Héctor Gómez vuelve a Turismo: el breve portavoz resarcido tras una silenciosa travesía en el desierto
Héctor Gómez (Guía de Isora, 1978) es un hombre tranquilo y discreto. Y así ha vivido el último medio año, desde que Pedro Sánchez le apartó de la portavocía del Congreso, un puesto en el que apenas había estado un año. El socialista canario lamentó la decisión, aunque la encajó con deportividad: defendía que no había tenido tiempo suficiente, pero asumía que el presidente necesitaba a alguien para arengar a las masas como Patxi López.
Gómez volvió entonces a un segundo plano en el que permanecía hasta que cogió las riendas de un grupo parlamentario que había dirigido manu militari Adriana Lastra, con la que tuvo una gran tensión desde que la relevó. Detrás estaban las tradicionales rencillas de poder de partidos como el PSOE. La dimisión de la asturiana fue un alivio para Gómez, y sobre todo para el secretario de Organización, Santos Cerdán, aunque en el caso del canario le duró poco porque Sánchez tardó apenas mes y medio en prescindir de él.
Aunque en el grupo tenían –salvo los más acérrimos defensores de Lastra– buenas palabras para él, la decisión de poner al frente de la portavocía a López, con trienios de política a sus espaldas, sentó bien en las filas socialistas, que necesitaban un acicate tras varias derrotas electorales en los meses previos a las municipales y autonómicas de mayo.
Tras el trago, Gómez recogió sus bártulos y volvió a Tenerife, donde permaneció la mayoría del tiempo aquejado de una dolencia de la rodilla de la que ya está recuperado. Eso le permitió desaparecer, pasar más tiempo con su hija y rumiar las vueltas que da la política. Gómez, que tiene muy buena relación con el presidente canario, Ángel Víctor Torres, amagó inicialmente con dejar el escaño –lo había hecho unos meses antes de asumir la portavocía, pero Cerdán, entre otros, le disuadieron–, pero lo ha mantenido con el complemento de la presidencia de la Comisión Constitucional.
Y ahora Sánchez, de quien fue uno de sus hombres fuertes en Canarias durante la batalla de las primarias de 2017 y tiene buena relación en lo personal, le resarce con el Ministerio de Industria, Comercio y Turismo. La última es su área de especialidad. El dirigente canario es licenciado en Ciencias del Trabajo y diplomado en Turismo.
Cuando Sánchez llegó a Moncloa en 2018 pensó en él para Turespaña, un puesto que compaginó con la Secretaría Internacional del PSOE. Al frente del organismo autónomo estuvo hasta las elecciones de 2019. Allí trabajó a las órdenes de Reyes Maroto, con quien no tuvo buen feeling y sus caminos se separaron cuando dio el salto al Congreso. Ahora vuelven a encontrarse para que le ceda la cartera –y un ministerio que remodeló en gran medida hace muy poco– antes de emplearse a fondo en la candidatura al Ayuntamiento de Madrid.
Más allá del turismo, que es una de las piedras angulares de la economía española, Gómez, de quien dicen sus compañeros de filas que sabe repartir juego y trabajar en equipo, tendrá que lidiar con la industria y el comercio. Sánchez le ha puesto como deberes la ejecución de los fondos europeos en un momento en el que al Gobierno se le había atragantado el proyecto del vehículo eléctrico.
Durante su breve etapa como portavoz, el canario ocupó buena parte de su agenda en visitas a las federaciones socialistas. Y, ahora, con el traje de ministro le tocará volver a la carretera para hacer campaña en las municipales y autonómicas, primero; y en las generales, después.
Aunque no es especialmente mitinero, tampoco es nada nuevo para el nuevo integrante del Gobierno, que ha desarrollado buena parte vida profesional en política, donde comenzó en 2003 como concejal en su localidad, Guía de Isora, el tercer municipio turístico en importancia en Tenerife. Del municipalismo pasó en 2015 al Parlamento regional, como miembro de la Mesa de la Cámara autonómica. Y de ahí a la arena nacional, de la mano de Sánchez, con quien ahora se sentará todos los martes en el Consejo de Ministros tras haber esperado en un segundo plano.
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