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REPORTAJE

¿Qué es La Nueve a la que homenajean Manuela Carmena y la alcaldesa de París?

Combatientes republicanos españoles estuvieron en la vanguardia de la liberación de París del nazismo. Era el 24 de agosto de 1944. Miles de republicanos españoles lucharon codo con codo con soldados franceses en la resistencia frente al fascismo, después de haber combatido en España contra el franquismo –y de haber caído derrotados–.

Los republicanos españoles participaron el desfile de la victoria por las calles de París, con el general Charles de Gaulle. Pero su reconocimiento oficial, con placa incluida, no llegó hasta el 60 aniversario de la liberación de París, en agosto de 2004.

El reconocimiento de la ciudad de Madrid llega ahora: con un jardín en honor de La Nueve en el distrito de Ciudad Lineal, inaugurado este jueves por las alcaldesas de Madrid y París, Manuela Carmena y Anne Hidalgo, junto con la concejala del distrito, Yolanda Rodríguez. Al acto han anunciado su asistencia el secretario general de Podemos, Pablo Iglesias, y el diputado de Unidos Podemos por Madrid Íñigo Errejón.

El acto de este jueves constitiuye el primer homenaje oficial de la capital española a esta compañía. Y es un primer paso para poner en valor una historia “realmente increíble” que habría dado para hacer “diez o quince películas” si “hubieran sido americanos”, aseguraba a Efe la escritora Evelyn Mesquida, autora del libro La Nueve, los españoles que liberaron París (Ediciones B), y que participa en el ciclo municipal de conferencias y actos sobre La Nueve que se celebra en el Centro Cultural Príncipe de Asturias.

La Nueve nace con la derrota de la Guerra Civil, con el exilio que le siguió de muchos republicanos que dieron sus huesos en los campos de refugiados en el suroeste francés, Túnez, Argelia y Marruecos. “Les ofrecían volver a España o alistarse a la Legión Extranjera francesa”, explica Mesquida, y muchos de ellos fueron a parar a la compañía denominada La Nueve, en la que 146 de los 160 soldados eran españoles y que en 1943 se integró en la recién creada 2º División Blindada del general Leclerc, bajo el mando de la Francia Libre de Charles de Gaulle.

Aunque hubo “más de treinta nacionalidades” combatiendo el nazismo junto a los franceses, La Nueve fue el único escuadrón con “oficiales de alto rango” de nacionalidad española, y sus tanquetas tenían nombres como Ebro, Guernica, Don Quijote, Guadalajara o España cañí.

El antifascismo y la libertad, el odio al nazismo y y la experiencia militar adquirida en la Guerra Civil hicieron de La Nueve un grupo temible. Tras llegar a Normandía semanas después del desembarco estadounidense, la División Leclerc llegó a las inmediaciones de París y envió a La Nueve como avanzadilla de reconocimiento, de tal modo que, el 24 de octubre, la tanqueta Guadalajara fue la primera del ejército aliado en pisar suelo parisiense.

Sin embargo, lo que pasó la Historia fue el discurso pronunciado por De Gaulle dos días más tarde.

Tampoco quedó constancia del “verdadero héroe” de La Nueve, el protagonista de la “única foto” que se tomó del escuadrón en París, un teniente de Burriana (Castellón) llamado Amado Granel que por su “valor extraordinario” fue condecorado hasta la saciedad. A Granel le ofrecieron, incluso, ascender a general en el ejército francés, pero renunció por no querer aceptar la única condición que le impusieron: nacionalizarse francés.

A los combatientes de La Nueve el final de la Segunda Guerra Mundial les pilló en Berchtesgaden (Alemania), y es que también fueron los primeros en llegar al refugio de montaña que allí tenía Adolf Hitler, el conocido como “Nido del águila”. “Pero su guerra no había terminado”, apunta Mesquida, ya que para los exiliados, que “no habían luchado por Francia, sino por España, para poder volver”, el combate no podía acabar mientras el franquismo siguiera en pie.

No les quedó más remedio: tras nueve años de campaña militar prácticamente ininterrumpida (desde el inicio de la Guerra Civil en 1936 hasta el final de la Segunda Guerra Mundial en 1945), los integrantes de La Nueve colgaron el fusil y se quedaron “en soledad” al otro lado de los Pirineos. Por lo general, lograron “salir adelante” gracias a que, por su experiencia militar, eran “magníficos mecánicos” y, en muchos casos, encontraron acomodo en Renault, Citroën u otros gigantes del sector automovilístico.

Sin embargo, nunca consiguieron desprenderse de la sombra de la “desmemoria”, y sólo uno de los 146 soldados, el almeriense Rafael Gómez, vive hoy para ver cómo la capital de su país natal rinde tributo a su compañía. Gómez, de 97 años y residente en Estrasburgo, fue uno de tantos jóvenes arrojados a las trincheras con la mayoría de edad por cumplir, uno de tantos exiliados humillados en los campos de concentración que encontraron en La Nueve un instrumento para mantener viva su lucha por la libertad.