Íñigo Errejón (Madrid, 1983) reconoció estar cansado al llegar a la redacción de elDiario.es para la entrevista que tuvo lugar este viernes. Había sido una semana intensa y difícil para la mayoría del Gobierno pero especialmente para Sumar. La coalición presentó el lunes sus propuestas para negociar los Presupuestos Generales del Estado y esa misma noche terminó de negociar con el PSOE un plan para democratizar las instituciones. Y un día después vio como Junts cambiaba a última hora su voto y tumbaba el inicio de la tramitación de una ley para regular los alquileres de temporada que el portavoz del grupo plurinacional había negociado personalmente.
Errejón critica con dureza a Junts y cree que los de Carles Puigdemont calcularon mal con un tema sensible para la ciudadanía, pero descarta una ruptura total de puentes y ve factible reconstruir la relación de cara a la negociación de las cuentas públicas. Cree que la vivienda será trascendental en esta legislatura y que servirá, entre otras cosas, para medir el éxito de la legislatura. Y ven a su socio de Gobierno en posiciones muy alejadas sobre este asunto.
Su partido, Movimiento Sumar, celebrará en otoño una convención política y no una asamblea como se había programado inicialmente, según explica. No pronostica grandes cambios en la estructura orgánica de la formación y habla de una “actualización” de algunas herramientas políticas y organizativas.
Quería empezar por una reflexión sobre Sumar. ¿Qué ha pasado en los últimos meses para que hayan vivido un proceso electoral complicado, con una serie de elecciones en las que no han ido del todo bien las cosas y en un proceso también de reflexión orgánica? ¿Qué diagnóstico hace de lo que ha ocurrido?
El espacio político de Sumar, aunque viene de un proceso de escucha anterior, tiene su nacimiento político en las elecciones generales. En condiciones muy adversas y seguramente con buena parte de los deberes sin hacer, somos capaces de revertir un clima anímico que da esas elecciones ya ganadas por la derecha y la extrema derecha. Es el efecto Sumar el que permite que haya una reedición del Gobierno progresista en España.
¿Desde entonces, qué sucede? El Gobierno encuentra muchas dificultades para ponerse en marcha como resultado de una correlación parlamentaria de fuerzas muy ajustada, más difícil que con el Gobierno anterior. Y mientras Sumar entrega el grueso de sus esfuerzos a poner en marcha la labor de sus ministerios y del grupo parlamentario se sucede un ciclo muy concentrado y muy corto de cuatro elecciones: las vascas, las gallegas y las europeas. Y las catalanas entre medias, aunque esas las libran los comuns. Son elecciones para las que nosotras y nosotros no estamos preparados. Acabamos de cerrar las carpetas y los locales de la campaña de las elecciones generales cuando enseguida nos vemos obligados a librar esas elecciones en contextos no sencillos.
Ahora ese ciclo se ha cerrado. El trabajo del grupo parlamentario da cuenta de mucha mayor articulación, de mucha mayor coordinación, de una orientación política que sabe elegir qué batallas dar y que eso influya en el trabajo del Legislativo. Empiezan a encajar las piezas poco a poco de la coordinación del grupo parlamentario, de los cinco ministerios y de las organizaciones políticas que componen el espacio. Ahora viene un otoño de congresos para todas las formaciones políticas. Nosotros ya hicimos una primera asamblea política y ahora tendremos una convención política de actualización de las tesis políticas y de algunas herramientas organizativas para un ciclo diferente sin elecciones a la vista y con la necesidad de construir y acompañar un pulso social e intelectual que empuje en el Parlamento y en el Gobierno.
Ha hablado de una convención política de Movimiento Sumar en los próximos meses. ¿No es una asamblea como se había programado en un primer momento? ¿Tiene un tenor menos relevante de lo que se había pensado?
Consideramos que ya hicimos una primera asamblea política, elegimos una dirección y unas tesis ideológicas más que políticas. No eran de cómo intervenir en la realidad la semana que viene, sino de grandes principios orientadores, de un horizonte ideológico que forma parte de una tarea larga de reconstrucción del pensamiento político emancipador en España. Lo que vamos a tener es una convención política que actualice algunas cuestiones, con análisis más aplicados al escenario concreto y que actualice algunas herramientas organizativas. Es más una puesta a punto que una definición política y organizativa, porque eso lo hicimos ya en marzo.
Tienen que resolver también el relevo del liderazgo de Yolanda Díaz. ¿Va a haber una nueva dirección que salga de esa convención?
Ya hay una dirección grande que se reúne el próximo sábado.
Sí, pero me refiero a la dirección colegiada que ahora forman cuatro personas, que se nombró de forma transitoria. ¿Eso se va a actualizar de alguna manera?
Se someterá a la aprobación para mantener la misma dirección, la misma ejecutiva, con las mismas cuatro compañeras y compañeros encargados de este trabajo transitorio de la colegiada. Esto es por lo que respecta a los liderazgos organizativos. Por lo que respecta al liderazgo político, el liderazgo moral e intelectual lo sigue llevando la vicepresidenta Yolanda Díaz, como no podía ser de otra manera. Yolanda tomó una decisión estratégica, que era concentrarse en la tarea de liderar el espacio de Gobierno y descargarse de algunas tareas de gestión organizativa. Y eso ha permitido una mayor y mejor coordinación de la tarea de los diferentes ministerios y el grupo parlamentario y creo que algunos de sus resultados se notan y están a la vista de todo el mundo.
Creo que se ha notado en el trabajo del grupo parlamentario marcando claramente las prioridades y la agenda. El lunes pasado se presentó un documento de todo el espacio de Sumar con nuestras prioridades para presupuestos, que son en realidad nuestras prioridades políticas para España y que representan, en primer lugar, un gran trabajo de coordinación entre todas las fuerzas y todos los componentes del espacio. Eso implica una labor de liderazgo y ese liderazgo le pertenece a la vicepresidenta. El liderazgo a veces no se mide tanto por las etiquetas o los cargos, sino por los resultados, por quién pone los espacios a andar, a caminar. Y creo que el lunes se vio claramente a un espacio caminando conjuntamente. Y se demostró también cuál es el liderazgo de ese espacio.
¿Sigue siendo Yolanda Díaz la cabeza de cartel electoral de todo el espacio político de Sumar?
No hay elecciones a la vista y nosotros no estamos trabajando con la perspectiva de unas elecciones a la vista. Si el espacio así lo decide y Yolanda se muestra disponible, a mí me parece que es indiscutible.
Junts esta semana dio un toque al Gobierno con su voto en contra a la ley de alquileres. El PSOE y ustedes dicen que la legislatura se va a agotar, que no habrá adelanto electoral, pero no sé si tiene sentido una legislatura en la que todo depende de un partido como Junts, que ideológicamente es un partido de derechas y que tensa todo el rato las negociaciones y la mayoría de investidura.
El 23 de julio salvamos la posibilidad de un gobierno progresista, fundamentalmente, y creo que soy muy honesto en esto, por una mayoría negativa. Una mayoría que se negaba a que en España gobernara la derecha con la extrema derecha. Nuestro reto, que no es nada sencillo, es convertir esa mayoría negativa en una mayoría positiva. Eso se tiene que hacer con fuerzas de distinto signo y con las que vienen de una tradición conservadora en sus respectivas naciones. En el caso de Euskadi, con el PNV, y en el caso de Catalunya con Junts. Hay más facilidad para entenderse con esas fuerzas políticas que con la derecha española. La agenda democrática la compartimos porque son derechas de las que nos separan muchas cosas en términos de distribución de la riqueza y modelo de sociedad, pero que vienen de una tradición democrática, que vienen de una tradición antifranquista.
Eso nos permite discutir y entendernos en varias cosas: en la agenda democratizante y en la de la plurinacionalidad. Hay otra vía en la que es más difícil entenderse, que es la del equilibrio de poder social, del reparto de la riqueza y de la justicia social. La vía de hacer que hoy la vida en España pueda ser tranquila para todos, con independencia de que hayas nacido una familia con mucha herencia o con muchos apellidos. Pero la labor histórica de Sumar y la de las fuerzas transformadoras tiene que ser anudar y articular estas dos sendas.
Junts se equivocó el otro día. A Junts le gusta dar toques simbólicos en cosas que creen que no tienen efecto, votaciones con las que pueden recordar que sus votos son indispensables y que salga gratis, pero creo que en esto tocaron una tecla afectiva de la sociedad española y de la sociedad catalana. Creo que mucha gente ha dicho: “Con esto me gustaría que no hubieras jugado porque no es una discusión entre políticos”. “Con esto lo que estás haciendo es que mi casero me pueda seguir subiendo el alquiler cada año saltándose la ley”. Hay quien dice que es que ha tomado ya una decisión y que ha elegido definitivamente bando con PP y Vox, que son las formaciones políticas que les quieren en prisión. Yo creo que no. Han cometido un error y hay que redoblar los esfuerzos y las presiones y la persuasión para que corrijan ese error. Los Presupuestos Generales del Estado son la ocasión ideal para que corrijan el error.
Entiendo entonces que no comparte la tesis que el portavoz de ERC, Gabriel Rufián, exponía el otro día en la sesión de control al Gobierno cuando hablaba de una alianza nueva de derecha, en la que está Junts con PP y Vox. No ve una posible moción de censura en el futuro en la que Junts le dé los votos a Feijóo.
Yo creo que ese bloque hoy no está construido. Si me preguntas si vamos hacia ahí, te diría que no lo sé. Creo que no, creo que es una decisión que tiene que tomar Junts y convendría que no se equivocara y que no dejara pasar las oportunidades históricas. A Junts le están pasando cosas. Le pasa el surgimiento de los nazis de Alliança Catalana, que le remueve un poco su ala derecha. Yo sé que esto es muy impopular decirlo, Mao lo decía de manera muy clara, el factor determinante siempre son las masas en la calle. Cuando el procés movía masas en Catalunya, eso obligó a todo el mundo a reposicionarse e hizo girar a la izquierda a la sociedad catalana. También hizo girar a Junts, que, por ejemplo, llegó a hacer una concentración diciendo 'Tanquem els CIES'. Y hoy tiene posturas en materia de inmigración que se parecen mucho a las de la derecha y la ultraderecha. Cuando la gente ha vuelto a casa, Junts ha vuelto también a las posiciones tradicionales, incluso a veces peores, de la antigua Convergència. No obstante yo no creo que hoy haya una confluencia de intereses estratégicos entre Junts y la derecha y la extrema derecha española. Creo que a veces vota contra el Gobierno y creo que cuando lo hace se equivoca.
¿Cómo se recomponen los puentes? Usted usó palabras duras contra los diputados de Junts el otro día, después de la votación. Los llamó desleales. ¿Cómo se puede conseguir que Junts apoye los Presupuestos?
Junts tiene derecho a equivocarse. Yo he salido con palabras muy duras no porque hayan votado en ese sentido, que a mí me parece una gran equivocación, sino porque hay que mantener la palabra dada y uno no puede cambiar de palabra tres minutos antes de la votación. Me parece que las cosas no se hacen así, que sienta muy mal precedente y que a uno le erosiona la credibilidad. Ahora hay que seguir hablando. Hay que seguir sacando la reforma del sistema de financiación, hay que sacar las medidas de protección social, hay que extender los permisos de paternidad y maternidad a 20 semanas. Hay que extender la prestación universal por hijo, hay que regular de manera decidida los alquileres e intervenir en el mercado de la vivienda y hay que reducir la jornada laboral.
Creo que hay una senda, una vía posible, la vía de la democratización del Estado, que es también la de equilibrar el reparto de poder económico en España. Y la otra vía es la vía del bloqueo, la vía del desencanto. Y en la vía del desencanto, quienes están esperando para cosechar los frutos de ese desencanto y del cinismo y de la relación de odio con la política son quienes básicamente han hecho de la cobardía su posición ideológica. Me estoy refiriendo a la ultraderecha. La ultraderecha explota la xenofobia, pero una de las principales xenofobias en nuestro país, uno de los principales odios al otro, siempre ha sido el odio al enemigo interno, que ha sido el anticatalanismo. Aquí Junts convendría que no se equivocara.
Cuando tienes gente que nos querría en la cárcel a muchos, a muchos diferentes, esos diferentes convendría que habláramos y que no rompiéramos nunca los puentes. Y en ese sentido nosotros los mantenemos. Yo el mismo miércoles o jueves volví a hablar con la portavoz de Junts. Hay que sacar unos presupuestos adelante y yo creo que solo a la derecha y la ultraderecha les interesa que los presupuestos no salgan.
Le quería hablar precisamente sobre sobre vivienda, porque creo, después de leer el documento que han presentado para la negociación con el PSOE de cara a los Presupuestos, que en su texto las medidas en vivienda son centrales.
Sí.
Pero claro, cuando ustedes presentan una medida como la de prohibir la compra para la especulación en zonas tensionadas, Patxi López dice al día siguiente que eso es una “medida extrema”. ¿Se puede solucionar el problema de la vivienda con estas diferencias dentro del Gobierno?
Quizás es donde más lejos estemos. Lo reconozco abiertamente. Hemos presentado un plan que el PSOE llama de regeneración democrática y que para nosotros es el primer paso en la democratización del Estado. El Partido Socialista, espero que más temprano que tarde, tendrá que entender que el Estado no flota por encima de la sociedad. Que los equilibrios de fuerza en la sociedad y la economía condicionan al Estado. No les pido que sean marxistas, pero sí que entiendan que el Estado no es algo que simplemente flote al margen de cuáles son los equilibrios de fuerzas en la sociedad. Democratizar el Estado español también es equilibrar el inmenso desbalance de fuerzas sociales entre la minoría propietaria y la mayoría trabajadora. Porque un masivo desequilibrio de poder, de tiempo disponible, de influencias, de recursos, de riqueza, entre un grupo social y otro, siempre se acaba reflejando en un desequilibrio político.
Y en España todos sabemos que hay una minoría pequeña, histórica, anclada en la oligarquía rentista de nuestro país, en la oligarquía que ganó la guerra y que tuteló la Transición, que ha retenido suficientes elementos de poder como para seguir mandando en el Estado, incluso cuando pierde las elecciones.
Alterar esa relación de fuerzas y equilibrar el poder económico pasa por tocar los intereses del bloque rentista inmobiliario. Sin equilibrar un poco la relación entre una minoría propietaria que impone las condiciones que le da la gana y que le cobra un impuesto a la mayoría trabajadora permanentemente todos los meses, sin alterar esa relación de fuerzas es difícil democratizar el Estado. Sin tocar eso, siempre vamos a ser inquilinos en el Estado, como de paso, pidiendo permiso. Voy a intentar gobernar, pero espero que no les moleste a ustedes.
Y, además, la vivienda es un drama social que hace que la gente duerma mal, que hace que la gente tenga que seguir conviviendo con parejas con quien ya no se quiere porque si no no podría seguir pagando el alquiler, que hace que la gente no pueda tener proyectos de vida, que con 40 años tenga que estar compartiendo piso o que se tenga que volver a casa de sus padres con vergüenza. Es una indecencia lo que está pasando en nuestro país ahora.
Es necesario que España se alinee con los países europeos que están haciendo la política de vivienda que funciona. Es la que hace Austria y la que hace Viena, la que hace Berlín, la que hace Copenhague, la que hace Helsinki. Una mayor intervención del Estado en el mercado de la vivienda, en la construcción y la retención de vivienda en suelo público como parque público de vivienda. No que el Estado regale terreno para que promotores privados construyan y luego esas viviendas acaben vendiéndose por el triple, eso es un robo. Mucho parque de vivienda para alquiler social para que bajen los precios y ponerle coto al alquiler turístico. Si tú te saltas las normas en el tráfico, te multan. Pues si te saltas las normas poniendo pisos turísticos ilegales, hay que multarte y eso hay que desincentivarlo fiscalmente.
Hay que prohibir la compra de vivienda cuando sea para la especulación en zonas tensionadas. Es verdad, decía el portavoz socialista, Patxi López, que es una medida extrema. Nosotros creemos que hacen falta medidas extremas cuando hay situaciones de extrema gravedad y estamos en una situación de extrema gravedad. Esto el PSOE yo creo que no lo entiende todavía. Y creo que la labor de una fuerza de vanguardia es hacer que lo entienda. No creemos que para esto baste con un reglamento hecho para el año 2025. Creemos que hay que actuar ya.
Hablaba de un problema de máxima gravedad. No sé si creen que si este problema no se resuelve puede hacer caer al Gobierno o, desde luego, puede hacer que el Gobierno de coalición progresista no repita si hubiese unas nuevas elecciones.
No sé si la gente aguanta, que es lo más importante. No sé si la salud física y mental de la gente aguanta. Que el mercado inmobiliario esté caracterizado por los abusos no es un dato estadístico, significa que hay mucha gente que sufre permanentemente. Y, en segundo lugar, sí, yo creo que una buena parte de la suerte de la legislatura depende de la vivienda. Si logramos una intervención que ponga orden en la cuestión de la vivienda y que le garantice un desahogo y una tranquilidad mayor a la inmensa mayoría de la población que sufre por esta cuestión, lanzamos un mensaje muy claro que el poder democrático de la mayoría sirve a veces para meter en cintura a los más ricos. Es un mensaje revolucionario porque da ánimos, da esperanza, anima a seguir, a organizarse, a ser más fuertes y a ir por más. Si se lanza el mensaje contrario, que por mucho que votes los grandes propietarios, los dueños del dinero, las grandes familias oligárquicas, siempre se salen con la suya, ese mensaje es abono para la extrema derecha, porque es el abono de bajar los brazos, rendirse y decir que con los de arriba no se puede así que hay que pagarlo con los de abajo.
Voy a salir un poco del tema, pero tiene que ver porque hablábamos antes de la salud del Gobierno, de la estabilidad de la legislatura, de si este problema puede hacer que en unas futuras elecciones se pierda la posibilidad de seguir gobernando. Y hay seguramente muchos lectores, muchos votantes de izquierda, que se preguntan qué van a hacer con el espacio electoral que ahora está dividido. Con esa división, difícilmente pueda repetirse la posibilidad de un gobierno progresista en unas nuevas elecciones. ¿Qué está pensando Sumar sobre la unidad con Podemos?
Podemos tomó una decisión y se fue con sus cinco diputados, ahora cuatro, al Grupo Mixto, abandonando el Grupo Plurinacional de Sumar. Pero no hay elecciones a la vista, no estamos haciendo cálculos electorales. El bagaje con el que lleguemos a las elecciones es el que puede desequilibrar lo que suceda. Se trata de llegar a las elecciones cargados de razones, demostrando que hay votos que pueden cambiarlo todo y que sirven para hacer un poquito de justicia entre quienes más tienen y la gente sencilla. Y eso es gobernar. Eso es llevar la iniciativa en el Gobierno y que el gobierno produzca transformaciones que hagan que la vida cotidiana de la gente sea más tranquila, más libre, más segura, menos dependiente, menos sometida al capricho, al arbitrio de los amos, del dinero. Eso es lo contrario de estar en la planificación electoral. Los números que yo estoy echando son los números de los escaños que hacen falta para aprobar la regulación del alquiler de temporada. Cuando vengan elecciones habrá que echar números electorales, pero creo que solo la derecha o los derrotistas están deseando que haya elecciones.
Sí, pero se lo pregunto no solo por el escenario electoral. Usando esa expresión que mencionaba, “cargados de razones”, mucha gente se desmoviliza ante la desunión de las formaciones de izquierda. ¿Cree que eso hay que revertirlo? ¿Qué hay que trabajar para dialogar con Podemos, para recomponer los puentes y para ir juntos en el futuro en una misma candidatura?
Tengo la sensación de que las formaciones políticas de izquierdas lideramos la conversación y, aunque sea temporalmente y débilmente, podemos hegemonizar el ánimo social y la voluntad política de la mayoría cuando nos ocupamos de cuestiones que interpelan a la mayoría.
Creo que cuando nosotros aparecemos defendiendo la regulación del alquiler de temporada, la reducción de la jornada laboral, la salud mental o el derecho a la extensión de los permisos, entonces estamos demostrando una fuerza con conexión popular. Estamos sintonizando y expresando lo que ya sale en las conversaciones de familia, de grupo, de amigos, de grupo, de WhatsApp o de conversaciones en el bar. Cuando, por el contrario, retrocedemos a las posiciones de las discusiones sobre los encajes –que eso habrá que hacerlo–, los encajes entre partidos, entre siglas, entre no sé qué... Creo que ahí la izquierda aparece como un club privado que habla de sus cositas. Y yo siempre he tenido la sensación de que el mayor objetivo que puede tener la izquierda es trascenderse, es dejar de ser izquierda para hacerse pueblo. Y que cuando nosotros abrimos la discusión sobre el clamor de la vivienda, estamos construyendo y articulando un sentir popular mayoritario.
El mayor objetivo que puede tener la izquierda es trascenderse, es dejar de ser izquierda para hacerse pueblo
No hay mayor elemento de desmovilización que la impotencia. El Gobierno no puede conformarse con resistir. Tiene que avanzar. Nuestra pelea no es demostrar que nuestras ideas son hermosas, es demostrar que nuestras ideas se aplican y lo demostramos cuando lo hacemos. Demostramos que mienten y que se puede avanzar. Es esta inyección de moral que demuestre que nuestras ideas se pueden poner en práctica. Y eso no es una discusión entre partidos, es una discusión con el adversario, que es el que está enfrente. Yo a eso es a lo que dedico el grueso de mi tiempo y creo que con eso es con lo que ganamos también la batalla de las ideas.
Mencionaba antes el plan de regeneración democrática, que han pactado con el Partido Socialista. Han tenido alguna pugna alrededor de la despenalización de las injurias a la Corona.
Alguna.
Lo que se ha acordado es un pacto político en el que hay un compromiso para hacer algo. No sé si temen que cuando el PSOE quiera llevar eso a una proposición de ley se deje o no concrete este asunto de la despenalización de las injurias a la Corona.
El Partido Socialista lo llama regeneración democrática, nosotros lo llamamos democratización del Estado, porque nos parece que hay parcelas enteras del Estado por las que la Transición no pasó. Hay aparatos enteros por los que la Transición no pasó y que hacen que las normas no sean iguales para todos, que haya seis chavales antifascistas de Zaragoza en prisión por protestar contra Vox, seis sindicalistas de Gijón de La Suiza a punto de entrar en prisión por luchar por los derechos de las trabajadoras y contra el abuso y el acoso laboral, y que mientras tanto haya permanentemente agresiones LGTBIfóbicas o agresiones fascistas, agresiones nazis, que nunca encuentren ninguna respuesta por parte de los aparatos y fuerzas de seguridad del Estado. Es un problema de estructuras enteras, de estructuras por las que la Transición no pasó o si pasó, pasó de puntillas. Y que nosotros creemos que hay que democratizar.
Nosotros creemos que todos los derechos que sobreprotegen algunas instituciones, a los fuertes, y que han servido para que haya delitos de opinión en nuestro país, tienen que ser eliminados. Han servido en nuestro país para que haya artistas, dibujantes, cantantes, manifestantes que se enfrenten a penas de prisión o que hayan acabado entrando en la cárcel. Eso es una vergüenza democrática. Eso se tiene que acabar.
Hemos pactado con el PSOE que eso se acabe pero el PSOE con esto arrastra los pies. ¿Lo va a querer traer tal cual al Congreso de los Diputados? Lo tiene que aprobar con el resto de fuerzas de la mayoría de investidura. Y con el resto de fuerzas vamos a acabar de desmontar una ley que es una ley liberticida, que fue la 'ley mordaza', que fue una ley que aprobó el Partido Popular, porque como cada vez había más pobreza y cada vez la gente protestaba más, decidió que en vez de combatir la pobreza había que combatir a los pobres y a los que protestaban. El Partido Socialista, si quiere sacar adelante la regeneración democrática, la democratización la tiene que sacar con la mayoría de la investidura y la mayoría de la investidura.
Le iba a preguntar por esto, porque los socios han puesto algunas pegas al plan de democratización, algunos lo han calificado de humo sobre todo por lo relativo a la derogación de la ley mordaza. El acuerdo solo plantea eliminar un punto. ¿Por qué no han ido más allá en la negociación con el PSOE para tratar de acordar el desmantelamiento de esta ley, cuando la legislatura pasada ya hubo un acuerdo bastante amplio que se estancó en cuatro puntos concretos?
La ley mordaza es para nosotros antidemocrática. Es una ley para meter miedo a los ciudadanos, para que usen menos sus libertades, para que se manifiesten menos, para que se organicen menos. Y, además, que se usa de manera muy parcial porque las sanciones están sirviendo para que la gente que acude a las manifestaciones para parar un desahucio o que acude a las movilizaciones –siempre de los movimientos sociales, siempre de la izquierda, siempre de las organizaciones populares–, esté bajo la amenaza de la multa, de la sanción. Sanciones arbitrarias porque funcionan como sanciones administrativas. La 'ley mordaza' tiene que ir fuera. ¿Lo hemos logrado? No. ¿Hasta dónde hemos podido llegar? Con toda franqueza, hasta donde hemos podido. El resto lo podemos caminar con el resto de formaciones parlamentarias. El resto esperamos poderlo caminar con Esquerra Republicana, esperemos poderlo caminar con Bildu. Porque creo que juntos hacemos aquí más presión para corregir un retroceso.
El CIS esta semana decía que la inmigración es la principal preocupación de los españoles. En este diario hemos contado que esto está vinculado a los discursos de la derecha, pero más allá de eso, a mí me interesaba saber, en su opinión, por qué la izquierda no es capaz de construir discursos alternativos.
El repunte de la preocupación ciudadana sobre la cuestión de la migración es, en primer lugar, el resultado de una exitosa campaña de verano de la extrema derecha y de sus medios de comunicación en el Congreso de los Diputados. Esta semana hubo siete preguntas orales, dos mociones y una interpelación parlamentaria. Es una barbaridad comparado con lo que hubo sobre violencia machista, salud mental, alquileres, transición ecológica. Y toda una masiva campaña de los medios más afines a la derecha, alimentando una especie de pánico generalizado.
Ahora bien, una vez que el CIS lo da como preocupación es que ha sido construido como problema político, da igual que nos parezca injusto. Y desde la izquierda hay que responder. La inquietud existe y hay que hacerse cargo de ella. Uno no puede solo escaparla. Y yo creo que hay que plantar cara porque los retrocesos ideológicos al respecto no sacian ni tranquilizan al adversario, sino que le excitan más y le hacen ir más duro. Nosotros tenemos un paradigma opuesto al de la extrema derecha y al de la derecha indistinguible de la extrema derecha. Se acaba de ir Feijóo con la neofascista [primera ministra de Italia, Giorgia] Meloni a decir que sus políticas de inmigración son las que funcionan. Nosotros creemos que lo que genera sensación de inquietud y de inseguridad es el desarraigo, la clandestinidad, la falta de integración, la falta de derechos, el que convivan con nosotros personas prácticamente al margen de los mecanismos de integración social y de ciudadanía.
Pero la integración no es una cosa cultural de quiero que hables como yo o quiero que le reces a los dioses que rezo, o a ninguno, o quiero que vistas como yo. La integración es la garantía de que uno pertenece a las instituciones sociales que te permiten formar parte de una comunidad. Y eso es tener derechos. Frente a esa inquietud lo que hay que hacer es tramitar de inmediato, y espero que tengamos buenas noticias pronto, la Iniciativa Legislativa Popular para la regularización de cerca de medio millón de personas que viven en nuestro país en régimen de semiesclavitud y de clandestinidad. Cuando la gente vive sin derechos, vive más presa de las posibilidades de la marginalidad, de la posibilidad de las mafias, de la hiperexplotación, de tener que buscarse la vida. Y eso es peor para todos, es peor para la convivencia de los barrios y es peor para las condiciones de los centros de trabajo. Lo que garantiza la seguridad son los derechos, es la igualdad en los derechos. No criminalizar al más pobre ni al más débil, sino darle herramientas y producir herramientas de inclusión y de integración social.
Entrevista completa:
Vídeo: Nando Ochando y Javier Cáceres.