Hay fotos. El miércoles por la tarde, las cúpulas del PP y de Vox firmaron un acuerdo para garantizarse el voto de la extrema derecha a la investidura del popular Juan Moreno Bonilla como presidente de la Junta de Andalucía y de Juan Marín (Ciudadanos) como vicepresidente.
Semanas atrás, ese mismo pacto permitió, con los votos de Vox también, que Ciudadanos se hiciera con la presidencia del Parlamento andaluz.
Y el líder de ALDE, los liberales europeos, Guy Verhofstadt, tradicionalmente duro con los dirigentes populares europeos por sus veleidades derechistas, como la debilidad de Víktor Orban con el líder de la Lega, Matteo Salvini, se ha felicitado este miércoles por el acuerdo andaluz que va a llevar a Ciudadanos a su máximo poder institucional: la vicepresidencia andaluza.
En el mismo día en que ha afeado al PPE que albergue en sus filas a Orban, Verhofstadt no sólo no ha criticado el pacto andaluz con Vox, sino que ha afirmado que ni siquiera existe, como si el partido de Santiago Abascal fuera a dar sus votos gratis; como si no hubiera conseguido ya un puesto en la Mesa del Parlamento andaluz; como si la foto del miércoles del secretario de Organización del PP y del candidato a la Junta del PP con sus homónimos de Vox nunca hubiera existido.
“Se abre una oportunidad histórica para la regeneración y modernización de esa gran tierra, ¡Ganan los andaluces y todos los españoles!”, ha celebrado Verhofstadt.
Al líder de los liberales le ha respondido la jefa de la delegación socialista en el Parlamento Europeo, Iratxe García.
El propio Verhofstadt tuiteó el 2 de diciembre por la noche, con los resultados oficiales, su preocupación por el ascenso de la extrema derecha en Andalucía.
Ciudadanos es uno de los principales partidos de ALDE, hasta tal punto que fue uno de los principales artífices de la expulsión de uno de los fundadores del grupo político, el PDeCAT, a finales de octubre, por los casos de corrupción de Convergència y por sus posiciones independentistas.
El pacto con la extrema derecha andaluz no es nuevo en Europa, aunque tanto Angela Merkel en Alemania como Emmanuel Macron en Francia han renegado de él tradicionalmente.
Ya lo ensayó el liberal Charles Michel en Bélgica con el apoyo de los soberanistas flamencos del N-VA, que finalmente estalló en diciembre por el Pacto Mundial de las Migraciones. También lo había ensayado previamente Silvio Berlusconi, miembro del Partido Popular europeo, con la Liga Norte o Alianza Nacional. Del mismo modo que lo ensaya en la actualidad otra joven realidad del PPE, el austriaco Sebastian Kurz, que gobierna con la extrema derecha. Una extrema derecha que, así mismo, mantiene al borde de la repetición electoral a Suecia.
No hace tanto, a finales de septiembre, Albert Rivera, Matteo Renzi, el propio Guy Verhofstadt y el jefe del partido de Macron publicaron un manifiesto para “rescatar la UE de los Salvini y los Orbán”. Levantaban la bandera del europeísmo de una arquitectura institucional de la UE refundada como antagonista al repliegue nacionalista que reclama la extrema derecha europea creciente.
“No queremos dejar ninguna piedra sin remover”, decían: “Estamos listos para reformar los tratados si la refundación de Europa lo requiere. Estamos listos para seguir adelante a pesar de los bloqueos: todos deben poder avanzar a su propio ritmo. Juntos, queremos una Europa más fuerte, por lo que nos comunicamos con quienes desean comunicarse con nosotros en este camino. Estamos listos para superar las estructuras políticas existentes si resultan ser obstáculos. Estamos comprometidos con esta refundación de Europa se lleva a cabo por las mujeres y los hombres que representan a su país, de oeste a este, de norte a sur: los aficionados europeos, decididos a participar en este proyecto histórico, a diferencia de los otros que están contenidos ser un miembro”.
Y sostenían: “No se trata solo de superar de una vez por todas las divisiones que han caracterizado a la política europea en los últimos años y que han llevado al callejón sin salida actual; se trata de reafirmar con firmeza que todos los Orban, Le Pen, los Salvini de Europa no pueden hacer otra cosa que incriminar a la Unión, acusarla de todos los males sin proponer nada constructivo, sin siquiera acordar una respuesta única. Si quieren destruir, nuestro trabajo es proponer”.
Pero, este jueves, Verhofstadt se muestra “contento de ver a Ciudadanos en el Gobierno de Andalucía” gracias a los votos de Vox: “¡Ganan los andaluces y todos los españoles!”