El Tribunal Supremo tenía pendiente el martes un asunto relacionado con el procés que no era el juicio que todos conocemos. Se trataba de la reclamación del juez Santiago Vidal al que el CGPJ negó el regreso a la carrera judicial tras cumplir la sanción de tres de años de suspensión por haber escrito un proyecto de Constitución para una Catalunya independiente.
La decisión del Supremo es que Vidal podrá volver a ejercer como juez después de presentarse al primer concurso que ofrezca una plaza de su categoría profesional. Lo único extraño es que la Fiscalía del Supremo no haya solicitado que se ponga en el edificio una placa con el nombre de Vidal como agradecimiento a los servicios prestados por él a la causa que juzga a la cúpula política de la Generalitat.
Contigo empezó todo, podría ser la inscripción más adecuada para la placa.
Hay una escena muy conocida de la serie 'The Wire' en la que Stringer Bell dirige una reunión de los capos locales de la droga para unir fuerzas y olvidar esas pequeñas diferencias profesionales que se suelen dirimir a tiro limpio en su modelo de negocio. Tras el acuerdo, Bell se acerca a un tipo que está tomando notas y que le dice que lo está haciendo para tener un acta de la reunión. “Nigg**, is you taking notes of a fucking criminal conspiracy?”, es la respuesta del gángster más 'cool' de la sala.
Santiago Vidal, por entonces senador de Esquerra, hizo mucho más que tomar notas. Las esparció en público para que todo el mundo supiera lo que él estaba haciendo. Se fue de conferencias por Catalunya en 2015 y 2016 para tranquilizar a la parroquia partidaria del procés. Todo estaba previsto para el día después de la independencia, anunciaba casi siempre con una sonrisa cómplice. Se había violado la ley para llevar a cabo la misión, pero ¿qué importaba? (más sonrisas).
“En estos momentos, y no os diré cómo lo hemos logrado porque lo hemos conseguido de manera absolutamente ilegal, tenemos todos vuestros datos tributarios”, dijo en una ocasión. “Sabemos exactamente con nombres y apellidos cuáles de los 801 jueces se quedarán y cuáles se marcharán, lo sabemos perfectamente, y sabemos cuál será la persona que, en caso de que un juez se marche el viernes a España, abrirá el lunes el juzgado”, presumió muy ufano, siempre utilizando la primera persona del plural, como si él fuera una de las personas a las que había que estar eternamente agradecido.
El paciente cero de la investigación
No hubo nadie en Esquerra que se diera cuenta de la estupidez de dejar hablar en público a un personaje tan estrambótico, alguien que estaba dando pistas al enemigo. Al final, ocurrió algo nada sorprendente. El juzgado número 13 inició una investigación sobre el procés en los primeros meses de 2017 a partir de las manifestaciones públicas de Vidal, mucho antes de que la Generalitat decidiera celebrar un referéndum. Esa instrucción facilitó buena parte de la materia prima con la que se armó la realizada después en el Tribunal Supremo y ha sido muy criticada por diversas irregularidades por los abogados defensores en el actual juicio.
En el juicio del procés, los testigos que se encuentran en una situación un poco comprometida no van por la vida como Santiago Vidal. No pueden mentir, pero deben medir lo que dicen. Algunos tuvieron que declarar ante la Guardia Civil y luego como testigos en el Juzgado número 13 y no quieren meterse en más problemas. ¿Quién puede reprochárselo?
La sesión del martes estuvo centrada en unos pocos testigos relacionados con la impresión de carteles y dípticos de la campaña de la Generalitat para el referéndum que incluía la imagen de unas vías de tren y un mensaje sobre “la capacidad de decidir”. Para la fiscalía, es la forma de sustentar la acusación de malversación.
El testigo Enrique Mary ofreció información interesante para la fiscalía. El comercial de la empresa Artyplan contó que en septiembre de 2017 recibió una llamada de Aitor Sampere, director creativo de Òmnium Cultural, que le pidió un presupuesto para la impresión de “un volumen considerable” de producto relacionado con el referéndum. Al día siguiente, le llamó Enric Vidal, diseñador gráfico y militante de ERC, que fue quien haría de intermediario del encargo y quien le facilitaría el material para su impresión.
¿Le comentó que la factura “debían girarla a la Generalitat?”, preguntó la fiscal Consuelo Madrigal. Sí, respondió el testigo. ¿Le comentó que el encargo se haría con tres empresas distintas “para reducir riesgos” por si intervenía la Guardia Civil? Sí, respondió el testigo. Era la respuesta que estaba esperando la fiscal, que quedó tan satisfecha que luego se refirió a “Aitor Vidal” sumando el nombre y apellido de dos personas distintas, quizá por la emoción del momento.
Se había tendido así un hilo que iba desde la Generalitat hasta unas empresas encargadas de imprimir carteles en favor del referéndum del 1-O pasando a través de Òmnium. Hay que precisar que en este caso los pagos –con fondos públicos– no llegaron a producirse.
Enrique Mary confirmó después a la abogada del Estado que fue Enric Vidal quien le informó que sería la Generalitat la que pagaría el encargo, no Òmnium. El importe presupuestado era de 17.250 euros. Según su versión, los carteles se imprimieron, pero no se llegaron a distribuir. Por tanto, no se llegó a emitir una factura ni a enviarla. No hubo ningún pago. La responsable de Recursos Humanos de la empresa dijo por la mañana que el cliente que aparecía en la ficha era Òmnium.
Antes de Mary, había declarado Enric Vidal al que le preguntaron sobre la persona que le había hecho el encargo y le había pasado el material que había que imprimir (el anuncio de las vías). “Un tal Toni” fue su respuesta, que no es precisamente la más concreta que se ha escuchado en este juicio. Se vieron una vez y luego mantuvieron el contacto por teléfono.
Fiscal: “Un tal Toni y ya está”.
Vidal: “Un tal Toni”.
En la causa del Juzgado número 13 de Barcelona, aparece un tal Antoni Molons, entonces secretario de Difusión de la Generalitat, cesado después por la aplicación del artículo 155 y hoy secretario de Comunicación del Gobierno catalán. En marzo de 2018, fue detenido por la Guardia Civil y puesto en libertad, y quedó imputado por los delitos de desobediencia y malversación. Está llamado a declarar en este juicio, aunque probablemente no lo haga al estar imputado en otro procedimiento.
Vidal supone que Molons es ese Toni por las informaciones que vio tiempo después en los medios de comunicación. También dejó claro que nunca cobró nada ni facturó nada ni pagó a las imprentas que habían realizado los carteles.
El fiscal Jaime Moreno intentó presionarle afirmando que él sí sabía que los carteles, que llevaban el logo de la Generalitat, eran un encargo de la Generalitat. El presidente del tribunal le cortó, porque los fiscales están para hacer preguntas en la vista, no para decir al testigo lo que debe responder. Vidal sostuvo que cuando recibió el encargo no lo sabía: “El cartel es de la Generalitat, pero yo no sé (en ese momento) que es para la Generalitat”.
El tribunal deberá valorar la credibilidad de su testimonio, así como la información facilitada por Enrique Mary. Lo que es indudable es que Enric Vidal es más inteligente que el juez Santiago Vidal. Y sin haber estudiado Derecho.