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ENTREVISTA | Ministra de Igualdad

Irene Montero: “Crispar y fomentar el odio entre españoles como hacen las derechas en este momento es muy poco patriótico”

La conciliación y el teletrabajo en los tiempos del coronavirus monopolizan la charla con la ministra de Igualdad, Irene Montero (Madrid, 1988), que atiende a eldiario.es por videoconferencia en un hueco entre sus tareas institucionales y el cuidado de sus tres hijos, este miércoles a última hora de la tarde. Antes de volver a ellos.

Montero responde sobre los tres principales frentes que tiene abiertos en plena pandemia. En el flanco institucional, la lucha contra la triple crisis (sanitaria, económica y social) provocada por el SARS-CoV-2 y los problemas que está teniendo el Ejecutivo para atar los apoyos a las prórrogas del estado de alarma; así como su labor al frente del Ministerio de Igualdad tras años reclamando actuaciones feministas desde el Gobierno. Y en ámbito de partido, Podemos está al final de su III Asamblea Ciudadana, cuyas votaciones concluyen este mismo jueves.

Montero ataja las críticas por haber mantenido la convocatoria del 8M y acusa al PP y a Vox de buscar un objetivo mayor, atacar al feminismo, más que de conocer la verdad “científica” de lo que ha pasado con la expansión del virus. “Hay un punto de inhumanidad en cuestionar si se hubieran tomado las mismas decisiones si se hubiese tenido la información que ahora se tiene respecto del nivel de contagios”, se queja.

Contrapone la “responsabilidad” de Ciudadanos a la actitud de PP y Vox durante las últimas semanas. Pero niega que el apoyo de los de Inés Arrimadas para las dos últimas votaciones del estado de alarma signifiquen vaya a significar un giro del Gobierno, como han advertido algunos de los socios de la coalición durante el debate en el Congreso.

La ministra se ha reincorporado a su actividad en las últimas semanas, después de una larga baja precisamente por la COVID-19. Reconoce errores, pero cree que solo cuando pase la crisis sanitaria podrán analizarse en profundidad. Y apunta a que el Ejecutivo está estudiando fórmulas para poner “los cuidados” en el centro de la iniciativa política de su Ministerio porque ahora es más urgente que nunca.

Sobre la vida orgánica del partido, admite errores y aguarda que en el futuro la discrepancia dentro de Podemos pueda darse de otro modo.

¿Cómo se encuentra? ¿Cómo ha pasado la enfermedad?

No he dejado de trabajar, pero tenía que mantener todas las medidas de aislamiento para no contagiar a nadie. Ha sido una experiencia como la que han vivido muchas personas, aunque desde una posición privilegiada. Es una situación difícil, porque tengo tres hijos pequeños y por que convivo con una persona que también tiene que estar al pie del cañón. Cuando se asume la responsabilidad de Gobierno uno quiere estar al mil por cien. Saber que tenía que estar en casa y que hay algunas cosas que no podía hacer no ha sido sencillo. Estoy bien, no me puedo quejar a pesar de que estoy viviendo con mis circunstancias personales: combinar el cuidado de mis hijos con trabajar.

Hoy [por el miércoles] se ha votado la prórroga del estado de alarma con el rechazo de algunos aliados del Gobierno, como ERC y Compromís. ¿Está en riesgo el Gobierno de coalición?con el rechazo de algunos aliados del Gobierno

Estamos en un momento en el que lo prioritario es salvar vidas y hacer frente a la emergencia sanitaria. Aunque hemos pasado los peores momentos, el virus se sigue contagiando y tenemos que tomar todas las precauciones posibles para evitar un repunte, salvar vidas y cuidar al conjunto de los ciudadanos y ciudadanas. Es la prioridad ahora mismo y ya sabíamos que el Parlamento tiene que dar la autorización para continuar con esas medidas, que pensamos que son las necesarias y las únicas que tienen todas las garantías democráticas. Eso obliga a estar siempre en contacto con todos los grupos y negociar con ellos.

Esta es una característica de este tiempo político. Es el Parlamento votado por los ciudadanos y ciudadanas, que han optado por más pluralidad y diversidad. Con eso tenemos que trabajar, es una característica de nuestro trabajo: pactar y negociar las cosas.

Pero, ¿qué errores se pueden estar cometiendo para perder dos apoyos que tendrían que ser accesibles, dada la composición del Congreso, como dice, y frente a una derecha muy histriónica?

Hay que distinguir la toma de posición que han tenido ERC o Compromís, que son formaciones con las que podemos encontrarnos con negociación. Hay veces que las cosas no salen y ellos han explicado sus motivos. La obligación del Gobierno es buscar los apoyos para que ese estado de alarma siga porque creemos que es la única forma que garantiza los derechos y que somos capaces de atajar la emergencia sanitaria y cuidar a los que nos cuidan.

Hay que distinguir la lógica normal de un Parlamento, que implica negociar una mayoría para sacar adelante medidas y en la que puedes cometer más errores o aciertos, de la actitud que están tomando la derecha y la extrema derecha. Ciudadanos está siendo una pequeña derecha responsable frente a una derecha y una extrema derecha que está tomando una actitud de crispación, de confrontación y de fomento del odio en un momento muy importante para España. Es una actitud muy poco patriótica. Se está viendo el efecto de confrontación que está produciendo en un momento de gran emergencia para nuestro país. Los ciudadanos pondrán a cada uno en su sitio, nuestra obligación es tenderles la mano porque entendemos que en el momento en el que estamos es especialmente importante.

Algunos de sus socios, incluso votando a favor, han advertido de un posible viraje a la derecha de Pedro Sánchez por el acuerdo con Ciudadanos. ¿Unidas Podemos teme que esto se consolide, que vaya más allá de la negociación del estado de alarma?

Lo que es incomprensible es la actitud de la extrema derecha y de un PP que se parece muchísimo a la extrema derecha. Que una fuerza de derechas como Ciudadanos sea responsable y apoye, no al Gobierno, sino el estado de alarma como mecanismo constitucional que garantiza derechos fundamentales y luchar contra la emergencia sanitaria, incluso aunque tengamos discrepancias y no pudiéramos gobernar juntos, es lo razonable. Es lo que estamos viendo en nuestro entorno, una oposición que entiende que es el momento de estar unidos y eso no hace que dejemos de tener diferencias políticas. Lo razonable es que exista una derecha sensata. Lo que no es entendible es lo que tenemos. Son capaces de cualquier cosa con tal de buscar la crispación, el enfrentamiento y el odio incluso en un momento como este.

Sánchez ha dicho que su intención es aguantar toda la legislatura. Si se rompen los puentes, o quedan muy deteriorados con los aliados de la investidura, ¿cómo se va a poder gobernar la reconstrucción sin ERC o Compromís?

Un Gobierno de coalición como el nuestro, que no tiene mayoría absoluta, necesita a otros grupos para tener un apoyo parlamentario estable a la hora de desarrollar el programa de gobierno. Y siempre tiene que cuidar esa mayoría. No es algo sencillo. En España hemos tenido más épocas de gobiernos con mayoría absoluta que con esta diversidad y lo tenemos que aprender. Ya antes de la crisis sabíamos que gobernábamos en coalición y necesitando a más grupos.

Pero no solo hay que hablar de grupos parlamentarios o de las personas que negocian, sino del programa de gobierno, que es lo que justifica los apoyos y las confrontaciones. Y ahí yo creo que el acuerdo de gobierno entre el PSOE y Unidas Podemos tiene más vigencia ahora que nunca. El acuerdo pretendía ampliar los derechos sociales, fortalecer y construir esa cuarta pata del estado social que tiene que ver con el derecho a poner la vida en el centro, a que las políticas públicas tengan en cuenta los cuidados y a avanzar en políticas de Igualdad o de lucha contra el cambio climático. Ese programa marca las líneas para salir de la crisis de una forma justa en lo social y dinámica en lo económico.

Muchas de las propuestas que Unidas Podemos siempre ha defendido y que están en el programa de gobierno ahora son un consenso incluso para destacados miembros de la derecha, como Luis de Guindos. Una buena guía para construir, consolidar y cuidar de la mayoría es el acuerdo de gobierno que, con todas las cosas que se puede enriquecer, tiene más vigencia que nunca para ayudar a salir de esta crisis.

España es uno de los países que tiene peores números de la pandemia. Más allá de discutir las cifras y el ránking, ¿qué balance hace de la gestión de la crisis sanitaria?

Todavía seguimos en el momento de actuar. Aunque hemos pasado los peores momentos, ese pico de contagios, estamos todavía en una situación de emergencia sanitaria. Por eso creemos que lo mejor es seguir en un estado de alarma con diferentes formulaciones en función del territorio. Yo no soy especialista y me corresponde más escuchar que opinar. Cuando pase el momento de actuar, o de sólo actuar, vamos a tener mucha más capacidad, con la serenidad que da no tener que dedicar todas las horas de tu tiempo a combatir esa emergencia, a ver los aciertos y los errores.

En todo caso, tenemos que ser muy autocríticos y muy humildes. Nos hemos enfrentado a una pandemia desconocida, no solo para España sino para el mundo entero. Creo que fuimos uno de los países que primero actuó con medidas más fuertes para frenar esa pandemia. En otros países hay repuntes, tenemos que ser muy humildes todavía.

Cuando pase la emergencia los expertos tendrán la oportunidad de analizar cuáles han sido los aciertos y los errores. Pero creo que hemos hecho lo correcto, haciendo caso a lo que han hecho los expertos sanitarios. Y no hemos olvidado en la emergencia sanitaria, que implica una emergencia económica y social, que no teníamos que esperar para intervenir después. Había que crear un escudo social para que esta crisis no se cargase sobre los hombros de las personas más vulnerables, como la anterior. Creo que eso, humildemente, lo hemos hecho bien, dentro de todos los errores que hayamos podido cometer, los que podamos seguir cometiendo y todas las cosas que, sin ser errores, se podían haber hecho diferente o mejor.

La derecha ha dirigido sus principales ataques contra la movilización del 8 de marzo. Han dado a entender que hubo una decisión política para mantener la convocatoria pese a los datos de la pandemia. ¿Fue así? ¿Hubo una decisión política para mantener el 8M ocultando información o datos a la población?

Creo que hay un interés ideológico que preexiste a la crisis de la COVID-19. El feminismo es un objetivo a batir por parte de la extrema derecha y de la derecha desde el principio y creo que lo seguirá siendo después. Cuando solo se señala al 8 de marzo, en lugar de al conjunto de eventos culturales, deportivos o al acto en Vistalegre que organizó Vox, no hay un interés científico, ni siquiera es honesto porque no están buscando entender cómo se pudo extender el virus en España. Ahora los expertos nos dicen que ya llevaba semanas propagando y contagiándose sin que los supiéramos.

Una de las cosas que el Ministerio de Sanidad y los expertos hicieron desde el primer minuto fue ser muy transparentes con la información disponible. Ya entonces el doctor [Fernando] Simón comparecía de forma habitual en los medios y entre otras cuestiones se preguntó por la asistencia o no al 8M.

Hay un punto de inhumanidad en cuestionar que si se hubiese tenido la información que ahora se tiene respecto del nivel de contagios que se estaban produciendo se hubieran tomado decisiones diferentes. Personas como Simón están poniendo la cara desde el principio en un ejercicio de transparencia importante y necesario que no hemos visto en otros gobiernos.

Lo que tiene la derecha es un interés que no es científico, no quieren conocer cómo se contagió la mayoría de la gente. Tienen un interés puramente ideológico, poner al feminismo y a las mujeres en el centro de la diana, entre otras cosas, para que su modelo político, económico y social funcione.

Sabiendo lo que saben hoy. ¿Hubieran actuado igual?

Es evidente que se hubieran tomado decisiones diferentes.

Hablábamos de la necesidad de superar la crisis sanitaria primero. Todo el mundo asume que, después, vendrá una fuerte crisis económica que afectará a toda Europa. ¿Temen que llegue el momento en el que el Gobierno tenga que asumir recortes en inversión social, Sanidad, Educación,..?

Yo ya pensaba antes de estar en el Gobierno que hacer o no recortes es una decisión política, no una obligación. En política siempre se están tomando decisiones, más cuando gobiernas. Gobernar es eso, tomar decisiones. Y los recortes nunca van a ser una obligación, serán una opción política. Y este Gobierno va a ser muy consciente no solo de que los recortes, hacer pequeño lo común, siempre perjudica a los más vulnerables. Sino de que, como evidenció la crisis anterior, los recortes son ineficientes económicamente,

Los recortes de la década anterior sirvieron para hacer muy pequeños los servicios públicos, lo que ha afectado especialmente a las mujeres. Cuando se recorta en Sanidad y Dependencia, quienes lo asumen sobre sus hombros suelen ser las mujeres y especialmente las más precarias, con peores trabajos, familias monoparentales, trabajadoras del hogar o en situación irregular. Y que hacen tareas, no son empleos, que en esta crisis se han demostrado esenciales.

Eso se ha demostrado ineficaz a nivel económico. Por eso ahora solo la extrema derecha, aquellos a los que lo común les importa un bledo por decirlo de manera elocuente, defienden cosas parecidas. Muchas de aquellas personas que defendieron las políticas austericidas ahora defienden lo contrario, como el señor Toni Roldán que defiende un Ingreso Mínimo Vital que cuando Unidas Podemos lo planteaba nos decían de todo.

Estos días se celebra la III Asamblea Ciudadana. ¿Qué proyecto presenta la candidatura que encabezan Pablo Iglesias y usted? ¿Qué idea de Podemos tienen para el siguiente mandato?

Estamos celebrando un congreso en una situación excepcional. Para quienes sienten Podemos y creen en este proyecto, no es fácil ver cómo nos enfrentamos a una Asamblea en la que no vamos a poder abrazarnos ni encontrarnos de forma multitudinaria. Para debatir, pero también para compartir momentos de emoción, ilusión y comunidad, que son muy importantes para la gente que entrega mucho tiempo y esfuerzo, en la mayoría de ocasiones sin cobrar nada.

En seis años de andadura de proyecto, fijaos si hemos cometido errores, hemos sido golpeados incluso con unas cloacas del Estado que han puesto todas sus fuerzas en acabar con Pablo Iglesias y una fuerza política que ha llegado a formar parte del Gobierno de España sin pedir un euro a las grandes entidades financieras de este país. Pero hemos hecho muchas cosas que muchas veces, mucha gente, nos ha dicho que eran imposibles. Y juntas, codo a codo, hemos conseguido hacer posible lo que parecía imposible, como que una fuerza política que tiene su sentido y su origen en el 15M, no solo ha hecho una gran labor parlamentaria sino que lo ha llevado al Gobierno. Y pongo de ejemplo a la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, o al vicepresidente, Pablo Iglesias.

La etapa que tenemos por delante debe consolidar a Podemos como una formación de Gobierno y que demuestre que se puede gobernar de otra manera. Creo que en estos meses, con toda su dificultad y su intensidad, están demostrando que se puede gobernar de otra manera con una ministra de Trabajo que lo primero que hace es garantizar que hay ERTE para que la gente tenga dinero en su cuenta corriente. O que se prohíben los desahucios y se establecen moratorias para el pago de alquileres. O que se prohíben los cortes de suministros para que ninguna persona por no poder pagar se tenga que quedar sin luz, sin agua o sin gas.

Pero para ser una fuerza de Gobierno hay que tener mil pies en las calles junto a la gente, los vecinos y las vecinas, en cada barrio y en cada pueblo. Más en un contexto como este, en el que las redes de organización vecinal y popular van a ser fundamentales para llegar donde las instituciones no llegan.

Estoy orgullosa de presentarme con un equipo que siempre ha estado al pie del cañón. Incluso cuando nadie confiaba en que lo que proponíamos era posible.

Con su presencia en el Gobierno de coalición, y con la capacidad que tiene la acción de Gobierno de comerse la acción de los partidos, parece que el partido ha pasado a un segundo plano, ¿cómo se hace para evitar esto?

La crisis sanitaria ha llegado muy poco después de que este Gobierno se conformase, pero no creo que la acción de gobierno esté de alguna manera tapando ese trabajo del partido, cotidiano de la militancia. Creo que la crisis y la emergencia sanitaria lo han devorado todo, está en el centro del discurso público, del interés mediático y del interés de la vida de las personas. Es ahora mismo lo central en la vida de la gente, también de nuestra militancia.

Lo veo más como un posible riesgo que como algo que se haya visto. Esto nos ha pillado muy poco tiempo después de entrar el Gobierno y sin haber probado cómo es esa relación entre lo que tiene que ver con la acción de Gobierno, muy institucional, y lo que tiene que ver con la sociedad civil y la militancia.

Comparto que es una cuestión que todas las formaciones políticas tienen que equilibrar, tienen que buscar las maneras de buscar sinergias, pero creo que en Podemos hay muchas personas que llevan mucho tiempo dejándose la piel en tareas específicas de cuidados y de construcción de la organización. Siempre ha sido el gran reto pendiente de Podemos, porque hemos tenido que correr mucho para poder demostrar en seis años que somos una fuerza de Gobierno. Esa sigue siendo una gran tarea pendiente. Pero estoy pensando en compañeros como Rafa Mayoral, como Ana Marcello o como Alberto Rodríguez, que llevan mucho tiempo dejándose la piel y creen firmemente que somos todas militantes, con unas tareas u otras, institucional o de gobierno, o de círculo, o en el trabajo con la sociedad civil. Eso es algo positivo de Podemos, que nos vemos todos como parte de una tarea común.

En esta Asamblea no van a tener la oposición de Anticapitalistas, tampoco de Íñigo Errejón. ¿Es hoy Podemos un proyecto menos plural que en 2014? ¿Qué le diría a la gente que sostiene que en Podemos se han quedado solo Pablo Iglesias y los leales a su equipo?la oposición de Anticapitalistas, tampoco de Íñigo Errejón

Creo que es un error de nuestro tiempo pensar que la única forma de diferir es la confrontación y más aquella tan encarnizada, y más como la que hemos vivido. No lo digo como algo ajeno a mí, yo también creo que he cometido muchos errores a lo largo de estos años en ese aspecto. Creo que pensar que la única forma de diferir es que exista una confrontación y estar más centrados en la vida interna del partido que en los objetivos políticos es un error.

En la lista que presentamos al Consejo Ciudadano hay gente que viene de posiciones muy diferentes, de haber sentido afinidad por compañeros muy diferentes, incluso de haber sentido afinidad por compañeros que ya no están, y otros que han estado en los círculos de confianza de Pablo Iglesias. Y creo que una cosa que puede ser positiva de esta etapa es que aprendamos a discrepar y a llegar a acuerdos incluso entre quienes pensamos diferente, pero sin necesidad de que eso se convierta en una confrontación que distraiga al partido, que desilusione a la militancia y que, de alguna manera, nos hace estar como estuvimos en algunos momentos más pendientes de nuestros propios procesos internos que de los objetivos por los que habíamos nacido.

Sí creo que existe esa pluralidad, lo que creo es que la experiencia tan intensa de los últimos años entre los buenos aprendizajes que nos ha traído es que tenemos que trabajar juntos para que diferir y pensar diferente no se concrete en lo que en algunos momentos fue, porque eso la militancia no lo quiere, hay que recordar Vistalegre II con ese grito de “unidad”. Podemos pensar diferente pero al final tenemos que estar unidas.

En una entrevista en eldiario.es Iñigo Errejón decía que el actual Gobierno necesita que haya tensión fuera, ajena, que no venga solo de la derecha, sino de la parte que podría considerarse sociológicamente afín al Gobierno o incluso a Podemos. ¿Lo comparte?

Es una de las señas de identidad del Gobierno de Podemos y, al menos, de lo que yo he pensado y pensaré siempre. Yo creo que este es un Gobierno transformador, progresista, consciente de que España tiene y hace muchas cosas bien, pero tenemos muchas cosas que mejorar para ser un país más justo, con más justicia social, para ser un país en el que haya más feminismo, para que las mujeres no sean las que asumen los trabajos con más tasas de temporalidad, de precariedad, o las que asumen la mayor parte de la carga de los cuidados. Y ese tipo de transformaciones tan profundas, que llegan a la raíz de cómo nos organizamos, como en el mundo laboral, esas transformaciones no las puede hacer un Gobierno solo. Si no hay una sociedad civil organizada que está planteando muchas veces el camino, eso también es la esencia del 15M: “Oigan, no por el hecho de estar en el Gobierno ustedes tiene siempre las mejores idea”. Pues claro, a veces las mejores ideas vienen de los especialistas, a veces vienen de la gente que viene de la sociedad civil y le ha dedicado tiempo a pensarlo, porque está viendo las cosas desde otra perspectiva fuera de la institución, y por tanto puede enriquecer y aportar.

Creo que veníamos de unas décadas en las que cada vez la política institucional y en concreto la acción de Gobierno estaba más separada de la sociedad civil. Creo que eso explosionó con el 15M, que dijo “la sociedad civil está aquí presente” y yo creo que es evidente que este ciclo político y más formando parte de un Gobierno de progreso, y más como miembro de de Unidas Podemos, lo pienso así y creo que es tarea nuestra también decirle a todo el mundo “oiga, las transformaciones profundas que requiere nuestro país exigen no solamente que ustedes elijan buenos gobernantes, exigen también que todos y todas asumamos nuestra responsabilidad ciudadana, cívica, de organizarnos con nuestros vecinos y vecinas para acometer esas transformaciones. Es que yo no entiendo cómo un país puede transformarse en un sentido democratizado si no es con la sociedad civil. Y eso a veces genera tensiones con el Gobierno, no siempre es armonía, pero es que eso es la base de la democracia.

Ha hablado mucho de cuidados y de hacer una sociedad más feminista, pero la emergencia sanitaria ha hecho que las familias están asumiendo todas las tareas de cuidados mientras siguen trabajando. Los primeros estudios hablan ya de un aumento de la brecha de género. ¿Qué medidas va a poner en marcha un Gobierno que se define como feminista para que esta situación no se solucione a costa del empleo y la autonomía de las mujeres?

Los cuidados han emergido con mucha rotundidad como un eje central del desarrollo de nuestra sociedad, también como un vector económico. Existían como base indiscutible para que se nuestra sociedad funcionara pero sin embargo tanto las políticas públicas como nuestra organización social y laboral son completamente ciegas a ellos, están diseñadas como si los cuidados no existieran. Nos hemos dado cuenta de algo que el movimiento feminista lleva mucho tiempo diciendo, que es que los cuidados son un vector de la sociedad y no se puede seguir haciendo políticas como si no existieran.

A partir de ahí, este Gobierno es consciente de la situación en la que están ahora mismo especialmente las mujeres. Pienso sobre todo en las familias monoparentales, en las trabajadoras del hogar y de servicios esenciales, trabajos invisibles hasta ahora, fatal remunerados... Somos conscientes de la situación de rabia, de enfado, de estrés y ansiedad incluso y de que hay que actuar sobre ello. El Gobierno lleva semanas trabajando en diferentes propuestas. No es sencillo, tenemos que ser capaces de implementar medidas que en el corto plazo alivien la situación de las mujeres sin que eso suponga su expulsión del mercado laboral y a la vez pensando que deberían ser medidas que nos ayuden también a construir unas políticas públicas para organizar socialmente los cuidados. Estamos en ello, comprometidas con tomar medidas en el corto plazo porque sabemos que es urgente para miles de mujeres en este país, pero no es sencillo porque toda la organización social ha hecho hasta ahora como si esos cuidados no existieran.

El anuncio de la ministra de Educación sobre el próximo curso escolar causó mucha inquietud. ¿Tiene el Gobierno en cuenta la conciliación en sus decisiones y anuncios?, ¿no puede resultar incoherente hablar de cuidados pero hacer anuncios por separado que no parecen tenerlos en cuenta o no debería tenerse en cuenta la perspectiva de género en todas estas políticas?

Totalmente. Y creo que si no estuviésemos en una situación de emergencia en la que estamos actuando a máxima velocidad para dar respuesta a todas las situaciones, la planificación tendría que contemplar todos esos aspectos. La cuestión es que estamos en gran emergencia y a veces no estamos siendo capaces de coordinar el momento que empezamos a impulsar diferentes medidas. Con todo y con eso creo que este Gobierno ha hecho cosas que no se habían hecho antes. Por ejemplo, el Ministerio de Trabajo impulsó el Plan Me Cuida, que permite por primera vez que los trabajadores y trabajadoras puedan reorganizar sus jornadas de trabajo o reducir sus jornada, es verdad que con reducciones de sueldo. ¿Es insuficiente? Completamente, pero no se había hecho antes y puede estar ayudando a muchísimas personas a compatibilizar el cuidado con la vida laboral. Sé que es insuficiente, especialmente para las mujeres que no pueden permitirse una reducción salarial ni de media hora, y por eso estamos trabajando duro para pensar medidas. .

Algunas de las propuestas que se han lanzando y que se aplican en otros países van encaminadas a una reducción de la jornada laboral, por ejemplo. Ha mencionado la labor del ministerio de Trabajo y el pacto con los agentes sociales, ¿es el momento de que esos pactos incluyan también estas propuestas?

Nosotras estamos haciendo un trabajo intensivo viendo qué están haciendo otros países y hay algunos que han implantado medidas como la que comenta y que desde el sector feminista también se plantea como una medida para que la vida tenga sentido. Creo que es justo el debate que hemos de tener. También soy honesta: creo que no vamos a poder plantear medidas que resuelvan los cuidados por completo, porque estaban tan fuera de las políticas públicas que a corto plazo lo que vamos a poder es aliviar la situación de mucha gente, especialmente de las mujeres y con las mirada puesta en las más vulnerables. Pero para que las mujeres dejemos de ser las que más cuidamos y los cuidados se conviertan en un vector de desarrollo social, democrático y económico, -porque pueden ser un ámbito también de reconversión económico importante- el corto plazo no va a bastar. En esa comisión de reconstrucción creo que es uno de los ejes del debate que tenemos que tener. Si queremos hacer políticas públicas de cuidado tenemos que pensar en los ejes vertebradores de nuestra sociedad, desde la educación, la sanidad, la dependencia, la atención a nuestros mayores y también la cultura y el mercado de trabajo y, por tanto, todos los agentes sociales tienen que estar representados en ese debate de largo alcance.

Sobre el ingreso mínimo vital, ¿podrán entones beneficiarse las mujeres víctimas de trata y en situación de prostitución?, ¿en qué condiciones?, ¿serán las empleadas domésticas que trabajaban en la economía informal otro de los colectivos que pueda acceder a la prestación?

Estamos trabajando en ello con la Vicepresidencia Segunda y con el Ministro de Inclusión. Nosotras somos muy claras, creemos que el ingreso mínimo tiene que tener una clara perspectiva feminista y que por tanto sirva para aliviar la situación de las mujeres más vulnerables, como muchas familias monoparentales, muchas en situación de exclusión social, o las empleadas domésticas. Hay otro colectivo de mujeres en situación muy vulnerable y cuya vulnerabilidad se ha agravado de una forma bestial en esta crisis, que es el de las mujeres en situación de trata, explotadas sexualmente y en contextos de prostitución y creemos que el ingreso mínimo tiene que servir para dar respuesta a su situación. No basta solo con eso. Creo que hacen falta otras medidas legislativas que no creo que deban quedar relegadas, al contrario, son más importantes que nunca, como la Ley de Trata que planteábamos en el acuerdo de Gobierno. También es la primera vez que ante una emergencia hay un plan de contingencia para que la protección llegue a las víctimas de violencia de género, pero también a las que sufren explotación social. Hay una vía con las comunidades autónomas y con las organizaciones que trabajan con ellas para identificar a estas mujeres con efectos socio-asistenciales y que puedan recibir apoyo incluso aunque no hayan puesto denuncia.

Hay cifras preocupantes que muestran un aumento significativo de llamadas a la línea 016. ¿Tiene el Ministerio datos para afirmar que la violencia de género está creciendo durante el confinamiento?

Todos los organismos internacionales dicen que no solamente en esta crisis sino en situaciones de emergencia similares a esta, la violencia de género se recrudece y aumenta. Los datos que tenemos es que las denuncias en algunas comunidades autónomas bajan y nosotras nos lo explicamos con diferentes motivos. Puede que haya mujeres que ni siquiera saben que pueden acudir a denunciar o porque en una situación de incertidumbre siguen aguantando. Puede ser una forma que ellas ven de protegerse a sí mismas o de proteger a sus hijos, no dar esa noticia de que quieren marcharse y que supone un incremento del riesgo. Cuando vemos que en muchos sitios el número de denuncias baja pero que las llamadas al 016 aumentan de una forma completamente desproporcionada, lo que deducimos es que esas situaciones de violencia de género se están recrudeciendo. Por eso, la delegada del Gobierno para la Violencia de Género [Victoria Rosell] plantea junto con el Ministerio de Justicia poner medios porque pensamos que cuando se vaya dando la desescalada puede haber un aluvión de denuncias y queremos que todos los agentes implicados en ese proceso estén preparados. Es la hipótesis con la que trabajamos, veremos si es cierta o no. Intentamos que los teléfonos de ayuda lleguen a las mujeres, que sepan que no hay confinamiento que valga si se encuentran en riesgo ellas o sus hijos, que salgan a la calle y que pidan ayuda, que escriban al Whatsapp que se ha habilitado para ello en estas semanas, que cuenten con las instituciones y con la sociedad española y que sepan que no están solas.

¿En qué situación se encuentran los recursos de acogida y emergencia? El plan de contingencia contemplaba el uso de hoteles y parece que algunas comunidades sí han utilizado de esa posibilidad. ¿Eso quiere decir que los servicios están desbordados, que están llegando más mujeres?

Tenemos un contacto fluido con las autonomías a través de la conferencia sectorial, una de ellas que presidí yo misma, para efectuar el reparto de los fondos, y eso es importante porque la competencia es autonómica y municipal en según qué casos y es importante la coordinación. No tenemos los datos de todas las comunidades pero sí sabemos que algunas han hecho uso de recursos adicionales, otras nos han informado de que con los recursos que tienen -con mayor o menor ocupación que en otros momentos- han podido salir adelante. Castila-La Mancha, Galicia o Cantabria sí han hecho uso de esos recursos adicionales que se habilitaron a través del Real Decreto y Murcia, por ejemplo, también, para el caso de mujeres víctimas de trata con fines de explotación sexual. Creo que la coordinación está funcionando y que estamos haciendo todo lo que humanamente podemos y aún así, se lo dije a todos los grupos políticos, tenemos que estar en contacto con todas las organizaciones de la sociedad civil, nos hemos reunido con el Foro Social contra la trata, porque creemos que a veces se nos pueden pasar cosas. Es nuestra responsabilidad que eso no pase, pero si alguien tiene una propuesta de mejora, siempre vamos a estar a su disposición para que a las víctimas les llegue la ayuda.

Antes de esta emergencia se iniciaron los trámites para la ley del 'solo sí es sí', el Ministerio tenía pensado presentar antes del verano la ley LGTBI y hablaba también de la ley de trata, pero la emergencia cambia el panorama. ¿Hay riesgo de que haya un retroceso en los derechos de las mujeres y de los colectivos LGTBI?

Quiero lanzar un mensaje muy rotundo: el ministerio se está preparando para afrontar una nueva etapa en la que nuestra obligación es participar en todos los momentos del proceso de reconstrucción y hacer frente a la emergencia sanitaria, económica y social, para que no sean las mujeres las que asuman sobre sus hombros el peso de la crisis. Ni las mujeres ni los colectivos vulnerables, y pienso en las personas LGTBI pero también en colectivos racializados. El Ministerio se está preparando para esa nueva tarea que no conocíamos, pero eso no va a suponer dejar de lado los objetivos que nos habíamos marcado en el programa de Gobierno y no lo va a ser por una razón muy sencilla: si antes era urgente legislar y hacer políticas públicas para ayudar a hacer desaparecer y erradicar situaciones de violencia y discriminación, esas situaciones se han agudizado en su mayoría como consecuencia de esta crisis y, por tanto, si no hacemos esas políticas públicas con más urgencia para evitarlo saldremos de esta crisis de nuevo con más daño para esos colectivos más vulnerables y eso es lo que creo que este gobierno tiene la voluntad firme de no permitir. Para eso vamos a trabajar.

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