Hasta ahora había dos etapas en la vida de Hermann Tertsch (Madrid, 1958). En la primera, fue un reputado periodista que llegó a dirigir la sección de opinión de El País, con un prestigio labrado a base de crónicas sobre los cambios en la Europa que se reconfiguraba tras la caída de la URSS. En la segunda, como presentador estrella de la Telemadrid vendida a los intereses de Esperanza Aguirre, pasó a convertirse en un experto en polémicas y troll de Twitter. Ahora inicia su tercera etapa: se presenta en las lista de Vox para defender las tesis de la extrema derecha en Europa.
El partido de Santiago Abascal le va a situar entre los cinco primeros nombres de una candidatura encabezada por el abogado del Estado y exmilitante de la Falange Jorge Buxadé. Según las encuestas, eso le garantiza conseguir una plaza de eurodiputado, porque la mayoría de los sondeos dan hasta seis asientos al partido de extrema derecha en los comicios del 26 de mayo.
Hermann Terscht es hijo de Ekkehard Tertsch, un periodista y diplomático nacido en el entonces Imperio Austrohúngaro. Pasó por la cárcel y por un campo de concentración nazi, y tras el final de la segunda guerra mundial se instaló en Madrid, donde puso en marcha Spanish Economic News Service, una medio sobre información económica. Su hijo comenzó a trabajar como periodista en esa publicación hasta que en 1982 comenzó su carrera de corresponsal, primero en la Agencia Efe y luego en El País.
Entre finales de los 80 y principios de los 90 cubrió para ese diario los principales cambios que se estaban dando en Europa central y oriental como consecuencia de la caída de la URSS. En la hemeroteca de El País hay artículos con su firma sobre la reunificación de Alemania, el ascenso del sindicato Solidaridad en Polonia, la revolución en Rumanía que acabó con el asesinato de Nicolae Ceaucescu o la fragmentación de Yugoslavia y los conflictos que de ella se derivaron.
Su trabajo como corresponsal ha sido reconocido a nivel internacional. Ha recibido premios como el del Club Internacional de Prensa y el Premio Europa de Periodismo que concede el Consejo de Europa y el Parlamento Europeo. También ha sido galardonado con el Premio Otto de Habsburgo y es medalla al mérito civil por la República de Austria.
El prestigio de sus años como corresponsal le llevó a ser nombrado subdirector de El País y responsable de la sección de opinión. Compañeros que coincidieron en el diario de Prisa en aquella época le definen como “un periodista con una cultura por encima de la media, un cronista brillante” que estaba ya ideológicamente muy a la derecha de la línea editorial del periódico.
A partir de 1996 se mantuvo como columnista de ese diario hasta 2007. Abandonó el periódico tras sus desencuentros con la dirección, que le reprochaba su participación en tertulias televisivas donde se alentaba la teoría de la conspiración tras el 11-M y en las que se arremetía contra la línea informativa de El País.
La salida de Tertsch del diario del grupo Prisa dio inicio a esa segunda etapa de su vida en la que enterró su bagaje como corresponsal y profundo conocedor de la Europa central y oriental bajo sus constantes polémicas y salidas de tono.
Comenzó a escribir una columna en ABC y en 2008 fue nombrado director de Diario de la Noche, el informativo nocturno de Telemadrid. Su llegada a ese puesto se produjo dos años después de un episodio que describe el control total que ejercía sobre la cadena pública la entonces presidenta regional, Esperanza Aguirre: el responsable del programa hasta 2006, German Yanke, dimitió por “intromisión por motivos políticos en su trabajo” después de una tensa entrevista a Aguirre, en la que esta le acusó de estar comprando el discurso de sus adversarios políticos.
Tertsch se plegó a la línea impuesta en Telemadrid en un momento de poder absoluto del PP en Madrid y donde la cadena pública servía para atacar al Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero. Facturaba 500 euros por programa (presentaba de lunes a viernes) y se embolsaba hasta 680 más por las colaboraciones en otros espacios de la cadena. El Comité de Empresa de Telemadrid calculó que el periodista facturó en total un millón de euros de la televisión pública.
En 2009 protagonizó una de sus polémicas que ha marcado su carrera. Una noche del mes de diciembre se vio involucrado en una pelea a la salida de un local del centro de Madrid. Acabó con varias costillas rotas que le perforaron un pulmón. Estuvo hospitalizado y tuvo que pasar varias semanas de baja.
La agresión se produjo en un momento en el que Tertsch se mostraba muy duro desde su programa contra el Gobierno del PSOE, y después de que El Intermedio emitiese varios montajes en los que se burlaba de sus declaraciones sobre el secuestro de varios cooperantes españoles en África -el periodista dijo que estaba dispuesto a matar a “15 o 20” yihadistas para liberarles. La propia Esperanza Aguirre vinculó la agresión con sus opiniones políticas.
Tertsch grabó uno de los editoriales de su programa desde la cama del hospital solo unos días después de la agresión. Cargó contra El Gran Wyoming por sus vídeos y contra quienes habían hecho bromas con su agresión. “En España, mucho tiene que ver ese odio que rezuman los blogs en la red y los insultos que nos espetan a mí y a otros muchos por la calle, con la siembra del cinismo y revanchismo sembrados por un Gobierno cuyo presidente solo sabe gobernar contra la mitad de la nación”, dijo entonces refiriéndose a José Luis Rodríguez Zapatero.
En ese editorial, el periodista anunció una demanda contra El Intermedio en la que reclamaba 30.000 euros por el contenido de sus parodias. Después se supo que la agresión nada tuvo que ver con motivos políticos. La Policía detuvo a un empresario del ocio nocturno al que identificaron varios testigos y concluyó que el incidente se había producido como “consecuencia de una discusión a altas horas de la madrugada y ajena por completo a móviles políticos”. La justicia desestimó su demanda contra El Intermedio. Telemadrid corrió con los gastos del proceso judicial.
Tras su convalecencia regresó a Diario de la Noche, pero ya únicamente como un tertuliano más y responsable del editorial del programa. Ese cometido le llevó a protagonizar otro episodio singular. El 14 de noviembre de 2012 se convocó una huelga general para protestar contra la política de recortes del Gobierno de Rajoy a la que se sumaron los trabajadores de Telemadrid. Tertsch grabó su editorial antes de que se produjera la protesta para que fuese emitido después de la jornada de huelga: “La huelga estaba condenada al fracaso. El objetivo de la huelga era disparatado y por eso estaba condenada al fracaso”. Cuando se supo que no había esperado a la huelga para escribir sobre su seguimiento justificó su ejercicio de periodismo predictivo alegando que lo había grabado antes para evitar el sabotaje de los trabajadores de la cadena.
El surgimiento de Podemos lo llevó a dirigir sus críticas hacia ese partido. En una tertulia de Telemadrid dijo, sobre Pablo Iglesias y Juan Carlos Monedero, que “si vuelven las condiciones que ellos consideran necesarias para matar a gente, matarían a gente. Y matarán a gente, si tienen posibilidad de matar a gente y matarla gratis, porque están en el poder o porque están cerca del poder o porque el poder les protege”. Dejó la cadena pública pero ha continuado con su discurso a través de ABC y su cuenta en Twitter.
En un artículo del periódico dijo que el abuelo de Pablo Iglesias “fue condenado a muerte por participar en caza de civiles inocentes y desarmados en la retaguardia en Madrid”. Era mentira. El líder de Podemos lo denunció y la Justicia condenó al periodista a indemnizarle con 12.000 euros. A lo largo de su carrera como articulista ha sido condenado en los tribunales en varias ocasiones. En los últimos años Tertsch ha utilizado su columna en ABC y su cuenta de Twitter -la red social llegó a suspender su cuenta durante un tiempo- para ahondar en esa imagen polémica que ha llevado casi hasta la casi la caricatura.
Ahora da el salto a la política para defender la tesis de la extrema derecha en Europa. Vuelve al parlamento que le premió como periodista convertido en un troll de Twitter y dispuesto a llevar a la Unión Europea el discurso de Vox, que incluye críticas al excesivo poder de las instituciones comunitarias o la defensa de la identidad cristiana de Europa.