La portada de mañana
Acceder
Feijóo confía en que los jueces tumben a Sánchez tras asumir "los números"
Una visión errónea de la situación económica lleva a un freno del consumo
OPINIÓN | La jeta y chulería de Ábalos la paga la izquierda, por Antonio Maestre

La historia de un fracaso

El primer encuentro entre los equipos negociadores del PSOE y Unidas Podemos para pactar el primer gobierno de coalición de la historia de España desde la Segunda República no arrancó con buen pie. Se habían citado a las 18:00 de la tarde del sábado. La reunión no empezó hasta las 19:30. Habían pasado 83 días desde las elecciones. Quedaban solo dos para que arrancase el debate de investidura.

Por la mañana, ese mismo sábado 20 de julio, los dos principales negociadores habían hablado por teléfono. Carmen Calvo pidió a Pablo Echenique que se vieran en el NH Las Tablas, un discreto hotel al norte de Madrid. “Me pilla cerca de casa, ¿te ha contado el CNI dónde vivo?”, bromeó Echenique. Calvo le explicó que la razón para escoger ese sitio es que no queda lejos de los estudios de Atresmedia, donde había comprometido una entrevista en La Sexta Noche a las 21:30.

En esa primera conversación telefónica, Echenique también trasladó a la vicepresidenta en funciones una pregunta muy concreta: si por parte del PSOE habría más vetos. Tras la renuncia de Pablo Iglesias a formar parte del Gobierno, el día antes, antes de sentarse a negociar, Unidas Podemos quería saber si había más personas de su formación que el PSOE no aceptaría y en concreto si una de ellas era Irene Montero. “Te pido que consultes si vetáis a Irene o no la vetáis”, preguntó Echenique.

Las respuestas de Carmen Calvo no solventaron esta duda. Según fuentes de Podemos, en esas primeras horas del sábado no fue clara, por lo que Echenique decidió que la delegación de Podemos no acudiría al hotel a las seis de la tarde.

Poco después de esa hora –ya desde el hotel–, Carmen Calvo llamó por teléfono a Echenique, mostrando su sorpresa porque no hubieran acudido a la reunión. Echenique insistió en su pregunta y en que, antes de sentarse, en Unidas Podemos querían saber la respuesta. Y, esta vez sí, Calvo aceptó a Irene Montero como vicepresidenta. Solo entonces la delegación de Unidas Podemos acudió a la reunión, que empezó sobre las 19:30 de la tarde. Solo entonces arrancaron las negociaciones.

Una vicepresidencia de Asuntos Sociales para Irene Montero. Es lo primero que acordaron y es casi lo único en lo que estuvieron de acuerdo.

Del lado de Unidas Podemos, participaron en las reuniones Pablo Echenique y la portavoz adjunta de Unidas Podemos en el Congreso, Ione Belarra. En el equipo del PSOE, además de Carmen Calvo, acudieron a las reuniones la ministra de Hacienda en funciones, María Jesús Montero, y la portavoz del PSOE en el Congreso, Adriana Lastra.

En esa misma reunión, el sábado, Pablo Echenique trasladó a Carmen Calvo su primera propuesta. En total, seis carteras, algunas de nueva creación y ampliando competencias sobre otras ya existentes: el Ministerio de Derechos Sociales, Igualdad y Economía de los Cuidados; el Ministerio de Trabajo, Seguridad Social y Lucha contra la Precariedad; el Ministerio de Transición Energética, Medioambiente y Derechos de los Animales; el Ministerio de Justicia Fiscal y Lucha contra el Fraude; el Ministerio de Ciencia, Innovación, Universidades y Economía Digital. Y la vicepresidencia de Derechos Sociales y Medioambientales, para Irene Montero, que coordinaría todas las carteras de Unidas Podemos.

Para Carmen Calvo, esta petición resultaba inaceptable. “Nos dejáis que las comisarías funcionen, que las tropas sigan acuarteladas y que nombremos a los embajadores”, respondió la vicepresidenta, que argumentaba que con ese reparto Unidas Podemos se quedaría con todas las carteras que tenían capacidad de acción política para la izquierda: “Pedís todos los ingresos y más de la mitad del gasto”.

Según afirman fuentes de la dirección de Podemos, esa primera oferta –que Echenique envió a Calvo por whatsapp en un documento en Word– era una propuesta inicial para empezar a hablar, no la posición que mantuvieron durante toda la negociación. Según el PSOE, no hubo ninguna otra propuesta concreta durante el resto de las reuniones, hasta las dos últimas que Podemos presentó a última hora, el jueves, poco antes de la votación definitiva en el Congreso y cuando ya los puentes estaban rotos.

Ambas partes coinciden en algo: que muy pronto acordaron pasar de la petición de Unidas Podemos –cinco ministerios más una vicepresidencia– a otra mucho menos ambiciosa: tres ministerios y una vicepresidencia.

Ahí empezó el verdadero bloqueo: en cuáles iban a ser esas tres carteras, además de la vicepresidencia de Asuntos Sociales de Irene Montero. Aparte de este nombre, ningún otro se puso sobre la mesa. Acordaron plantear los nombres de los ministros cuando se cerraran las carteras, y nunca llegaron a dar ese paso.

Unidas Podemos pedía un peso en el Gobierno que no fuera el de “mera comparsa”. “Nos hicieron distintas propuestas, y en todas ellas nos ofrecían un papel decorativo que dejaba al PSOE más del 90% de las competencias y del presupuesto”, aseguran fuentes de la dirección de Podemos. “La mayoría de los ministerios que nos proponían tienen nombres bonitos pero muy pocas competencias”.

Desde el equipo negociador del PSOE, fueron poniendo sobre la mesa distintas carteras: el Ministerio de Vivienda, el de Agricultura, Pesca y Alimentación, el de Sanidad y Consumo, el de Cultura... Uno de los momentos más tensos de la negociación llegó cuando María Jesús Montero ofreció a Unidas Podemos el Ministerio de Turismo y Deportes.

–¿Tú sabes cuál es la propuesta programática de Podemos para el turismo y el deporte? –respondió Echenique.

–No–, contestó Montero.

–Entonces, ¿por qué nos proponéis un ministerio que no tiene nada que ver con nuestro programa? ¿Y por qué van juntas estas carteras? ¿Qué tiene que ver el Turismo con el Deporte, más allá de las pistas de esquí?– replicó Echenique.

La respuesta de Montero, según fuentes del equipo de Podemos, fue decir que las habían ofrecido juntas porque así estaban configuradas en la Junta de Andalucía.

Tras la primera sesión del sábado por la tarde, que se alargó hasta pasada la medianoche –la vicepresidenta regresó tras la entrevista en La Sexta Noche–, el domingo volvieron a citarse en el mismo hotel a las 18:30. Esta vez ambas partes fueron puntuales, en una reunión que de nuevo duró hasta pasadas las doce de la noche.

El lunes continuaron en el Congreso. Ese mismo día, el duro cara a cara entre Pedro Sánchez y Pablo Iglesias dejó claro un aspecto que sin duda ha influido muchísimo en el fracaso de las negociaciones: la falta de confianza y pésima relación entre ambos líderes.

En el PSOE y en el Gobierno, un sector veía posible el acuerdo, a pesar de las dificultades. Pero otra parte, en la que se cuenta el propio Pedro Sánchez, pensaba que era casi imposible. Argumentaban que la decisión de Pablo Iglesias de retirarse del Consejo de Ministros era consecuencia de las presiones de sus socios en Unidas Podemos –especialmente de Alberto Garzón e Izquierda Unida, pero también de los Comuns y de Adelante Andalucía–, que no estaban de acuerdo con la estrategia de poner por delante el Gobierno de coalición a la negociación de un programa. Y que una vez fuera del Gobierno, según el PSOE, Iglesias iba a remar para dinamitarlo todo con exigencias imposibles de aceptar, para demostrar a sus socios que el problema no era él, sino Unidas Podemos.

Desde Unidas Podemos, en las distintas reuniones, pedían competencias concretas en alguna de estas dos materias: Trabajo o Medioambiente. “Necesitamos tener alguna competencia en aquellas áreas por las que la gente nos reconoce y nos vota”, argumentaban desde el equipo negociador de Podemos. Ya habían renunciado a los Ministerios de Estado –Defensa, Exteriores, Justicia, Interior– y a los de gran peso económico –Fomento, Economía– en las primeras conversaciones entre Sánchez e Iglesias.

Respecto a Trabajo, según Podemos, la respuesta de Carmen Calvo fue tajante: “No podéis tener Trabajo, sois inquietantes para la CEOE”. Desde el PSOE niegan la frase.

El PSOE pidió a Unidas Podemos que hiciera otra propuesta, que nunca se presentó hasta el jueves, con las negociaciones ya rotas. “Querían que hiciéramos una oferta sin meter Igualdad, Hacienda, Trabajo ni Transición ecológica”, argumentan desde Podemos.

Según el PSOE, en las reuniones Unidas Podemos se abrió a renunciar a una de sus dos carteras más deseadas –Trabajo o Transición ecológica– si se ofrecía la otra. Y en este detalle que parece menor se explica en parte la ruptura definitiva.

El miércoles por la mañana, el PSOE recibe una noticia a la que da una importancia mayúscula: que Irene Montero ha pedido votar de forma telemática hasta cinco minutos antes de la investidura. Montero, cuyo embarazo está muy avanzado, no ha acudido al Congreso estos días y estaba votando desde casa. Normalmente el voto telemático se debe presentar muchas horas antes.

En el PSOE interpretan esta petición de Irene Montero como la constatación de que Unidas Podemos pretende mantener el pulso hasta el último momento para forzar mayores cesiones. Como una prueba de que su plan es no moverse mientras lo hace el PSOE, a la espera de que la siguiente oferta sea mejor que la anterior con la presión del reloj a su favor. Así que deciden trasladar a los negociadores de Podemos una última oferta y les emplazan a que haya una respuesta después de comer. Insisten en que no habrá otra.

Según la dirección de Podemos, esa propuesta del miércoles es confusa. “Nos enteramos de ella por los medios”. En ella se ofrecían, además de la vicepresidencia de Asuntos Sociales, tres ministerios: el de Vivienda, el de Sanidad y Consumo y el de Igualdad.

El Ministerio de Igualdad, una cartera muy relevante para el PSOE, es la última carta que entregan los socialistas. La oferta la traslada formalmente en la tarde del miércoles la ministra María Jesús Montero a Alberto Garzón, tras intentar localizar sin éxito a Echenique ni a Belarra. Garzón, a su vez, la reenvía a los negociadores. Tras ese recado de Garzón, Echenique mantiene una conversación telefónica con Carmen Calvo, donde la vicepresidenta en funciones no le traslada la oferta de Igualdad, según afirman fuentes de Podemos. Sobre las siete de la tarde, Calvo ofrece Igualdad por whatsapp a Echenique, en un mensaje que el negociador de Unidas Podemos –que usa más Telegram, como toda su organización– no leería hasta un tiempo después.

Hasta entonces, Igualdad no había estado sobre la mesa. Según Unidas Podemos, Calvo les llegó a decir en la primera reunión que “se olvidaran de ella”. No era una cartera menor: aunque no tiene grandes competencias –la actual Secretaría de Estado que hoy depende de la vicepresidencia–, sí “tiene una gran importancia simbólica”, aseguran en Podemos. Solo hay dos temas donde la izquierda está al ataque hoy en el mundo: el feminismo y la ecología.

El PSOE, durante la tarde del miércoles, insiste en que no se va a mover de ahí. En Podemos no se toman en serio el ultimátum. “Nos habían dicho otras dos veces antes lo mismo”, dicen desde la dirección del partido: “Era el cuento de Pedro y el lobo”.

Poco antes de las siete de la tarde del miércoles, Pedro Sánchez llama a Pablo Iglesias. Le traslada esa última propuesta y le pide una respuesta inmediata.

Según el PSOE, la negativa de Iglesias a esta oferta dinamita todo. Aseguran que Iglesias no solo la rechaza sino que eleva sus líneas rojas sobre lo ya negociado. Pide “Trabajo y Transición ecológica”. La clave es la conjunción copulativa: “y”. Durante la negociación, según el PSOE, el equipo de Unidas Podemos, ya había aceptado el “o”: “Trabajo o Transición ecológica”, no ambas.

Tras esa desabrida llamada con Iglesias, es Pedro Sánchez quien decide romper la negociación cuando aún quedan varias horas para la votación definitiva. El PSOE pasa al plan B: el de ganar el relato de la ruptura. También vuelan los puentes, enfadados por la versión que transmite Unidas Podemos después de esa llamada: un comunicado de prensa donde, entre otras cosas, aseguran que el PSOE no ofrece competencias de Igualdad. Tras varios días sin contar nada a los periodistas sobre las negociaciones, deciden llamar a la prensa para explicar su versión y, cerca de las nueve de la noche, envían a los medios dos documentos muy relevantes.

El primero es este: el Word que Echenique envió a Calvo por whatsapp el sábado, con las peticiones de Unidas Podemos. Aunque no es exactamente el mismo documento. El que el PSOE manda a la prensa está en otro formato, en PDF, y el nombre del archivo no es el mismo. El original se llamaba “ÁREAS DE RESPONSABILIDAD DE UNIDAS PODEMOS.DOC”. Al convertirlo a PDF, también cambiaron el nombre del archivo. El nuevo es “EXIGENCIAS DE PODEMOS AL PSOE.PDF”.

La conversión de Word a PDF también deja rastro en los metadatos del documento. Aparece el nombre de quién realiza ese cambio: una persona del equipo de la vicepresidenta Carmen Calvo.

Fuentes de Podemos confirman que el papel es exactamente el mismo, solo cambia el nombre del archivo. Y les parece “una manipulación” que se modifique el nombre por el de de “exigencias” y también que se presente como su postura cuando era su propuesta inicial que ya habían dejado atrás durante las negociaciones, al pasar de seis a cuatro puestos en el Consejo de Ministros. En el PSOE admiten que fue “un error” cambiar el nombre del archivo al convertirlo a PDF, pero recalcan que no manipularon su contenido.

Desde el PSOE también transmiten a los medios un segundo documento. Este se llama “PROPUESTAS DEL PSOE A UP PARA LA SESIÓN DE INVESTIDURA” y en él se detallan los distintos ministerios que ofrecieron a Unidas Podemos y también la última oferta, que Pedro Sánchez planteó a Pablo Iglesias. El papel es un resumen de las distintas carteras que el PSOE puso sobre la mesa, que concuerda con la versión de Unidas Podemos, pero es un documento que no se presentó como tal en las negociaciones.

Ese mismo miércoles, a las nueve de la noche, Pedro Sánchez tenía prevista una entrevista en Telecinco. Estaba programada desde el día antes, para contar el éxito de la negociación o su fracaso. A esa misma hora, el miércoles por la noche, Pablo Iglesias estaba listo para otra entrevista en Atresmedia, como respuesta a lo que dijera Sánchez.

Finalmente la entrevista de Sanchez se aplaza 24 horas, hasta el día siguiente. Iglesias también cancela la suya.

El jueves por la mañana, a pocas horas de la votación definitiva, Unidas Podemos presenta una nueva propuesta “para desbloquear la situación”. Además de una vicepresidencia de Asuntos Sociales e Igualdad, piden el Ministerio de Trabajo, el de Ciencia y Universidades y el de Sanidad y Consumo. El PSOE la rechaza.

Y ya desde la tribuna del Congreso, Iglesias lanza la última oferta: renunciar a Trabajo a cambio de quedarse solo con la gestión de las Políticas Activas de Empleo. Es una competencia que, en parte, está transferida a las Comunidades Autónomas, pero que dirige y coordina un organismo dependiente del Gobierno: el SEPE (Servicio Público de Empleo Estatal).

Según explica Iglesias en el Congreso, la idea se la ha dado “una persona de mucha autoridad en el PSOE”. Se refiere al expresidente José Luis Rodríguez Zapatero, tal y como posteriormente confirma eldiario.es.

En el PSOE, se toman esta última propuesta de Iglesias como “una broma de mal gusto”, como “una jugada que queda muy bien en las películas pero que era imposible de aceptar”. “El presidente no podía ponerse a negociar así, desde la tribuna de oradores”, argumentan. Izquierda Unida pide un receso. Pedro Sánchez lo rechaza.

Otras fuentes del PSOE también dicen que, si esa misma oferta se hubiera presentado antes de la ruptura del miércoles, probablemente la habrían aceptado: “No nos íbamos a pelear por el SEPE”. Pero según estas mismas fuentes, era imposible hacerlo en ese momento, a pocos minutos de la votación y sin aclarar primero qué plan tenía Podemos para esos fondos contra el desempleo, que cuentan con un presupuesto de más de 5.000 millones de euros anuales.

Desde el PSOE, aseguran también que el problema de fondo, la razón por la que la coalición ha fracasado, es que Podemos buscaba un gobierno dentro del gobierno. “La propuesta que ponen sobre la mesa el jueves, donde detallan que piden esos ministerios para derogar la reforma laboral o subir el salario mínimo, deja clara esa idea equivocada”, aseguran. “El salario mínimo no lo decide el ministro de Trabajo, sino el Gobierno y, en última instancia, el presidente”.

Desde la dirección de Podemos responden que esa interpretación del Gobierno de su comunicado de prensa “es una confusión bastante cutre entre la comunicación pública y la privada”. “Ya sabemos que el Gobierno es un órgano colegiado, y el argumento es reversible: si las competencias no son importantes porque la última palabra la tiene el presidente, ¿por qué nos las niegan?”

A pesar de estas enormes diferencias, el pacto estuvo muy cerca de lograrse. “El PSOE estaba dispuesto a llegar a un acuerdo siempre que nosotros tuviéramos un papel pequeño”, afirman fuentes del equipo negociador de Unidas Podemos: “La negociación fue caótica y muy poco seria por parte del PSOE”.

“Ha sido duro porque íbamos en serio”, dicen desde el equipo negociador del PSOE, muy críticos con sus interlocutores. “El programa les daba igual, solo les preocupaban las carteras”. “Teníamos que parar cada dos por tres porque todo lo tenían que consultar con Iglesias”. “Ha tenido un punto ofensivo: la típica posición de Podemos de despreciar al PSOE”, aseguran estas mismas fuentes: “Presentaron un gobierno de coalición con cuatro carteras para ellos como una humillación, y no lo era”.

Y ahora, ¿es posible un nuevo acuerdo o la oportunidad del primer gobierno de coalición entre el PSOE y Unidas Podemos ya es historia? Depende de a quién preguntes. Públicamente, la postura del PSOE es bastante clara: la coalición ya no está sobre la mesa y ahora toca intentar otras vías.

El paso dado este viernes por Izquierda Unida –pidiendo públicamente a Podemos que negocie un acuerdo programatico con el PSOE, aunque no haya gobierno de coalición– rema en esta dirección. Antes del fracaso de la investidura, la formación liderada por Alberto Garzón planteó internamente a Podemos que aceptara el acuerdo que ofrecía el PSOE, aun sin ser el más justo. “Avisamos de que nos parecía la última oportunidad y que septiembre no era opción. Así nos lo trasladó también ERC”, aseguran fuentes de la dirección de Izquierda Unida. “Considerábamos que el PSOE estaba acorralado y sin aceptar la propuesta final lo íbamos a dejar escapar definitivamente”, afirman esas mismas fuentes de IU.

El PSOE tiene pocas razones para moverse en las próximas semanas de agosto, cuando Unidas Podemos muestra indicios de una crisis interna. Aunque otras fuentes en La Moncloa lo ven de otra manera, cara a septiembre. Porque las perspectivas en caso de repetición electoral son menos halagüeñas para el PSOE de lo que dice el CIS. Porque el apoyo o la abstención de la derecha a la investidura sigue siendo una quimera. Y porque las posiciones han cambiado tanto en solo una semana que es ridículo pensar que no volverán a cambiar en los próximos dos meses.

La última semana también ha modificado la percepción de lo que puede pasar el 10 de noviembre, si se vuelve a votar por cuarta vez desde 2015 en unas elecciones generales. Es algo en lo que también coinciden importantes dirigentes de ambos partidos: si hay una repetición de las elecciones, el relato solo lo ganará la derecha.