El lunes se celebra en el Congreso la primera sesión de la comisión que investigará la financiación del PP, con la comparecencia del extesorero del partido Luis Bárcenas. La silla de Esquerra Republicana de Cataluña (ERC) la ocupará Joan Tardà, que acude a ella con una idea clara: que sirva para hacer un relato general sobre la corrupción que conecte con la impunidad del franquismo.
En esta entrevista, Tardà expresa su deseo de que quienes pasen por la comisión lo hagan para pedir perdón por haber dañado a la democracia, y por extensión a la sociedad. Admite que es un planteamiento un poco ingenuo, pero apunta que esa la única forma de provocar una catarsis que permita superar un sistema que está “esclerótico”.
Estas comisiones se pactaron al inicio de la legislatura, pero la relativa a la financiación irregular va a comenzar ahora. ¿Por qué este retraso?
Para nosotros, el hecho de que la comisión hubiese empezado antes o después es importante, porque es el reflejo de algo, pero para nosotros lo que conforma la categoría de la comisión es su alcance. En un sistema democrático como el español partimos de un pecado original, que es donde arranca nuestra tesis: la preeminencia y la consolidación en el tiempo de lo que nosotros llamamos la impunidad del franquismo perpetuada en la Transición y consolidada a lo largo de estos 40 años de democracia hace inviable cualquier tipo de cambio estructural. Puede haber cierto reformismo, pero para que eso exista tiene que haber una coincidencia de intereses por parte de los dos grandes partidos en querer hacerlo, que fuesen capaces de asumir una autocrítica suficiente como para reconocer que existe un pecado original. Este pecado original de la corrupción es el de la impunidad del franquismo.
Con lo cual, se aceptan las comisiones de investigación como un mal menor. Se asumen porque es inevitable asumir algo. Esto significa identificarse en los puntos fuertes y en los puntos débiles. Ellos saben que hay que controlarlo todo: hay que pactar los silencios y aquello que puede visualizarse, aquello con lo que puede enviarse un mensaje de que el sistema funciona. A nuestro entender, esto es absolutamente superficial, como se ha visto en la comisión de investigación de la Operación Cataluña, donde el PP y el PSOE han pactado cuando les ha convenido, a fin de mantener algunos agujeros negros.
Sobre eso, en esa comisión el PP se ha apoyado en ocasiones en el PSOE para vetar comparecencias. ¿Piensan que esa colaboración se va a trasladar a esta otra comisión o ven un cambio de actitud en los socialistas tras la victoria de Pedro Sánchez? Ahora, por ejemplo, apoyan citar a algunos comisarios.
Pero no a Villarejo y Rubalcaba. Para nosotros el cambio radical, copernicano, sería asumir que existe un problema inicial que es la impunidad de los crímenes del franquismo, que lo que hace es generar un escenario en el que la clase dominante se sienta segura para montar todo aquello que está por encima de la ley. Si los crímenes del franquismo quedaron impunes, por qué razón sectores de la clase dominante tenían que considerar que era un riesgo montar estructuras fraudulentas. Esto se ha ido consolidando a lo largo de los años: a medida que han ido consolidando la idea que la Transición ha sido modélica, ha habido más seguridad para montar una cultura de corrupción como si todo lo público no fuera propiedad de la sociedad, sino que fuera normal que se gestionase en favor de los intereses particulares.
No habrá solución hasta que no exista una verdadera catarsis, que para nosotros es una comisión de la verdad. Las sociedades que sufrieron pasados fascistas o totalitarios han cogido el ritmo de la historia de la democracia haciendo una catarsis, que ha sido o bien juzgando a los genocidas o bien creando una comisión de la verdad que permite que la sociedad se refleje ante el espejo y vea lo que era antes y lo que hay que construir.
¿Qué es más importante en el caso de Bárcenas? ¿Que reconozca el mal que han hecho a la sociedad o que pase un año en la cárcel? Esto último no me sirve de nada en absoluto.
Entonces el objetivo de la comisión no es centrarse en la financiación ilegal del PP.
El objetivo es salvar a la sociedad, salvar a la democracia. Y eso solamente es posible si existe un escenario de catarsis. Un ejemplo un poco bestia: ¿por qué en Alemania la democracia es fuerte? Porque los nietos de los nazis se avergonzaron de sus padres y sus abuelos. O conseguimos que las nuevas generaciones se avergüencen de los corruptores y de los corrompidos, o esto no tiene solución.
¿Y a esto se llega con una comisión de este tipo?
No, no tenemos confianza en las comisiones de investigación en la medida en que detrás no hay esta concepción por parte de los dos grandes partidos de lo que deberían ser estas comisiones. Se lo toman como un mal menor que hay que controlar o algo inevitable, que cambie algo para que no cambie nada.
Una comisión de la verdad no pide que el que era fascista diga que ahora se ha vuelto de izquierdas, no. Vamos a los valores: cómo y de qué manera se hace germinar nuevos valores. Y esto liga con todo, por ejemplo, por qué el rey Juan Carlos I debería haber pensado “hombre, no es legítimo que yo esconda mi fortuna”. ¿Acaso tuvo que pedir perdón por haber jurado los principios fundamentales del Movimiento? No. Estoy seguro de que si el jefe del Estado hubiese pedido perdón por su colaboración con el franquismo, solo se habría podido dar desde un estadio ético-moral que a la vez le hubiera impedido según qué actuaciones opacas.
Es decir, ¿el objetivo de la comisión es establecer un relato que comienza en el franquismo?
Es un relato inevitable. En estos últimos años, la indignación de los ciudadanos no ha sido la misma frente a la corrupción. Durante unos años a la ciudadanía no le preocupaba, era cultura popular el “si no roba este, roba el otro”, formaba parte del imaginario. ¿Por qué esta relativización de los valores de lo que es público? Esto no se hace en cuatro días, ni porque la gente seamos malos, irresponsables, sino porque se va banalizando todo. Y esta banalización viene del franquismo, cuando estaba arraigado el “no te metas en política, tú dedícate a estudiar y trabajar, para esto ya están los políticos”. A las élites esto ya les iba bien y esto se ha ido perpetuando y agravando.
Tampoco es que ahora se castigue con dureza en las urnas.
Por eso digo que el problema está enquistadísimo. Lo mejor que podía hacer Rajoy para la democracia es decir la verdad, la gran aportación que haría la derecha o la socialdemocracia española sería decir la verdad. Nosotros dijimos que no estábamos de acuerdo en que compareciesen Bárcenas y Rajoy. Lo pactaron PP y PSOE, porque nosotros dijimos que primero tenían que comparecer los buenos.
¿Quiénes son los buenos?
Profesores de ética, funcionarios abnegados, empresarios que se han arruinado porque otros empresarios han jugado con ventaja por corruptores. Es decir, primero aparecen los buenos y explican las bondades, y una vez sabemos quiénes son los buenos, luego aparecen los malos, clasificados en tres categorías: los patronos, es decir, los corruptores, luego los capataces o mayordomos, y luego los criados. Cuando has creado un marco de quiénes son los buenos, aparecen los malos y hacen la catarsis, y dicen “no, yo creo que no he hecho ningún daño a la democracia, y a las reglas de juego”, o lo contrario, que Bárcenas dijera “creo que nuestro comportamiento dinamita la democracia, es más, no lo volvería hacer, me avergüenzo, pido perdón a la sociedad”.
Sé que esto puede parecer un tanto ingenuo, pero la experiencia de las comisiones de la verdad en donde las víctimas y los verdugos se miraban a la cara, y los verdugos pedían perdón a las víctimas y salían juntas de la habitación, es la manera en la que sociedades corrompidas se recuperaban.
Aun cuando es muy difícil, creo que es lo que puede ligar a las nuevas generaciones en algo constructivo y que de alguna manera obligue a pasar cuentas a la generación de la Transición, porque no es verdad que la impunidad esté consolidada, es evidente, los medios de comunicación comprados o controlados por grupos de capital que cuando les han interesado se han convertido en corruptores, es evidente que van retroalimentando las presiones al poder judicial, a los altos funcionarios, incluso al Banco de España. Quién iba a decir que el Banco de España iba a tener un papel tan de parte en toda la crisis económica. No hay ni una sola institución de las que se consideraban troncales para el mantenimiento de la democracia, que no esté tocada por acción o por omisión.
Esta comisión se puso en marcha gracias a una mayoría alternativa que ha permitido, por ejemplo, reprobar a ministros y fiscales. Pero esa mayoría no se traslada a la aprobación de leyes ni a los presupuestos. ¿No queda la sensación de que esa mayoría alternativa no influye en la política real?
Bueno, es que el PSOE está deshojando la margarita. Esto forma parte del ADN del PSOE, forma parte de la crisis de la socialdemocracia que en cada uno de los estados adopta una faceta distinta. Por eso nosotros cuando hablamos de los socialistas siempre hablamos de 'coitus interruptus' y de oportunidades perdidas, y ahora estamos a la expectativa, aunque no somos demasiado optimistas, porque el PSOE descarta procesos constituyentes y además continúa instalado en la idea de lo que debe hacerse es reformar el sistema gracias a la alternancia. Es decir, son un partido de turno, el turno consolidado como modelo, intentando recuperar lo máximo posible el escenario del bipartidismo.
Están aceptando que ahora deberán contar con una muleta, que es Podemos, que permita un escenario parecido al que hubo cuando ellos eran hegemónicos. Esto significa no resolver los problemas en absoluto, solamente son soluciones epidérmicas que van a desquiciar a su electorado.
En el debate de la moción de censura pidieron a Pablo Iglesias que apoyase la convocatoria del referéndum, pero Xavier Domènech ha dicho que esa convocatoria es otro 9N. ¿Tienen esperanzas de atraer a los comuns?
Estamos convencidos de que todo el mundo de los comuns estarán en la movilización porque no será otro 9N, porque ese referéndum no tenía consecuencias legales. Ahora tendrá cobertura legal, con lo cual tendrá efectos jurídicos, no será solo una movilización. De hecho, Podemos en Cataluña ya ha dicho que va participar, estamos convencidos de que van a participar.
En cuanto a la participación en el referéndum, ¿hay un mínimo para considerar los resultados aceptables?
No, porque si tú eres contrario, juegas con dos cartas: con la carta del 'no' y con la de la abstención. Es evidente que también existe el sentido común, una participación baja significaría que no hay suficiente músculo para conseguir lo que se pretende.
Ahora bien, también es cierto que los ciudadanos tienen que saber que lo que salga tiene consecuencias jurídicas. Nadie podrá decir “yo no fui porque creí que esto era una charlotada”, o “yo voté sí porque creía que era una manera de presionar, no porque quiera la independencia”. No, todos los ciudadanos tendrán que saber que lo que salga tendrá consecuencias. Nosotros lo que haremos es un referéndum lo más parecido a un referéndum acordado. Por esto, no permitiremos votar a los ciudadanos que no tengan nacionalidad española, que sí votaron en el 9N, ni a los menores de 18 años.
Usted dijo en la moción de censura que, salga sí o no en el referéndum, Cataluña irá a nuevas elecciones. ¿Lo mantiene?
Sí. No me digas cuando, si al cabo de un mes o dos meses. Si gana el 'no', es evidente que habrá que convocar elecciones autonómicas, y si la gente vota 'sí', serán elecciones constituyentes, porque no estaremos todavía en la independencia. Solo estaremos en la república el día que unas elecciones constituyentes hayan dado paso a un parlamento catalán que debata y apruebe la nueva constitución, que habrá que votar en referéndum. Nosotros lo tendremos todo preparado para el proceso electoral, si aplican o no el artículo 155, si retiran competencias, si inhabilitan, pues ya actuaremos en función de lo que nos encontremos.