Cuatro meses después del beso que le impuso en la boca el entonces presidente de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF), Luis Rubiales, la jugadora de fútbol Jennifer Hermoso ha ofrecido su versión en la Audiencia Nacional. Ante el juez que investiga el caso, la deportista ha ratificado los hechos que expuso el pasado septiembre en la Fiscalía: que el beso fue inesperado y en ningún momento consentido y que, en las horas y días posteriores, ella y algunos de sus familiares y amigos sufrieron un atosigamiento constante por parte de Rubiales y personas de su entorno para que saliera públicamente a restar importancia a ese acto, informan a elDiario.es fuentes conocedoras del contenido de la declaración. Fue una situación que, según sus palabras, le produjo una situación de desasosiego y tristeza y que alteró su vida normal, según estas mismas fuentes.
La jugadora ejerce la acusación particular en la causa abierta en la Audiencia Nacional por presuntos delitos de agresión sexual y coacciones contra Rubiales, que dimitió de su cargo el 10 de septiembre acorralado por la suspensión de la FIFA y este proceso. El juez primero interrogó a Rubiales y, después, conforme avanzaron las pesquisas, imputó al director de la selección masculina, Albert Luque; al director de Marketing, Rubén Rivera; y al exseleccionador Jorge Vilda. A los tres últimos se les investiga por participar supuestamente en las coacciones a la futbolista y a varios de sus allegados para que justificara y aprobara públicamente un hecho que, según la jugadora, fue cometido “contra su voluntad”.
Con este interrogatorio, que se ha prologando durante más de dos horas, el caso encara su recta final. A su salida, la jugadora ha agradecido el “apoyo” recibido durante estos meses y ha afirmado que “todo queda en manos de la justicia”. Antes de esta declaración ante el juez Francisco de Jorge, la futbolista ya había dejado claro en varios pronunciamientos públicos que el beso que le impuso Rubiales tras la final del Mundial no fue consentido. Minutos después de que se produjera, expresó en un vídeo grabado en el vestuario que no le había gustado. Y en un comunicado posterior afirmó que se había sentido “vulnerable” y “víctima de una agresión” como consecuencia de “un acto impulsivo, machista, fuera de lugar” y “sin ningún tipo de consentimiento” por su parte.
Es una versión que también han apuntalado ante el juez su hermano, una amiga y cuatro jugadoras de la selección que han comparecido estos últimos meses como testigos. Estas últimas relataron en el juzgado con bastante detalle cómo fueron los momentos vividos por el equipo tras la entrega de medallas y en los días siguientes, cuando el escándalo del beso impuesto a Hermoso copaba la prensa nacional e internacional.
Por contra, Rubiales defendió ese beso como “algo natural” entre dos personas que han convivido mucho tiempo y negó haber presionado a la jugadora, según extractos de su declaración publicados por El Español. “¿Cómo le voy a pedir perdón si estábamos los dos super contentos?”, dijo durante el interrogatorio para tratar de justificar ese acto, que fue retransmitido en directo por televisiones de todo el mundo. Tras esa declaración, el juez le prohibió acercarse a menos de 200 metros de la deportista y comunicarse con ella mientras avanza la investigación. Los otros tres investigados también negaron las coacciones para convencer a Hermoso y su familia de que saliese en defensa de Rubiales en mitad del escándalo.
Fuentes del contenido de la declaración afirman que el juez ha preguntado a Hermoso por el beso y sobre si se dio cuenta de su gravedad y trascendencia conforme pasaban las horas, a los que la jugadora ha respondido de forma afirmativa. Respecto a las coacciones, son tres los “hitos” para desentrañar su posible existencia: lo ocurrido en el autobús que trasladó a las jugadoras al aeropuerto de Sídney, los hechos que tuvieron lugar dentro del avión que trajo a la comitiva de vuelta a España y lo acontecido en los días posteriores en Ibiza, donde una decena de jugadoras disfrutaron de unos días de vacaciones pagados por la RFEF.
Precisamente algunos de vídeos grabados en el autobús han formado parte de la estrategia de defensa de Rubiales ante la FIFA, a donde remitió imágenes en las que se ve a las jugadoras —Hermoso entre ellas— celebrando la victoria y haciendo algunas bromas sobre el beso forzado a la futbolista que ya había expresado en el vestuario que no le había gustado y que explicó después en un comunicado que la situación le había supuesto un “shock” por el contexto de celebración.
Ante el juez, Hermoso ha reiterado que dirigentes de la RFEF la hicieron bajar de ese autobús, donde le mostraron un comunicado exculpatorio para Rubiales que la entidad federativa acabó enviando a los medios. Según la versión de la jugadora, ella no dijo ninguna de las palabras que se le atribuyen en ese escrito —que ha dicho que no salió de ella y que tampoco comparte— y se limitó a afirmar “haced lo que queráis”.