Si Vox buscaba otro teatro en el Congreso con la reprobación a la ministra de Igualdad, Irene Montero, no ha obtenido demasiados resultados, salvo el apoyo vacilante del PP. El discurso desde la extrema derecha funciona peor si enfrente, en el lugar donde se sienta el objetivo de sus críticas, hay un mullido sillón azul que absorbe el sonido de los ataques, como ha podido comprobar este martes la portavoz del grupo, Inés María Cañizares, cuando ha subido a la tribuna para pedir la dimisión de la ministra.
El partido que dirige Santiago Abascal planteó a finales de mes una proposición no de ley para reprobar a la dirigente de Unidas Podemos espoleado por el rédito mediático que había obtenido con sus insultos machistas hacia ella en el Congreso apenas unos días antes. Durante un pleno donde se debatían los Presupuestos, la diputada de Vox Carla Toscano llegó a llamar a Montero “libertadora de violadores” y a continuación fue un poco más allá al decir que su único mérito era “haber estudiado en profundidad a Pablo Iglesias”.
Hacía pocos días que habían salido las primeras sentencias que rebajaban las penas a condenados en aplicación de la Ley Integral de Libertad Sexual y Vox venía desde hace meses en claro retroceso en las encuestas. La tormenta política ha cedido considerablemente desde entonces y una proposición no de ley no tiene el mismo eco que un debate de Presupuestos, por lo que el discurso de Cañizares, aún repleto de epítetos y ataques, ha resultado hasta descafeinado al lado del de su compañera de banca.
La diputada de extrema derecha ha inflado su argumentación con multitud de adjetivos: “Demostrada incompetencia”, “persistente apología de la actividad sexual por y entre menores”, “negligencia”... Durante los siete minutos que ha durado su exposición, ha calificado el Ministerio de Igualdad de “centro de referencia del nepotismo”, de “injusto” y “oneroso en su estructura”. También ha aprovechado para recuperar un tradicional argumento de su formación, la vinculación de la inmigración con la violencia, con el término “manadas importadas”.
Cañizares ha cerrado su exposición pidiendo no solo la reprobación de la ministra, también con una petición al presidente del Gobierno para que la destituya y, después, cierre el Ministerio de Igualdad. Los diputados de Vox que quedaban en el pleno, entre los que como es costumbre no estaba Abascal, se han levantado para aplaudir. Arriba, en una tribuna de invitados, varios adolescentes de visita escolar intercambiaban bostezos y arqueo de cejas.
La presidenta del Congreso, Meritxell Batet, que no ha necesitado intervenir ni para pedir silencio, ha dado paso después a la diputada de Ciudadanos Sara Giménez, que ha tomado la palabra para defender una enmienda de su grupo. Giménez ha reconocido que al leer la iniciativa de la extrema derecha se ha puesto “un nudo en el estómago”, pero una cosa diferente es desaprovechar la oportunidad para atacar a una ministra.
“Según la lees, ves el posible retroceso social al que nos podemos enfrentar en el campo de los derechos sociales”, ha comenzado su exposición, que ha terminado atacando a la izquierda: “Nadie puede imponer lo que es el feminismo, que una mujer sea rechazada porque otras la señalan porque no está en el paraguas de lo que ellos entienden que es el movimiento”, ha dicho.
Un poco más allá ha ido la diputada del PP Margarita Prohens que no ha considerado demasiado incoherente apoyar la reprobación de Vox y al mismo tiempo condenar el último asesinato machista, ocurrido ayer en Albacete. “No podemos compartir la exposición de motivos de la reprobación, pero el responsable de ella es un Partido Socialista que permite que Irene Montero siga sentada en el Consejo de Ministros”, ha comenzado Prohens, que ha acusado a la ministra de “poner en jaque todas las políticas de Igualdad”.
La diputada del PP ha avanzado a continuación que no quería incurrir en los “errores” de otros, “en insultos ni ataques personales”, aunque ha dicho que el problema es que esos ataques “desvían el foco”; no ha mencionado que sean algo malo de forma intrínseca. “El motivo para pedir su reprobación y volver a pedir su dimisión es su forma de gobernar: la incompetencia que ha supuesto el mayor retroceso en la protección de mujeres en décadas”, ha razonado. “El Partido Popular no va a dar balones de oxígeno –ha dicho a continuación– y por eso va a pedir su reprobación”.
“Escombrera verbal”
“Sepan ustedes que volcar una escombrera verbal no es una iniciativa parlamentaria”, ha respondido en su turno la diputada de Unidas Podemos Sofía Castañón, que ha reprochado a Vox que su única aportación a los derechos de las mujeres haya sido tener un parlamentario, que, ha dicho, les dice en los pasillos del Congreso que se vayan a su casa, a su cocina o al patio. “Estaría bien que se pusieran a trabajar, que igual les motiva un poquito”, ha ironizado Castañón.
Luego ha recopilado las leyes que ha sacado adelante el Gobierno durante esta legislatura: “Para que conste en el diario de sesiones: la ley del ‘solo sí es sí’, el plan corresponsables, la ley trans, los presupuestos con mayor impacto de género, el reconocimiento de todos los feminicidios”. “Esto les guste o no les guste son avances y conquistas de la calle, gracias a Irene Montero y al Ministerio de Igualdad. Puxa la lucha de lles mujeres”, ha arengado.
La diputada socialista Laura Berja ha cerrado el turno de réplicas de los portavoces con una defensa de las “políticas públicas de igualdad”, que no ha dejado en el aire sino que ha concretado en el papel: “Una psicóloga que atiende a víctimas de violencia de género en un pueblo, permisos de paternidad iguales e intransferibles, que los colegios hagan cortometrajes denunciado la violencia de género, que se estudie a María Zambrano. También la ley del aborto de 2010”.
“Hoy la democracia es mejor gracias a las políticas de igualdad de mujeres y hombres”, ha sostenido, entre los murmullos de la bancada de la extrema derecha, mucho más mermada tras la exposición de su portavoz. Berja ha defendido el “feminismo como teoría y también como movimiento civil organizado”. “Gracias a las feministas, la democracia no es una democracia de varones sino de valores”, ha dicho, poco después de dejar un mensaje para el PP: “La intervención de Vox tendría que hacerles pensar en el peaje que están dispuestos a pagar por hacer oposición a todo”.