticos. En este caso tenemos una experiencia positiva con Unidas Podemos”, ha expresado Ábalos, que ha asegurado que de la “agenda social” en la que se ha trabajado en los últimos meses en connivencia con Iglesias “queda mucho por desarrollar todavía”.
En Moncloa se lavan las manos al asegurar que en esta primera ronda de contactos de Sánchez con los tres líderes del resto de partidos principales no está previsto abordar los pactos postelectorales, pero confían en gobernar gracias al apoyo de Unidas Podemos, PNV, Compromís y el Partido Regionalista de Cantabria –más la abstención de ERC– e incluso que el Supremo suspenda a los diputados independentistas que están siendo juzgados por el procés permitiendo que la mayoría absoluta esté en 174 votos a favor –en vez de 176– y los alcance sumando a los dos diputados de Coalición Canaria. Lo que traslada el equipo de Sánchez es seguridad en que seguirá en Moncloa: “La política pasa por Sánchez. Ha quedado claro su liderazgo frente a la fragmentación de la derecha”.