Ignacio González era Nacho González. Nacho a secas en la puerta del Sol para sus próximos. Fue el presidente de la Comunidad de Madrid tras la dimisión de Esperanza Aguirre en septiembre de 2012. Porque Aguirre así lo quiso. González (Madrid, 1960) fue secretario general del PP de Madrid –desde 2011 a 2016– gobernado por la propia Aguirre. González fue el número dos y mano derecha de Aguirre en la Comunidad de Madrid desde que Aguirre llegó al gobierno regional en 2003.
Pero González fue mucho más que su número dos. “Parecían familia, tenían una relación de confianza y complicidad que iba mucho más allá de lo profesional y de la militancia del partido”, explica quien les conoce bien.
Ignacio González. Nacho González. Nacho. Era su hombre leal, quien ejecutaba las órdenes de Aguirre en el partido y en el gobierno; quien nunca discutía en público las decisiones de Aguirre, y quien siempre ejercía de fiel escudero. Y eso Aguirre, quien se apunta lo bueno y lo malo, siempre lo tuvo bien apuntado.
La historia política de Aguirre como presidenta regional no se entiende sin quien le ha acompañado, mano a mano, en esta última década: Ignacio González. Mano derecha desde 2003 en el Gobierno, en el partido desde 2011, y presidente regional desde 2012. Y también salpicado por el ático de Estepona, por cuya compra, investigada por la justicia, estuvo imputada su esposa, Lourdes Cavero.
Aguirre, González y el resto del PP conquistó la puerta del Sol tamayazo mediante, uno de los episodios más turbios en la política española: cuando dos diputados autonómicos del PSOE se negaron a votar a su candidato y provocaron una repetición electoral que encumbró a Esperanza Aguirre. Esa campaña electoral –la de Aguirre y 179 ayuntamientos, incluido el de Madrid, que ganó Alberto Ruiz-Gallardón– , como llegó a reconocer el propio Francisco Correa, “la pagó en parte Fundescam y no el PP de Madrid”.
En la más de una década que ha pasado González como secretario general del PP de Madrid y como vicrepesidente y luego presidente regional, han ido desfilando numerosas tramas. Desde el tamayazo hasta la que ha llevado a la detención de González, bautizada como Lezo –en referencia al marino español del siglo XVIII Blas de Lezo, quien protagonizó la defensa de Cartagena de Indias frente al ataque inglés en 1741. Es esa ciudad donde fueron grabados por una agencia de detectives Ignacio González y Rodríguez Sobrino–.
La Gestapillo
El Gobierno regional tenía un servicio secreto para espiar a rivales políticos, según reveló El País en enero de 2009. Se hicieron seguimientos a Alfredo Prada y Manuel Cobo, principales adversarios de Aguirre en la batalla por liderar el PP tras la derrota de Rajoy en 2008, y por ello han comparecido ante la comisión de investigación sobre corrupción política en la Comunidad de Madrid el propio Cobo y el expresidente regional Ignacio González.
Octubre de 2009. Manuel Cobo, entonces vicealcalde de Madrid, dijo en El País, en relación a Esperanza Aguirre y su equipo, encabezado por Ignacio González: “Vinieron a por Pío [García Escudero, expresidente del PP de Madrid], y yo no hablé porque no era de Pío; vinieron a por la tele y yo no hablé porque no era de la tele; vinieron a por la Cámara y yo no hablé porque no era de la Cámara; vinieron a por Ifema y yo no hablé porque no era de Ifema; vinieron a por la Caja y yo no hablé porque no era de la Caja; vinieron a por Rajoy y yo no hablé porque no era de Rajoy; vinieron a por el PP y yo no hablé porque no era del PP... Vinieron a por España”.
El epicentro son Aguirre y su equipo, y la incógnita sin despejar diez años después es la que, de rebote, la hizo presidenta de la Comunidad, el tamayazo, cuya comisión de investigación parlamentaria fue presidida por el propio Granados. Igual que aún queda por saber cómo se montó aquella trama de espionaje. Así lo definía Cobo en aquella entrevista en El País: “Aunque intentaron encontrarme algo que me hiciera dependiente de ellos, a través de esa Gestapillo que montaron y espiándome como espiaban a Alfredo Prada. Pero estaban equivocados, porque aunque hubieran encontrado algo con que chantajearme, me hubiera dado igual, porque siempre diría lo mismo, a mí no me han gamoneado ni me van a gamonear nunca [en referencia a Sergio Gamón, alto cargo del Gobierno de Aguirre que montó el supuesto aparato de espionaje político]”.
Canal de Isabel II
Ignacio González lo fue todo en el Canal. Y ahora es lo que le ha llevado detenido por la operación Lezo, centrada en la corrupción de la empresa pública y el desvío de fondos públicos.
En los nueve años que fue vicepresidente regional (2003-2012), González presidió el Canal de Isabel II, el Consejo de Asuntos Taurinos; fue vicepresidente del Comité Ejecutivo de Ifema y tuvo a su cargo las competencias en materia audiovisual de la Comunidad de Madrid, entre otras, la radio y la televisión públicas de Madrid, así como las concesiones de licencias de TDT.
Uno de sus colaboradores estrechos en el Canal, Ildefonso de Miguel, volvió a aparecer públicamente en 2013 cuando resultó adjudicatario del control aéreo del nonato aeropuerto de Castellón, dependiente de Carlos Fabra, suegro de Juan José Güemes, exconsejero de Aguirre. Ildefonso de Miguel, que fue espiado en Colombia en un viaje con González, dimitió como gerente del Canal en 2009 después de que el Consejo de Administración anulara una adjudicación de 26 millones en cuatro años a una filial de Telefónica –Atento– para la gestión del centro de llamadas de la empresa de aguas por ser mucho más cara que el resto.
Y no era la primera sospecha sobre la gestión de De Miguel, con González como presidente: el Canal había adjudicado la explotación del polideportivo con golf incluido a una empresa vinculada a un empresario, José Antonio Clemente, socio del hermano y del cuñado de González. También un familiar de De Miguel, su cuñado Fernando Ruano, recibió el encargo de gestionar la difusión de las señales de TDT en Madrid a través de la empresa Teledifusión Madrid. Un cuñado que ya fue beneficiado por De Miguel cuando el Canal hizo un encargo de vinos a las bodegas Miguel y Ruano.
Esta misma bodega, según publicó elconfidencial.com, también recibió encargos de Caja Madrid, en tiempos en los que Pablo Abejas era consejero de la entidad financiera, además de directivo del Canal. Abejas fue destituido hace tres semanas como director general de Economía de la Comunidad de Madrid tras conocerse que había gastado 246.315 euros con su tarjeta 'black' de Caja Madrid.
No es la única relación personal trasladada a lo profesional de De Miguel. En su época como gerente del Canal presidido por Ignacio González, como publicó elconfidencial.com, se contrató a Pilar Martín, esposa del actual consejero de Medio Ambiente de la Comunidad, exjefe de Gabinete de González. Martín es hija de Pedro Antonio Martín Marín, persona próxima a González, como ha escrito Ignacio Escolar, y con la que ha coincidido en el Centro de Asuntos Taurinos, de la que Martín Marín es vicepresidente. Martín Marín, además, es consejero de la COPE, de 13tv y de Madrid Deportes y Espectáculos, empresa que gestiona, entre otros, el Palacio de los Deportes de Madrid.
Tanto el Canal de Isabel II –ahora conocido como Canal Gestiona– como el Centro de Asuntos Taurinos fueron presididos por Salvador Victoria cuando González pasó a ser el presidente regional.
Empresas y empresarios
Hasta su imputación por el ático de Marbella, la esposa de Ignacio González, Lourdes Cavero, había sido la mano derecha de Arturo Fernández en la patronal madrileña. Fernández, tras haber sido agraciado durante años con contratos públicos de restauración de toda índole –desde universidades, pasando por RTVE, la Asamblea de Madrid y tanatorios–, ahora está en horas bajas: tiene problemas para pagar nóminas, ha dimitido de la CEOE y está de salida de la CEIM tras haberse descubierto que gastó 30.000 euros con su tarjeta 'black' cuando era consejero de Caja Madrid. Igual que su concuñado Gerardo Díaz Ferrán, en la cárcel, que le precedió en la CEIM y gastó 95.000 euros con la 'black'. Otra dimitida, también amiga de Cavero, es Carmen Cafranga, hasta hace poco presidenta de la Fundación Caja Madrid, por sus gastos con la 'black'.
Esto decía Manuel Cobo en aquella entrevista en El País: “Los que no han dado a mi partido más que malas noticias y rumores de las peores cosas no pueden poner en este espectáculo de la miseria humana a Rodrigo Rato Figaredo. Es de vómito y más si viene de aquellas personas cercanas, hoy, a Esperanza Aguirre, presidenta de mi partido en Madrid, que deben a Rodrigo todo lo que son. Si tuvieran un gramo de vergüenza, deberían decir todo lo que digo yo y más. Estoy de acuerdo con Javier Arenas en que Rodrigo Rato sería un lujo para la presidencia de Caja Madrid”.
Caja Madrid fue, durante tiempos, un campo de batalla en el que Aguirre jugó fuerte, al igual que Alberto Ruiz-Gallardón y los suyos, como evidencian los correos de Miguel Blesa. La primera, para colocar a González al frente de la caja; los segundos, para situar a Rodrigo Rato. Mariano Rajoy inclinó la balanza hacia Rato.
Eso sí, mientras tanto, la caja sirvió para colocar a los afines, tanto políticos como empresarios, que se beneficiaron de las tarjetas 'black' a efectos fiscales: además de los propios Miguel Blesa y Rodrigo Rato, por el consejo de Caja Madrid pasaron Arturo Fernández, Gerardo Díaz Ferrán, Beltrán Gutiérrez (exgerente del PP madrileño y marido de la exjefa de Gabinete de Aguirre, Isabel Martínez Cubells), Pablo Abejas (exdirector general de Economía de Madrid), Carmen Cafranga (exdirectora de la Fundación Caja Madrid), Ricardo Romero de Tejada (ex secretario general del PP madrileño), Mercedes Rojo (exasesora del Gabinete de Aguirre), Juan Iranzo (exconsejero del CES y Red Eléctrica, habitual de Intereconomía y 13tv) y Alberto Recarte (expresidente de Libertad Digital, beneficiada por el reparto de TDT), entre otros.
Pero las relaciones entre empresarios y la Puerta del Sol no acaban ni empiezan en Caja Madrid. Un ejemplo: el presidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio González, no volvió a España con el resto de la comitiva olímpica de Madrid 2020 trasladada a Buenos Aires en septiembre de 2013. González voló en el avión privado del presidente de Grupo ACS y del Real Madrid, Florentino Pérez, que también se desplazó a Argentina, y a bordo iba también la consejera de Educación, Juventud y Deportes, Lucía Figar.
La relación de Florentino Pérez con las administraciones madrileñas no termina en la construcción de instalaciones sino que se ha extendido hacia otros servicios que se desarrollan dentro de ellos: el Grupo ACS tiene varias empresas que intentan diversificar el negocio para reducir su dependencia del ladrillo. Esa estrategia incluye hacer negocio con la educación pública. Una de estas filiales, Clece, gestiona decenas de guarderías públicas por la adjudicación de la Comunidad de Madrid, concretamente por parte de la consejería de otra de las pasajeras del jet privado de Pérez en la vuelta de Argentina, Lucía Figar.
Clece tiene contratos adjudicados por parte de administraciones andaluzas, castellanoleonesas o valencianas. Se encarga de la limpieza de edificios públicos, diseña instalaciones de energía, previene incendios forestales, tiene comedores y máquinas expendedoras y sirve comida en hospitales públicos.
Florentino Pérez ha presidido el palco del Bernabéu, una de las herramientas de relaciones públicas más importantes de España, desde 2000 a 2006 y de 2009 a la actualidad.
La conversación con los comisarios
Una conversación con dos policías en una cafetería del centro de Madrid supuso para Ignacio González el tiro de gracia a sus aspiraciones políticas y empujó la decisión adoptada por Rajoy de cerrarle el paso como candidato a la Comunidad de Madrid.
El contenido de la conversación, celebrada el 29 de noviembre de 2011, entre el presidente madrileño y los agentes se publicó en el diario El Mundo y la Cadena Ser.
Según cuenta el diario, el audio de la cinta “desmonta el supuesto chantaje” denunciado por González. Sin embargo, si el encuentro fue grabado por los agentes, esto indicaría dos cosas: González quiso maniobrar para ocultar el escándalo de su ático en Marbella y los agentes consiguieron pruebas contra un importante dirigente político en una investigación que nadie les había encargado de manera oficial.
De la conversación mantenida por el todavía presidente madrileño y los dos comisarios destacan varios pasajes especialmente inquietantes. “Lo que yo quiero evitar es que eso salga”, dice González cuando se plantea la existencia de una sociedad pantalla con sede en Delaware como propietaria de su lujosa propiedad.
El comisario Villarejo se ofrece como intermediario para eludir el escándalo e invita a González a “contar una historieta, tirar balones fuera y ya está”. Los policías buscan en todo momento la complicidad del político, a quien ofrecen un número de teléfono para continuar en contacto. “En lo que a mí respecta somos troncos”, dice Villarejo al final de la conversación.
Tras la finalización del encuentro, la grabadora sigue funcionando y capta cómo los dos agentes de jactan de haber asustado a Ignacio González: “¿Lo has notado, no? Está cagao. Se ha quedado clavado, no esperaba al darle el nombre de la sociedad. No lo ha dicho el pavo, lo hemos dado nosotros”, concluye el comisario Villarejo.