365 días después de las elecciones generales que llevaron a Unidos Podemos a ser la tercera fuerza política de España, el autodenominado “espacio político del cambio” está estancado. La construcción de un sujeto orgánico superador, teorizada por sus dos principales integrantes, Podemos e IU, no avanza. La constatación de que, de momento, Unidos Podemos no pasará de ser una alianza electoral ha llevado a IU a replantearse su estrategia para intentar convertirse de verdad en una pata más de la confluencia del grupo parlamentario. Confederarse con Podemos para ganar visibilidad, pero no solo.
Este giro, ratificado el fin de semana por el máximo órgano de dirección de IU, se basa ya en dos cuestiones concretas: la independencia parlamentaria y la apuesta por una relación directa (y distinta) con el PSOE de Pedro Sánchez.
Desde el arranque de la legislatura IU tenía asumido que el liderazgo del grupo correspondía a Podemos y a Pablo Iglesias. La lista electoral del 26J ya fue la constatación de este hecho. El coordinador federal de IU, Alberto Garzón, no solo no dio la batalla por liderarla sino que aceptó, con muchas críticas internas, ir el número 5 por Madrid y no pelear por el número 3, reservado para un Íñigo Errejón que pocos meses después saltaba de la primera línea de dirección del partido.
En varios momentos desde junio de 2016, Garzón e Iglesias han coincidido en la senda que Unidos Podemos debía emprender. Dicho con palabras distintas, ambos han defendido la construcción de un “bloque histórico” o de un “movimiento político y social” que fuera más allá del entendimiento en las instituciones y de acudir a manifestaciones.
Esa vereda parece cerrada y difícil su desbroce en el corto e incluso a medio plazo. Plazos políticos. Es decir, plazos electorales.
Tras Vistalegre 2 la maquinaria se ha detenido, aunque las señales llegaron un poco antes. Desde la dirección de IU cuentan a eldiario.es. que “en diversas conversaciones se ha constatado que en el corto plazo no hay posibilidad de construir un espacio orgánico superador”.
Otro ejemplo que se señala desde IU es la ausencia de interlocución dentro del grupo confederal sobre la reunión que mantienen este martes Pablo Iglesias y el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez.
IU se ha dado de plazo hasta septiembre para debatir entre sus bases la situación actual de Unidos Podemos. El proceso asambleario, propio de IU, se cerrará en septiembre. Ahí será cuando la coalición decida cómo enfocar su relación con Podemos. Eso sí: sin intención de romper la alianza electoral, sino para “fortalecerla”. Esa cuestión, lo tienen claro en ambos lados, está fuera de discusión en este momento.
Relación directa con el PSOE
“Habrá gente de IU al otro lado de la mesa para un Gobierno alternativo”. Así respondía Alberto Garzón el pasado 19 de junio sobre la predisposición de su partido a acudir a la ronda de reuniones anunciada por el nuevo secretario general del PSOE, Pedro Sánchez.
Una semana después, el coordinador federal de IU explicaba a los periodistas del Congreso en un desayuno informativo que las relaciones de la coalición con el PSOE serán “directas”. Y añadía: “Más allá de Unidos Podemos entendemos que debe haber relación directa” entre ambas organizaciones.
Garzón, que mantiene una relación política con la nueva portavoz parlamentaria del PSOE, Margarita Robles, previo a su vuelta a la política partidista, quiere que haya una “negociación de organización a organización” en todos los ámbitos. De él directamente con Pedro Sánchez y de los secretarios de organización de ambas formaciones, Ismael González y José Luis Ábalos, respectivamente.
Garzón ha hablado con Sánchez y han quedado en verse. “Nosotros le hemos dicho que cuando tengan algo más claro. Les damos tiempo y aire”, explica el líder de IU.
Desde la dirección de IU, así lo hizo el propio Garzón con los medios que acudieron a la cita informativa este lunes, defienden que es lo habitual y que esa relación entre los dos partidos nunca se ha perdido. Pero desde que se cerró la rueda infinita de ruedas de prensa de la investidura fallida de Sánchez en la primera mitad de 2016 hasta ahora no se había vuelto a explicitar.
Una primera diferencia notable entre Podemos e IU está precisamente en cómo afrontar la vuelta de Sánchez a la Secretaría General del PSOE. Garzón no quiere participar en reuniones “sin contenido” para no generar “desidia y frustración” entre los votantes “de izquierdas”, como ocurrió en la primera parte de 2016. IU quiere huir “de la lógica efectista” de un Pedro Sánchez que no es diputado.
Confederación parlamentaria
El segundo frente inmediato que se le abre a IU es la defensa de sus iniciativas parlamentarias. En el reciente informe presentado por la dirección colegiada que encabeza Garzón ya se constata un cierto enfado por la asimilación de todo lo que ocurre en el espacio de Unidos Podemos-En Comú-En Marea con Podemos.
Aunque el documento señala la responsabilidad de los medios también se evidencia un cambio de actitud por parte de IU. Hasta ahora se restaba importancia a este hecho, se explicaba que nunca antes tantas medidas programáticas de IU se habían defendido en el Congreso y se señalaba la evidencia de que los portavoces de la coalición tienen una presencia mediática como nunca. Esto ha cambiado.
Esta semana se debatirán en el Pleno del Congreso dos iniciativas que llevan el sello de IU: una proposición de ley para despenalizar la eutanasia y otra para reformar el Reglamento de la Cámara baja.
La primera ha sido una de las banderas de IU en esta legislatura. Los trabajos los ha liderado la diputada Eva García Sempere y ya fue al Pleno hace unos meses, aunque la abstención del PSOE y Ciudadanos dio al traste con la iniciativa. Ya entonces, la mayoría de los titulares se los llevó Podemos, lo que generó mucho enfado entre los de Garzón.
Ahora, IU aprovecha que el partido de Albert Rivera lleva una propuesta sobre cuidados paliativos para una nueva ofensiva a favor de una muerte digna. Los cambios introducidos, creen, servirán para atraer al PSOE e incluso al PDeCAT.
La reforma del Reglamento del Congreso, una iniciativa árida y alejada normalmente de las necesidades de los ciudadanos, recoge también una “flexibilización” en la formación de los grupos parlamentarios.
La proposición, que cuenta con el aval del grupo al completo, tiene la cabeza puesta en la imposibilidad de que las confluencias hayan logrado un grupo propio. Pero no sólo. Garzón respondía a los periodistas el lunes: “Si IU decidiese tomar esa vía [la del grupo propio], el cauce para lograrlo estaría hecho”.