Jaume Asens, teniente alcalde de Barcelona, ha respondido al juez Baltasar Garzón de su autodefensa sobre la Operación Garzón, una serie de detenciones a independentistas catalanes vinculados a Tierra Lliure. “Tras su imagen elegíaca se esconden no pocas sombras que se combinan con aciertos”, escribe Asens, especializado, al igual que Garzón, en derechos humanos.
A finales del pasado julio Baltasar Garzón escribía un artículo en La Vanguardia titulado 'La posverdad de la CUP y Terra Lliure'. Era la respuesta a una propuesta de la CUP en el Parlament en la que, 25 años después, rechazaban las torturas por parte de la Guardia Civil que militares independentistas denunciaron en 1992, durante la llamada Operación Garzón.
La CUP, con el apoyo y la firma de Barcelona en Comú, PDECat, ERC y el concejal no adscrito Gerard Ardanuy condenaban públicamente “todo tipo de persecución policial sufrida por la militancia independentista”, y criticaban la actuación del exjuez Baltasar Garzón, “por haber faltado a la verdad diciendo que ninguno de los detenidos había denunciado torturas delante de él, cuando existen pruebas materiales de su existencia”.
Ahora, Jaume Asens contesta al exmagistrado de la Audiencia Nacional con un artículo 'La posverdad de Garzón', publicado en este diario. Le define como “juez incansable pero poco riguroso y garantista”, y le pide en reiteradas ocasiones una disculpa a las víctimas detenidas y torturadas de la Operación Garzón.
Mientras Garzón insiste en que “los nombres de otros jueces que también ordenaron detenciones en esos momentos parece que venden menos” y se defiende así de parecer el único responsable, Jaume Asens recuerda que parte de la responsabilidad recae en Garzón ya que “negó con rotundidad la existencia de las denuncias en un programa de Salvados cuando, a preguntas del periodista Jordi Évole, contestó: 'De las personas que comparecieron ante mí, ni una sola, ni una sola, denunció torturas'”.
También le culpa de “falta de interés por los detalles de lo sucedido en el interrogatorio de los detenidos”. Diecisiete de los 25 detenidos que fueron incomunicados denunciaron torturas durante sus declaraciones, algo por lo que el Tribunal Europeo de los Derechos Humanos de Estrasburgo condenó a España, por haber violado el artículo número 2 de la Convención contra la Tortura al haberse negado a investigar las denuncias por malos tratos.
Sobre el encarcelamiento y la incomunicación de cinco días que se les impuso a alguno de los detenidos, Asens alega que “contribuyó como pocos a la erosión del principio de presunción de inocencia”. Algo que, según Jaume, contrarresta con la pretensión de Garzón de “presentarse urbi et orbi como el gran defensor de los derechos humanos”.
Después de hacer un repaso a los “fallos” de Garzón, Juame Asens considera que “silenciar los ataques furibundos que recibió Garzón de quienes vieron amenazado su entramado de poder parece un error”, pero que también “seria otro desacierto querer colocar en un segundo plano las numerosas actuaciones del ex juez, marcadas por la ligereza o arbitrariedad jurídica”.