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El Gobierno y el PP profundizan en su brecha durante la pandemia sin posibilidad de pactos a la vista

La reedición de un gran pacto de Estado en este caso para la reconstrucción del país cuando pase la emergencia sanitaria de la COVID-19 se antoja misión imposible. Con más de 18.000 personas fallecidas por el coronavirus y con los españoles confinados desde hace un mes, las posiciones del Gobierno y el principal partido de la oposición están más alejadas que nunca.

El PP se ha lanzado al ataque constante contra el Gobierno de Pedro Sánchez por la gestión de la crisis y no pretenden darle tregua. Ni siquiera cerrar una cita para el primer contacto exploratorio es una tarea fácil: los de Pablo Casado dejan patente su malestar retrasando el encuentro con el presidente mientras Moncloa apremia dejando clara la total disponibilidad de Sánchez los próximos días.

En Moncloa consideran que la única forma de enfrentar la crisis del coronavirus y sus posteriores consecuencias económicas y sociales pasa por un gran acuerdo en el que se involucre a las fuerzas políticas, pero también a los agentes sociales y las comunidades autónomas. A todos ellos les ha hecho múltiples llamamientos Sánchez, aunque no ha trasladado una propuesta concreta. Los socialistas consideran que Casado no se podría quedar fuera de una negociación en la que sí estén implicados otros actores, como la patronal. Por eso se esforzarán por mantener sentados en la silla a todos los agentes forzando que el PP se vea obligado a ceder.

No obstante, el argumento del Gobierno contra los conservadores si ponen trabas a los posibles entendimientos es claro: situar a Casado en la pugna con la extrema derecha de Vox y arrinconarle en ese espacio político. “Los españoles no entenderían que en una crisis de esta dimensión no logremos aparcar por un tiempo la diferencia ideológica y los reproches acumulados”, ha reiterado la portavoz, María Jesús Montero. “Dejen de competir con Vox y vuelvan a la Constitución y al patriotismo”, le ha dicho el vicepresidente segundo, Pablo Iglesias, al vicesecretario general del PP, Teodoro García Egea.

Mientras tanto el Ejecutivo seguirá con la mano tendida al PP, con quien evita –sin éxito en ocasiones- entrar en el cruce de reproches. Esa es la estrategia que Sánchez inició esta legislatura, cuando pretendió mantener los puentes con el principal partido de la oposición y mostrar mano dura con la extrema derecha. Ya entonces el presidente planteó llegar a posibles pactos de Estado con el principal partido de la oposición, pero la crisis del coronavirus ha cortocircuitado todos los planes.

Casado siempre ha tenido la puerta cerrada a llegar a ese tipo de entendimientos con el Gobierno de coalición entre PSOE y Unidas Podemos y tampoco ha visto con buenos ojos el actual llamamiento a un gran acuerdo de “reconstrucción”, –que llegó a ser bautizado por el propio presidente como “unos nuevos Pactos de la Moncloa”– al considerar que se trata de un “señuelo” del líder socialista para hacer “propaganda” y esquivar sus responsabilidades en la “mala gestión” del coronavirus. En el doble discurso que caracteriza su estrategia prácticamente desde el inicio de la epidemia, el líder del PP es capaz de prometer “lealtad” al Gobierno mientras se queja al mismo tiempo de la falta de comunicación de Sánchez hacia el principal partido de la oposición y, a renglón seguido, insulta al jefe del Ejecutivo con términos como “arrogante”, “mentiroso” o “ineficaz”.

El hecho de que el martes el Gobierno optara por anunciar su intención de convocar a Casado a una reunión con Sánchez para este jueves durante la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros y sin haber realizado previamente una comunicación directa con el líder del PP servía a los populares para reafirmarse en su rechazo a unos pactos de los que, dicen, solo se conoce “el trampantojo del título” pero no su contenido. “Este es el espíritu de pactos del Gobierno”, lamentaban desde Génova 13 tras enterarse de la reunión que pretendía mantener Sánchez con Casado por la comparecencia ante los medios de la portavoz del Ejecutivo, María Jesús Montero.

Casado dilata la primera reunión

Apenas unos minutos después de la rueda de prensa sí hubo una comunicación directa de la secretaria personal del presidente del Gobierno a la del líder de la oposición. Pero este contacto tampoco fue válido para la dirección del PP, que inicialmente aseguró que Moncloa no se había puesto en contacto con Génova. Entonces el jefe de gabinete de Casado, Pablo Hispán, telefoneó a su homólogo en la Moncloa, Iván Redondo, para pedirle explicaciones. La conversación, sin embargo, no sirvió una vez más para cerrar el encuentro. Fuentes de la dirección popular explican que el líder del PP ya tenía agenda cerrada para este jueves. Sin dar más detalles, justificaban así que finalmente se haya pospuesto la reunión a “los inicios de la semana próxima”, tal y como explicaron los populares este miércoles al mediodía, en un duro comunicado contra el Gobierno.

“Consideramos que no hay nada más importante que estas reuniones”, expresaban fuentes gubernamentales ante las trabas del PP al mismo tiempo que agradecen que la mayoría de fuerzas parlamentarias hayan aceptado el llamamiento de Sánchez para explorar posibles entendimientos. Para que quede claro que es Casado quien retrasa el encuentro telemático, Moncloa envió un comunicado en la tarde del miércoles en el que aseguraba que “cada minuto cuenta en esta tarea”: “El presidente muestra su plena disposición a reunirse por videoconferencia con el líder del PP mañana, el viernes o el sábado, cuanto antes. No es el momento de la confrontación, sino el de la unidad”. Vox plantará al presidente.

Casado había vuelto a evidenciar su nulo interés en un gran acuerdo unas horas antes, durante la sesión de control al Ejecutivo, la primera tras el decreto del estado de alarma del 14 de marzo. Pese a las constantes apelaciones a la unidad de Sánchez, que durante la sesión trató de evitar el cuerpo a cuerpo con el líder del PP, Casado optaba en cambio por mantener sus ataques al Gobierno. “De usted ya no se fía nadie, ni sus socios”, le espetaba Casado a Sánchez. “Usted no es el rey por mucho que nos invoque a una ronda de consultas”, ironizaba, en alusión a la polémica convocatoria a la reunión realizada por el jefe del Ejecutivo.

Una propuesta aún sin concretar

“Si usted quiere pactar algo, hagámoslo con luz y taquígrafos”, pedía Casado enmarcando en el Congreso y otras instituciones, como la Conferencia de Presidentes, los lugares en los que se deben ir llegando a acuerdos. “No nos meta en su teatro de guiñoles, cuando no sabe ni el guion ni los personajes. Solo tiene claro que todos debemos ser responsables de sus errores cuando caiga el telón”, añadía, en alusión a la oferta de “los nuevos Pactos de la Moncloa” planteados por Sánchez. “A usted solo le importa el poder y a nosotros solo nos importan los españoles”, concluía.

Posteriormente el PP hacía público el comunicado en el que volvía a reflejar su rechazo al formato que reclama el presidente del Gobierno. A juicio de la dirección de los populares “no es creíble la voluntad de pacto de Pedro Sánchez después de intentar volar todos los puentes insultando a Pablo Casado en la misma sesión que le apoyaba la medida más drástica de nuestra historia democrática en la que sus socios le retiraron el respaldo. Y cuando solo le ha dedicado 4 minutos por teléfono en los últimos 24 días, y le informa de sus reuniones por la prensa”. Sin embargo, en Moncloa aseguran que desde que estalló la crisis sanitaria a principios de marzo el presidente ha contactado en cuatro ocasiones con el jefe de la oposición.

Los populares denunciaban, además, que Sánchez “aún no ha detallado ni el contenido ni los participantes de unos pactos a medio plazo, que solo pretenden corresponsabilizar a los demás de sus errores”. “La base para cualquier acuerdo es la confianza, pero ya nadie se fía de él. Ha engañado tanto a tanta gente que ya no le creen ni sus propios socios. Solo le importa el poder. Pero al PP solo le importan los españoles. Esa es la verdadera distancia que nos separa”, zanjaban.

Desde que hace dos semanas Sánchez propuso por primera vez unos pactos de “reconstrucción” del país, el líder del PP los ha rechazado una y otra vez. “Diálogo sí; pero cambio de régimen, no”, sostuvo Casado el pasado día 6, en su primera comparecencia pública tras conocerse la propuesta del presidente del Gobierno. El PP sí ha apoyado los decretos de estado de alarma y sus prórrogas, aunque no las medidas económicas para paliar las consecuencias económicas de la pandemia, como el decreto que prohibió los despidos.

El PP obvia su gestión en las autonomías

La estrategia que ha seguido el presidente del PP durante toda la crisis sanitaria ha sido lanzar una dura ofensiva contra Sánchez por su gestión del coronavirus en plena pugna con Vox por ver quién es más duro en la oposición para tratar de hacer caer el Gobierno. Casado ha llegado a responsabilizar al jefe del Ejecutivo de las más de 18.000 muertes provocadas por el virus, e incluso le ha acusado de “mentir” en las “cifras reales” de las víctimas, pese a que son las comunidades autónomas, muchas de ellas gobernadas por el PP – la Comunidad de Madrid, Andalucía, Galicia, Murcia y Castilla y León– las encargadas de ofrecer esos datos al Gobierno central.

En todo momento Casado ha obviado la gestión de su propio partido en esas autonomías que gobierna y que tienen transferidas las competencias en sanidad. Pero el silencio del líder del PP resuena especialmente en Madrid, que se ha convertido en una de las zonas del mundo donde la pandemia ha golpeado con más fuerza: es la autonomía con más casos y muertes en España –casi 50.000 y 6.400 respectivamente, según las últimas cifras oficiales– , además de haber registrado desde el inicio de la emergencia el fallecimiento de 6.056 ancianos en sus residencias –sobre las que también tiene competencias–, 4.953 confirmados o con síntomas de coronavirus.

Y, a pesar de la instrucción de Sánchez de no entrar en el intercambio de reproches con el resto de fuerzas, los socialistas sí han tratado de situar al PP en ese espejo. Lo hizo el propio Sánchez en el primer debate de la prórroga del estado de alarma, cuando recordó que los conservadores no se habían preocupado por la falta de material, por ejemplo, hasta el 14 de marzo, cuando el Gobierno asumió el mando único, pese a que esa competencia había estado hasta entonces en manos de los gobiernos autonómicos.

También lo han hecho los portavoces parlamentarios, con especial dureza por parte de la número dos del PSOE, Adriana Lastra, que reprochó a los conservadores la gestión en las residencias de mayores -que son competencias autonómicas- o las privatizaciones: “El Partido Popular robó más de 3 millones de euros en los centros de salud y en siete hospitales madrileños, esos hospitales en los que hoy faltan camas”. La portavoz socialista acusó a Casado de “deslealtad” mientras le conminaba a sumarse a un gran pacto: “Equivocarse una vez puede ser un error, pero ustedes se equivocan sistemáticamente siempre, y eso ya no es un error, es una estrategia, una estrategia indigna y dañina para este país que tanto dicen amar, pero al que no paran de dividir y enfrentar. Llueve sobre mojado (...), se ve que ahora tampoco podemos contar con usted. Señor Casado, este error le perseguirá toda su vida”.

Pese a las cifras, el líder del PP quiere enfocar el mensaje en que el único culpable de los fallecimientos es Sánchez, que no se comunica con él tanto como le gustaría y que, por tanto, no merece el respaldo de su partido para un gran acuerdo de Estado. Este martes, la dirección popular envió un argumentario a sus dirigentes instándoles a atacar esos pactos planteados por el presidente del Gobierno.

“Nadie cree su pacto ni su relato”, sostiene el PP en el citado argumentario al que tuvo acceso eldiario.es, y en el que la dirección popular considera la propuesta del jefe del Ejecutivo como “propaganda y más propaganda”. “Sánchez exige unidad”, apunta el texto, “pero todavía no ha desautorizado a Adriana Lastra por sus graves insultos contra el PP en el Congreso. Exige lealtad pero arremete contra las autonomías y miente sobre las negociaciones con los agentes sociales”.

La estrategia de la dirección del PP sigue paso a paso la dictada por la Fundación FAES del expresidente del Gobierno José María Aznar, padrino político de Casado, que el martes también descalificó la propuesta de pactos de Sánchez. “Resulta que la izquierda coaligada para la confrontación a campo abierto con la mitad de los españoles, propone grandes pactos transversales”, denuncia el think tank conservador. Para FAES, la española es “una izquierda inasimilable a cualquier otra izquierda europea porque en ninguna otra parte de la Unión gobiernan los comunistas, rearmados en España con el repudio del compromiso constitucional de sus antecesores”.

No obstante, aunque la fundación considera que “una izquierda dogmática y sectaria en un gobierno fallido son interlocutores muy poco prometedores”, la organización cree que “si el presidente del Gobierno convoca, hay que acudir”, aunque para conformar “un acuerdo para la estabilidad y la continuidad básica de las políticas económica, fiscal y laboral en los próximos años”. Es lo mismo que propone Casado.

El Gobierno reconoce que hay sectores que pretenden romper la coalición de PSOE y Unidas Podemos aprovechando la crisis que deja la pandemia, pero ha advertido de que no será una moneda de cambio en la negociación de un gran pacto de reconstrucción. “Este es un Gobierno fuerte y cohesionado con la capacidad de poder impulsar esta gran convocatoria al conjunto del país. A eso llamamos al resto de formaciones, no para ventajas partidistas o deseos que no se van a producir”, zanjó la portavoz del Ejecutivo en referencia a las palabras de la fundación de Aznar.

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