Junts y ERC, del buen rollo en Ginebra a pelearse por el templo de la sociovergencia
Cuando el secretario general de Junts, Jordi Turull, se reunió el 2 de junio en Ginebra con la republicana Marta Rovira, acordaron una tregua entre ambas formaciones con el objetivo de anteponer los pactos independentistas en ayuntamientos, consejos comarcales y diputaciones. Firmaron una paz que saltó por los aires tan pronto empezaron las negociaciones postelectorales, en las que cada partido ha hecho lo que más le ha convenido en función de sus propios intereses. En algunos casos han sido coincidentes y en otros (muchos) tanto ERC como Junts han optado por aliarse con el PSC, el gran beneficiado de la desunión independentista.
El acuerdo más relevante y finalmente fallido entre ambas formaciones era el de la ciudad de Barcelona hasta que socialistas, comuns y el PP dieron al traste con sus esperanzas. Algunos dirigentes de Junts consideran que ahora, visto con perspectiva, probablemente fue un error explicitar el pacto antes de la votación porque esto facilitó el movimiento de los populares bajo el argumento esgrimido por Feijóo de que había que evitar un gobierno secesionista en la capital catalana.
Barcelona no es una excepción en las alianzas independentistas, pero lo que es evidente es que unos y otros se han puesto de acuerdo con los socialistas allá donde les ha interesado. Un recuento realizado por el periodista Roger Tugas permite comprobar que Junts ha pactado con los socialistas en 15 de los municipios de más de 5.000 habitantes mientras que ERC ha hecho lo mismo en 11 pese a que las dos formaciones independentistas podían haber gobernado juntas.
El partido de Salvador Illa tiene motivos para estar más que satisfecho con el resultado final en estas municipales. Controla seis de cada diez ayuntamientos del área metropolitana, tres de las cuatro capitales de provincia (ganó en Girona pero no ha conseguido gobernar) y tiene la alcaldía en 16 de las 42 capitales de comarca (está pendiente Olot).
Probablemente el ejemplo que evidencia que las buenas palabras de Ginebra se quedaron en nada es el pacto entre republicanos y socialistas para hacerse con la Diputación de Lleida pese a que Junts había pasado por delante (10 diputados), ERC tiene ocho y el PSC, cuatro.
En la Diputación de Tarragona también se ha impuesto una alianza entre republicanos y socialistas. Había ganado Esquerra con nueve diputados mientras que el PSC y Junts tienen ocho cada uno. Solo en Girona se ha optado por una mayoría independentista (tanto en la Diputación como en la capital), aunque en esa provincia también se han producido pactos que han enrarecido aún más la relación entre ambas formaciones. El ejemplo más llamativo es Roses, donde PSC, Junts y una candidatura municipal han desbancado al alcalde republicano y ganador en votos el pasado 28M.
Con este panorama, y con la herida de Barcelona todavía abierta, llega la decisión definitiva: la Diputación de Barcelona. El PSC le ha ofrecido a Junts reeditar el pacto que tanto satisface a ambas partes tras una legislatura más que plácida. Pero el partido de Turull (y el de Carles Puigdemont y de Laura Borràs) aún no ha dado el sí. Incluso Trias, el principal damnificado por la jugada de los socialistas en el ayuntamiento de la capital catalana, considera que hay que repetir el acuerdo porque cree que la presidenta, la socialista Núria Marín, es de fiar (“no como Collboni”, argumenta). Pero la decisión no está tomada porque en la dirección están evaluando pros y contras. Los pros, como en todas las diputaciones, son evidentes: cargos e ingresos. Los contras, la dificultad de defender que son diferentes de ERC y que anteponen la unidad independentista.
Oriol Junqueras reclamó este martes “generosidad” a Junts, les recordó que ERC ha votado sin rechistar a Anna Erra, la nueva presidenta del Parlament, y que de cara a las generales les han propuesto pactar algunos puntos del programa. Para el partido de Turull eso no son más que palabras e insisten en que los republicanos no han tenido problema para aliarse con los socialistas donde les ha interesado.
En la Diputación de Barcelona, 17 de los 51 diputados son del PSC mientras que los posconvergentes han logrado 12 y ERC tiene 13. La alternativa a la alianza PSC-Junts que propone ERC y que ahora mismo tiene muy poca viabilidad implicaría que el diputado de Tot x Terrassa les votase y que los comuns no diesen su apoyo al PSC.
Aunque es verdad que con Junts no es fácil acertar en los pronósticos (léase su salida del Govern cuando se daba por hecho que seguirían) y que todavía no existe una posición oficial, no parece que el templo de la sociovergencia (1.242 millones anuales de presupuesto) esté en peligro.
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