CRÓNICA

Leonor toda vestida de blanco en el Congreso y el abuelo lo más lejos posible

31 de octubre de 2023 13:20 h

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Prudencia. Atención. Interés genuino por todo. Sentido del humor. Serenidad. Calma. Ejemplaridad. Muy informada. Conecta con los problemas de la gente de su edad. No es un compendio de lo que han escrito los medios sobre Leonor de Borbón. Todas estas virtudes están presentes en la princesa, según uno solo de los artículos publicados estos días. Lo gracioso es que la autora se refiere en el segundo párrafo “al misterio en torno a esa joven llamada a reinar en España”. 

Para ser un misterio, saben un montón de cosas sobre ella, todas maravillosas. Está tardando el meme con Leonor vestida de Wonder Woman. Superheroína, pero con serenidad. Nada de presumir de los superpoderes ante los civiles.

Leonor llevaba un traje de chaqueta blanco en el acto en el que juró la Constitución en el día en que cumplía 18 años. Así lucía más resplandeciente. Es un poco de primero de marketing no vestirla como si fuera una anciana. La infanta Sofía iba puesta como para tomar algo en verano en plan elegante. Soy la número dos, así que no se preocupen conmigo. Yo estoy aquí para pasarlo bien y ayudar a mi hermana en lo que sea. No se le puede negar que sonríe mucho mejor que la heredera al trono.

En la retransmisión de TVE, dijeron que ese color blanco era “un claro mensaje sobre el tipo de monarquía que encarna Leonor”. Como el autor de este artículo nunca ha tenido claro lo que representan los colores, llevaba una camisa negra, pero sin mala intención.

Las funciones públicas de la monarquía son tan escasas habitualmente que en teoría da igual quien las encarne en el siglo XXI. Los precedentes de las últimas décadas en la monarquía británica revelan que eso puede ser un error dramático. Ya no hay forma de ocultar los escándalos y cada uno de ellos se pisa sobre el anterior cuando la materia prima no es de buena calidad. La última que tienen en Reino Unido es que el futuro rey no se habla con su hermano, y menos con la cuñada, y ya están generando duelos que los tabloides degustan con placer.

El único detalle subversivo que se permite Leonor es escribir con la mano izquierda. Ahora ya sabemos que es zurda, que lo mismo es la única vidilla que le ha permitido su madre.

Fue un acto el del Congreso reservado a la España oficial, diputados y senadores básicamente. El Gobierno de Madrid intentó llevarlo a la calle con pantallas y sin demasiado impacto. Al final, de lo que se trataba era de escuchar un discurso de la presidenta del Congreso, oír a la princesa un breve juramento de la Carta Magna y luego los políticos a competir a ver quién aplaude más tiempo. Fue más cutre regalar a la gente unos pastelillos de aspecto nada sabroso y eso sí con los colores de la bandera española que tendían a desteñirse.

Ni se molestaron en algo más especial que la gente pudiera guardar de recuerdo. Para ser un día “histórico”, no se estiraron mucho con el presupuesto.

Fuera del Congreso, todo era muy complicado para la gente que se ocupaba de sus historias. Por ejemplo, ir a trabajar o al médico. La zona central de Madrid había quedado blindada por la policía, que impedía a los peatones desplazarse en las inmediaciones del Congreso y más allá.

“Es la línea Maginot”, se quejaba un hombre de mediana edad. En realidad, la línea Maginot resistió mucho menos. Uno de más edad prefería quedarse con los sospechosos habituales. “Esto es culpa de Marlaska”, dijo. Como el perro de Pávlov, algunos silbaban cuando salía Pedro Sánchez en la pantalla colocada en la Puerta del Sol.

Sólo cuando el acto había comenzado, se abrieron algunas vías para que la gente pudiera atravesar el eje monárquico que atravesaba el centro.

La costumbre cuando se trata de un acto institucional es que los políticos limiten sus declaraciones al motivo que les ha convocado. En un día como el martes, eso significaba dejar el protagonismo a la princesa de Asturias y a la monarquía. Sin embargo, la derecha no está para desperdiciar ningún micrófono en su estado de angustia ante la inminente investidura de Sánchez.

Alberto Núñez Feijóo se plantó ante las cámaras para colocar su mensaje, que pasaba por criticar al Gobierno por el boicot al acto del Congreso por sus socios y llamar “foto de la rendición” a la reunión del lunes del número tres del PSOE con Carles Puigdemont en Bruselas.

Ni siquiera en un día así los dirigentes del PP reconocían que el apoyo socialista a la monarquía, más allá de los misteriosos “valores republicanos” que el PSOE dice profesar, es la garantía de que Felipe VI puede aspirar a que su hija ocupe su puesto algún día.

Con la intención de no correr más riesgos, la Casa Real y el Gobierno optaron por dejar fuera del Congreso a Juan Carlos de Borbón, con residencia en los Emiratos Árabes, que sólo podrá asistir a la celebración familiar en la Zarzuela. Sus millones amasados ilegalmente en el extranjero y sus aventuras sentimentales con mujeres que no eran su esposa estuvieron cerca de hundir la reputación de la monarquía. Como mínimo, la dejaron muy dañada. Por mucho que le duela a la derecha, proteger a Felipe y a Leonor obliga a mantenerlo lo más lejos posible.

La gran duda antes del acto era saber si algún periódico se atrevería a citar el cuento de la princesa del guisante para desmentir que Leonor, criada en el privilegio de ser miembro de la familia real, sea tan fina como para verse aquejada por cualquier incomodidad. Inevitablemente, así fue. Leonor aguantará lo que le echen, es el mensaje que nos llega desde arriba. No es tan difícil. Sólo tiene que conformarse con el dinero que le facilite el Parlamento al aprobar los presupuestos. Lo que no hizo su abuelo.