El gran dilema de Sánchez
Este lunes no será un lunes cualquiera. Tanto si Pedro Sánchez sigue en el cargo como si anuncia que abandona, en una comparecencia desde la Moncloa que finalmente se producirá a las 11 de la mañana. Ninguno de los dos escenarios será inocuo. Ni para el PSOE, ni para el Gobierno, ni para el país. España se mueve en estas horas entre la perplejidad y el odio. Entre los partidarios de que el presidente del Gobierno siga en su cargo y los que no le dan una tregua siquiera de 72 horas para que resuelva su propio dilema. Y aunque no hay códigos políticos que sirvan para analizar una crisis conyugal ni manuales para el colapso emocional de un jefe de Gobierno, aún hay quien sólo tiene certezas. Cero dudas. ¡Enhorabuena a los clarividentes y a quienes sin información ya tienen todas las claves, los motivos y hasta el futuro de Sánchez!
[ACTUALIZACIÓN | Sánchez decide quedarse]
Acostumbrado a sorprender a propios y extraños, el presidente ha mostrado en estos días un registro del pedrismo hasta ahora desconocido: el de un hombre “profundamente enamorado de su esposa que vive con impotencia el fango que sobre ella esparcen día sí y día también” y que se pregunta si ante ello merece la pena seguir. Ha anulado la agenda, se ha encerrado con su familia en la residencia presidencial y ha dado largos paseos con su esposa, Begoña Gómez, por los jardines de La Moncloa mientras Gobierno y PSOE se volcaban en convencerle para que siga adelante. De hecho no ha tenido contacto con ningún ministro a lo largo de todo el domingo y todos han quedado a la espera de que lo haga el lunes.
Ni la efusiva demostración de apoyo de la militancia ante las puertas de la sede socialista, ni los emotivos discursos de sus colegas del Comité Federal le han sacado de la duda. “Pasan las horas y no emite. Es la peor señal de todas”, expone un ministro que dibuja a un presidente que “ha colapsado”, está “emocionalmente desnortado” y “se siente incapaz de defenderse de la avalancha de la derecha política, judicial y mediática contra su esposa y a la vez desempeñar al ciento por cien la presidencia del Gobierno”.
El escenario más deseado entre la dirigencia, pero no el más seguro, es que el jefe del Ejecutivo haya sopesado en estos cuatro últimos días el impacto de su decisión, reconsidere la misma y todo esto acabe con una reflexión colectiva sobre los límites de la refriega política y la toxicidad que desprende la esfera pública. No parece, a tenor de las declaraciones que encadenan ante los micrófonos y en sus redes sociales, los dirigentes de la derecha y la ultraderecha, acompañados de sus respectivas trompeterías.
“Lo que está en juego es la convivencia”
El moderado Feijóo, el hombre que dijo que no venía a insultar a Sánchez, ha convertido a Sánchez en un émulo de Franco y ha dado por cerrada su etapa decida lo que decida porque “estará marcado para siempre por la decadencia y la ruptura que ha traído a España”. Y sin embargo, desde la izquierda sostienen que lo que está en juego no es “la continuidad de un presidente, ni de un Gobierno, sino la convivencia del país”.
Entre los socialistas, lo cierto es que domina el pesimismo. Tanto que este domingo por la tarde se podían contar con los dedos de una mano y sobraba más de uno, a los dirigentes que creían que Sánchez seguirá al frente de la Presidencia, después de cinco días de reflexión. A la espera de que se despeje este lunes la incógnita, en Moncloa y en Ferraz admiten que hay mucha preocupación y añaden que hay riesgo cierto de que dimita. Muchos son los que ven que esta puede ser la opción más probable. Y, aunque todos dicen no tener un plan B ante la más que probable renuncia, se han empezado a verbalizar ya los posibles escenarios.
¿Montero o Zapatero?
¿Elecciones anticipadas? “En ningún caso. Eso ya pasó en Portugal con António Costa y ya hemos visto cómo ha acabado”, responden prácticamente con idénticas palabras dos ministros. “Hemos votado hace apenas nueves meses y no vamos a entregar el gobierno a una derecha irresponsable. Sería una traición al electorado progresista”, añade un tercero, que además apunta que los comicios no podrían celebrarse hasta la última semana de julio. La vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, hablaba en los mismos términos que los socialistas al proclamar que “nadie va a doblegar al Gobierno” y “se respetará la legalidad democrática” frente a una derecha y una extrema derecha a quienes “les queda tiempo de estar en la oposición”.
En estos días, el sanedrín de colaboradores más cercanos a Sánchez, entre los que se encuentran Montero, Bolaños, Puente, Santos Cerdán y Óscar López, ha tratado de crear un clima político para que el presidente y sobre todo, Begoña Gómez, decidan que merece la pena seguir, pero si no fuera así todos coinciden en que el Gobierno debe continuar. No el actual, claro, que cesaría en el mismo instante en que Sánchez dimitiera, si bien permanecería en funciones hasta la llegada de un nuevo gabinete, tal y como establece el artículo 101 de la Constitución.
Ante esa hipótesis, la actual vicepresidenta primera, María Jesús Montero, es el nombre que muchos creen que estaría llamado a afrontar una nueva investidura y lograr los apoyos necesarios entre los actuales socios parlamentarios. “Sería ésta la sucesión más jerárquica, rápida y sin discusiones”, apunta un socialista que también escuchó de Montero en estos días que ella no estaría por la labor. En el hervidero de especulaciones en el que se ha convertido el PSOE, también hay quien apunta que ante esta insólita situación habría que buscar un candidato “con autoridad en el PSOE y además con predicamento entre los actuales socios de legislatura”. Y ese sólo podría ser, coinciden varios socialistas, José Luís Rodríguez Zapatero, a quien sus más cercanos sin embargo no ven hoy dispuesto a afrontar esa tarea.
Teorías y elucubraciones hay de todo tipo teniendo en cuenta que además de su continuidad al frente de la Presidencia, Sánchez debe decidir también si sigue al frente o no de la secretaría general del PSOE hasta la convocatoria de un congreso extraordinario cuya hoja de ruta determine él mismo. Si no es así, su renuncia obligaría a una gestora que tendría que convocar primarias para elegir al próximo líder y, antes de 90 días, poner fecha al cónclave excepcional.
Lo que ocurrirá en las próximas semanas es algo que nadie sabe. Tampoco el impacto que tendrá la decisión de Sánchez en las elecciones catalanas, en las que Salvador Illa partía como claro favorito entre otras muchas cuestiones por la conexión que el candidato socialista tiene con las políticas desplegadas por Sánchez en Catalunya y que, ahora, quedarían cuando menos en pausa.
ERC y Junts tratan de que la decisión del presidente no condicione las elecciones del 12 de mayo mientras el PSC contiene la respiración y redobla sus muestras de apoyo al líder del PSOE. La plana mayor de ERC se desplazó este domingo hasta Ginebra para reivindicar su “resistencia” durante los 93 años de historia de la formación frente a la extrema derecha mientras Puigdemont volvía a advertir al electorado: “O ponemos el país en manos de un tripartito que irá a Madrid a recibir instrucciones, o ponemos Catalunya en manos de un president que vaya a Madrid a dar instrucciones y a plantar cara”
Todo esto mientras, miles de personas se manifestaron este domingo por la tarde bajo el lema “Por amor a la democracia” y se dirigían hacia el Congreso de los Diputados para denunciar que los “chantajes y bulos no pueden socavar la democracia” y la Asociación Juezas y Jueces para la Democracia (JJpD) reclamaba que las denuncias de ciertos casos no se conviertan en “arma política”, en referencia a las diligencias abiertas por un juzgado de Madrid sobre la esposa del presidente. La misma organización admite en un comunicado la “delicada relación” entre justicia, política y medios de comunicación.
Lo dicho: decida lo que decida Sánchez, este lunes no será un lunes cualquiera de la política española.
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