El hermano y una amiga de Jenni Hermoso han asegurado en la Audiencia Nacional que Luis Rubiales y personas de su entorno profesional coaccionaron a la jugadora para que justificara su versión de que el beso que le impuso en la boca tras la final del mundial fue consentido, informan fuentes jurídicas. Ambos estaban citados en calidad de testigos en el procedimiento abierto contra el expresidente de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) por presuntos delitos de agresión sexual y coacciones.
Ante el juez, ambos “han ratificado y ampliado” lo manifestado por la futbolista en su declaración ante la Fiscalía, “tanto en lo referente a la falta de consentimiento en el beso, como en las coacciones”, sostienen las mismas fuentes. En esa declaración, Hermoso afirmó que tanto ella como su entorno más próximo —familia y amistades— sufrieron “una presión constante y reiterada” por parte de Rubiales y el entorno profesional de este para que “públicamente, justificara y aprobara el acto cometido contra su voluntad”.
El magistrado acordó una batería de citaciones de testigos tras haber interrogado el viernes 15 de septiembre al expresidente de la RFEF. En su declaración, Rubiales negó la falta de consentimiento y que hubiera hostigado a la futbolista. Como medidas cautelares, el juez prohibió al expresidente de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) acercarse a menos de 200 metros de la jugadora y comunicarse con ella mientras avanza la investigación.
Además del hermano y una amiga de la jugadora también han comparecido este lunes dos peritos que han ratificado un informe aportado por la defensa de Rubiales. Según El Español, uno de esos peritos es experto en lectura de labios. Las fuentes consultadas amplían que esa pericial de parte analiza el momento previo al beso para tratar de descifrar si Rubiales y Hermoso hablaron y, en ese caso, qué se dijeron. La defensa pretende, de esta forma, apuntalar la tesis del expresidente federativo de que fue un beso de mutuo acuerdo. Según su versión, ella le dijo “eres un crack”. Y fue cuando entonces él le preguntó “¿un piquito?”, a lo que ella respondió “vale”.
Por otro lado, el juez tiene previsto interrogar este jueves a varios cargos de la RFEF. A saber: el director de Marketing, Rubén Rivera; la jefa de prensa de la selección femenina, Patricia Pérez; el director de Integridad, Miguel García Caba; y el director de la sección masculina, Alberto Luque. El próximo lunes será el turno de tres compañeras de Hermoso en la selección, que también están citadas en calidad de testigos.
La futbolista todavía no ha sido llamada a declarar, pero ha dejado claro en varios pronunciamientos públicos que el beso no fue consentido. Minutos después de que se produjera, expresó en un vídeo grabado en el vestuario que no le había gustado. Y en un comunicado posterior afirmó que se había sentido “vulnerable” y “víctima de una agresión” como consecuencia de “un acto impulsivo, machista, fuera de lugar” y “sin ningún tipo de consentimiento” por su parte.
En su querella, el Ministerio Público considera que ese beso que Rubiales impuso en la boca a la futbolista mientras le agarraba la cabeza con las dos manos es constitutivo de un delito de agresión sexual previsto en el artículo 178 del Código Penal. Este precepto prevé penas de uno a cuatro años de prisión en el caso de las agresiones sexuales en las que no media intimidación, violencia o anulación de la voluntad, aunque el órgano sentenciador puede imponer la pena de prisión en su mitad inferior (de un año a dos años y medio) o multa de dieciocho a veinticuatro meses atendiendo a “la menor entidad del hecho y a las circunstancias personales del culpable”.