El proceso de integración social y cultural de los inmigrantes de segunda generación -jóvenes nacidos en España de padres extranjeros o traídos al país antes de los 12 años- es lento pero constante y gradual, lo que hace que casi el 50 por ciento de ellos se considere español.
Según desvela la Investigación Longitudinal sobre la Segunda Generación en España, elaborada por el Instituto Universitario Ortega y Gasset y la Universidad de Princenton, el sentimiento de integración de los hijos de los inmigrantes que llegaron a España en los noventa ha aumentado significativamente en los últimos años, pasando de un 28,7 por ciento en 2008 al 48,3 por ciento en 2012.
Los inmigrantes de segunda generación no se sienten en general discriminados por la sociedad española y sólo alrededor de un 10 por ciento han asegurado sentir discriminación por cualquier motivo.
Otra de las conclusiones que se desprenden de este estudio es que pese a la crisis económica y a la modesta situación familiar de los hogares de los hijos de los inmigrantes -el 66 por ciento provienen de familias cuyos ingresos no superan los 1.500 euros familiares frente al 38 por ciento de los nativos-, sus expectativas de educación futuras y en su identificación con el país avanzan.