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Los guardias civiles de Alsasua hablan de “pelea”, aseguran que temieron por su vida y que nadie les ayudó

Los guardias civiles que denunciaron la agresión del 15 de octubre de 2016 en el bar Koxka de Alsasua se han referido este martes a lo que sucedió como a una “pelea” y han asegurado que ante los “golpes, empujones y tirones” que recibieron llegaron a temer por su vida. Así lo han declarado durante la segunda sesión del juicio del caso que ha tenido lugar en la Audiencia Nacional en la que también han declarado sus respectivas parejas.

El teniente ha relatado lo sucedido aquella noche como un “calvario eterno”, y ha refutado las declaraciones que efectuaron ayer los acusados, que negaron haber participado en la agresión. Ha asegurado que entre los agresores sí estuvieron Jokin Unamuno –“de los más activos al empezar la pelea, el que motivó el inicio de la pelea”– y Adur Ramírez, dos de los encausados que están en prisión provisional, Julen Goikoetxea –en libertad provisional– y que Oihan Arnanz –el tercero encarcelado- estaba cerca de él mientras recibía golpes por la espalda.

En su declaración, el agente ha asegurado que, la noche del 14 de octubre de 2016 él y su pareja decidieron salir a cenar con el sargento de la guardia civil y su novia dado que éstos llevaban poco tiempo en Alsasua. Tras cenar en el restaurante de los padres de María José, novia del teniente, decidieron acudir al bar Koxka, un local al que iba “habitualmente” porque tenían un vino que le gustaba especialmente. Ha señalado que el bar “no era del tipo abertzale” y que no acudía allí gente “abertzale”, sino que estaba frecuentado por gente “normal”.

El teniente ha ratificado la versión de la Fiscalía, al señalar que entraron en el Koxka sobre las dos de la madrugada del día 15 de octubre de 2016. Que pidieron varias consumiciones y que él suele beber ginebra con 7 up. Aunque no recuerda exactamente lo que pidió ese día, sí ha asegurado que fue una bebida con alcohol. Ha explicado que había “buen ambiente” en el local, aunque, como en otras ocasiones, sí que vio que había gente que se fijaba en ellos y que incluso los señalaban. Todo estuvo tranquilo hasta que él mismo fue al baño. Al salir, un joven al que ha identificado como Oihan Arnanz le preguntó si era “madero” y otro, que ha señalado que fue Jon Ander Cob, otro de los acusados, le trató de impedir el paso, aunque finalmente lo esquivó. Después les lanzaron varios vasos de chupito de plástico vacíos y no le dieron importancia.

Siempre según su versión, posteriormente entró al bar Jokin Unamuno, que directamente se acercó al grupo de los guardias civiles y se encaró con el sargento. El teniente se interpuso y le dijo que les dejara en paz pero fue entonces cuando “empezó el jaleo” y tanto el propio teniente como su pareja y el sargento y su novia empezaron a recibir “golpes por la espalda” así como patadas “en la cabeza y la espalda”. Recibió, ha insistido, “patadas y golpes de todo tipo”, por lo que decidieron salir del bar. Justo en la puerta, vio a Adur Ramírez y a Julen Goikoetxea –a los que ha identificado “sin ninguna duda”– dándoles puñetazos y, una vez fuera, cayó al suelo. “Estaba muy aturdido pero conseguí hacer un par de llamadas”, ha señalado.

Una vez en el suelo, al teniente le golpearon “constantemente”, aunque “sobre todo en la cabeza”. Y estaba rodeado de “entre 15 y 20 personas. Preguntado por la Fiscalía, el teniente ha asegurado que nadie le ayudó. ”Nadie se acercó a mí a ayudarme“, ha recalcado, antes de asegurar que temió por su vida. ”Perdí la noción de estar ahí y me estaba yendo. No podía hacer nada y veía que eso no cesaba“, ha apuntado.

Así, y aunque continuamente se ha referido a lo sucedido como una “pelea”, ha asegurado que el único momento en el que se enfrentó a los supuestos agresores fue a las puertas del bar Koxka, pero que su interés no era mantener ningún conflicto sino que lo que quería “era salir de ahí”. No ha considerado que él y sus compañeros “provocaran” a los atacantes, y ha asegurado que no querían causar ningún perjuicio nadie.

También ha indicado estar “seguro” de que todos los atacantes conocían que tanto él como su compañero eran guardias civiles. Y ha descrito el clima que se vivía en Alsasua como de “muy peculiar” para los agentes y sus familias. Ha explicado, por ejemplo, que nada más llegar al pueblo le recomendaron evitar ciertos bares y que, tras la agresión, tuvo que solicitar un traslado ante el riesgo de que cualquier actuación que llevara a cabo fuese interpretada como “una provocación” por los vecinos. Asimismo, ha identificado a varios de los acusados como participantes en actos como el Ospa Eguna –jornada dedicada a pedir la salida de los fuerzo y cuerpos de seguridad del Estado de Navarra– y ha asegurado que Jokin Unamuno figuró como el convocante de uno de esos actos.

El sargento, el otro guardia civil que denunció la agresión, ha relatado la misma versión que su compañero y ha lamentado que de todas las personas que presenciaron el ataque “nadie” les ayudó, e “incluso algunos jaleaban la agresión”. También ha recordado haber escuchado varios insultos de los jóvenes que les rodearon, como “hijo de puta” o “txakurra”, así como que les dijeron “esto lo vais a tener cada vez que salgáis de arriba”, en alusión al cuartel de la Guardia Civil de Alsasua. Además de identificar a varios de los acusados, el sargento ha asegurado que nunca había vivido una situación como la que padeció en la localidad navarra el 15 de octubre de 2016. “Temí por mi vida porque estábamos en inferioridad. Esa sensación de odio no la había sentido nunca”, ha remachado. Del acusado Oihan Arnanz ha añadido, además, que le vio “pegar puñetazos y patadas con una habilidad como si fuera conocedor de artes marciales”. Pero él ha negado haber agredido a nadie: “con toda seguridad le digo que yo no di ningún manotazo a nadie”

Ambos guardias civiles han considerado que el ataque no fue fortuito sino que hubo una premeditación y que al menos hubo una comunicación entre los agresores para planificarla.

“Recuerdo el odio y la saña”

“Recuerdo el odio y la saña” Uno de los testimonios más duros ha sido el de María José, la novia del teniente de la Guardia Civil, que ha refrendado la versión aportada por los agentes y que ha identificado a seis de los acusados como agresores. No obstante, ha situado en el centro de la agresión a Jokin Unamuno: “por él empezó la agresión. Si él no hubiese atacado la agresión no estaríamos aquí”. “Recuerdo el odio y la saña con la que le pegaban a Óscar –su pareja– en la cabeza”, ha rememorado, ante las preguntas de las acusaciones. “Hubo un momento en el que él sangraba y la gente seguía pegándole. Tenía el tobillo roto y la gente seguía pegándole”, ha dicho. También ha confirmado que nadie les auxilió. “La gente jaleaba y aplaudía. No puedo entender cómo puede seguir pasando”, ha señalado.

La joven ha relatado, emocionada, las consecuencias que para ella tuvo el suceso. “Desde aquel día perdí mi vida, mi hogar. Lo perdí todo”, ha asegurado, antes de remarcar que se ha tenido que ir a vivir fuera de Alsasua y que tan solo regresa para ver a sus padres. “Todo el mundo se alejó de mí por miedo. Me aislaron totalmente. Me da miedo volver a Alsasua”. Por ello, ha reiterado que, a partir de lo ocurrido en el bar Koxka su vida y la de sus padres empezó a “ser un infierno”. Empezó entonces a recibir tratamiento psicológico y psiquiátrico. “Se destrozó mi vida por completo. Me sentía sola, traicionada. Sentí la necesidad de quitarme del medio y tuve ideas suicidas”, ha reconocido