Lilith Verstrynge, la tercera punta del tridente de mujeres que liderará Podemos junto a Belarra y Montero
Para el gran público puede parecer una recién llegada. Su nombre y su rostro solo han cogido vuelo en las últimas semanas, desde que dio el paso de presentarse en la lista de Pablo Iglesias en las elecciones madrileñas del pasado 4 de mayo. Pero Lilith Verstrynge (Madrid, 1992) acumula ya un par de trienios en Podemos. No puede ser de otra forma para optar a un cargo como el que asumirá oficialmente en los próximos días: secretaria de Organización. Sobre el papel será la número tres del partido, tras Ione Belarra e Irene Montero. El cargo que ha aceptado es una trituradora de personas: es la cuarta persona que lo ocupa en apenas siete años. También será la primera mujer en hacerlo. Pero todo el mundo en el partido ha visto en ella las cualidades necesarias para el puesto: discreta, ordenada, trabajadora. Y del partido, claro.
Lilith Verstrynge se fue de Madrid con 17 años a estudiar a París. Un par de años después estalló el 15M, momento en el que regresó a su ciudad natal temporalmente. Quería ver de primera mano lo que estaba ocurriendo, recuerdan personas de su entorno. La pasión por la política le viene de cuna. Su padre, Jorge Verstrynge, fue uno de los primeros secretarios generales de Alianza Popular, el conglomerado de partidos fundado por varios ministros franquistas, con Manuel Fraga a la cabeza, y que a finales de los años 80 del siglo pasado transmutó en el actual Partido Popular. Para entonces, Verstringe padre también había abandonado su ideología y se había movido hacia la izquierda y el republicanismo activo.
Por entonces Lilith Verstrynge no quería hacer política al uso, sino ser periodista, aunque ya con 14 años hiciera una suerte de pasantía en IU de la mano de Manolo Monereo. En 2014 participó en la fundación de Dispara Magazine, un pequeño fanzine nacido de las oleadas del 15M. De vuelta en París trabajó en otra revista, en la que llegó a ser jefa de la sección política y con la que actualmente mantiene todavía relación: Le Vent Se Lève. También se unió al círculo de Podemos en la capital francesa, donde asumió cada vez más responsabilidades. Un clásico en las organizaciones políticas cuando se trata de mujeres jóvenes. Y una constante en la trayectoria de Verstrynge, cuya capacidad de trabajo, dicen quienes la conocen, hace que vaya acumulando labores y tareas por las que otros pasan de puntillas.
En la capital francesa colaboró en la organización el Foro del Cambio, un evento al que acudieron algunos de los fundadores del partido. La por entonces eurodiputada Tania González le echó el ojo y le propuso hacer en el Parlamento Europeo las prácticas del máster que estaba terminando. Era septiembre de 2015 y en un primer momento dijo que no. Tras pensárselo, rectificó y aceptó.
Ese máster era en Relaciones Internacionales por la Universidad Sorbonne Nouvelle, donde también se tituló en Estudios Europeos y Relaciones Internacionales. Antes ya se había titulado en Historia por la Universidad Denis Diderot, también en París. Además, se formó en el Instituto Republicano del Servicio Público, enfocado a cuadros políticos y alto funcionariado, según la biografía comunicada por el propio partido en los últimos días.
Las prácticas en el Europarlamento duraban unos meses. Pero su trabajo destacó, y mucho, cuentan los que la trataron. Quien fuera una de sus jefas en Bruselas, la exeurodiputada Estefanía Torres, dice que “es imposible trabajar con ella y no darse cuenta” de las cualidades que tiene: “resolutiva, eficaz, minuciosa”. Al término de las prácticas, ya con las maletas listas para volver a París, Torres le ofreció acompañar a la delegación durante un viaje de rendición de cuentas de la labor parlamentaria por Asturias, su comunidad. Allí se fueron.
“A los tres días hablé con una compañera para abrir el equipo y que se quedara”, rememora Torres. “Acabó coordinando casi todas las tareas del equipo. Hacía de todo, es muy versátil”, añade. Otras personas que han trabajado con ella estos años concuerdan con esta descripción. Atiende a los “detalles pequeños”. Y “lee bien a la gente, tiene paciencia”. Cualidades sin duda que vienen bien a quien asume la Secretaría de Organización de un partido. En realidad, es complicado encontrar alguien que hable mal de ella.
El único reproche que se oye es el que critica la uniformidad que existe actualmente en la dirección de Podemos y por la que los dirigentes pertenecen todos, grosso modo, a una misma familia política. Así lo expresa una eurodiputada que trabajó con ella en su periodo en Bruselas: “Preparada, viajada, con buena formación, idiomas y don de gentes. Es suave en las formas. Simpática. Lo normal es que no tenga problemas. Además, es un cargo muy de partido”.
Con todo, el ascenso de Verstrynge a la Secretaría de Organización es contemplado por algunos veteranos de Podemos, que se asoman a su salida de la primera línea en el horizonte de 2023, como una verdadera renovación del partido, cuya ejecutiva, pendiente de confirmar por el Consejo Ciudadano, estará dominada en sus principales responsabilidades por mujeres. De hecho, las seis primeras personas de la lista con la que se impuso Ione Belarra en la IV Asamblea Ciudadana son precisamente mujeres, aunque la que será ahora número tres iba un poco más atrás, en el puesto 13. El voto de la militancia la adelantó dos casillas y la situó en el 11.
De Bruselas al CCE
En 2019 finalizó el mandato en Bruselas, pero la nueva delegación, liderada por Idoia Villanueva, contó con Lilith Verstrynge tras la durísima y complicada campaña electoral de mayo, que se celebró en medio de una creciente tensión por las negociaciones (luego fracasadas) para un Gobierno de coalición con el PSOE, y con la escisión de Más Madrid compitiendo en las autonómicas del mismo día.
Unos meses después comenzó a trabajar en el Área de Transición Ecológica de Podemos. Y en enero de 2020 recibió la llamada de Pablo Iglesias, quien la fichó para su equipo en la Vicepresidencia Segunda. Ella lo había entrevistado para su revista. El fundador de Podemos tomó buena nota de sus preguntas y de su discurso. Su labor a las órdenes del ex secretario general pasó, precisamente, por coordinar los mensajes que se daban desde los ministerios de Unidas Podemos con los del grupo parlamentario. En mayo de ese año ya formó parte de la lista de Iglesias al Consejo Ciudadano, donde asumió la responsabilidad sobre el área de Transición Ecológica, pero sin entrar a formar parte de la ejecutiva.
Durante un año y tres meses trabajó mano a mano con el secretario de Discurso y Análisis Político de Podemos, Manu Levín, y con la secretaria de Estado para la Agenda 2030, Ione Belarra, responsables políticos de la coordinación entre Gobierno y Parlamento. Otra vez su capacidad de trabajo, dicen quienes compartieron esos meses con ella, hizo el resto. Y cuando Iglesias decidió dar el paso y presentarse a las elecciones en Madrid, contó con ella.
El resultado de los comicios, mejor que el de 2019, no fue suficiente. Isabel Díaz Ayuso se garantizó una segunda legislatura corta ahora con el apoyo de Vox e Iglesias anunció aquella misma noche del 4 de mayo que dejaba completamente la política institucional y orgánica. Al día siguiente la maquinaria de Podemos se puso en marcha para elegir a la sucesora del fundador en apenas cinco semanas.
Junto a Idoia Villanueva, Verstrynge ha sido de las personas que han llevado el peso de la candidatura de Belarra y de la organización de la IV Asamblea Ciudadana. Ambas estaban llamadas a ocupar cargos importantes en la nueva dirección, al lado de otras mujeres como Irene Montero, Isa Serra, Alejandra Jacinto o Noelia Vera.
Lilith Verstrynge asumirá oficialmente desde este fin de semana una de las carteras más complicadas de cualquier partido político. Fueron muchas las personas que, medio en broma medio en serio, le dieron el pésame cuando se difundió la noticia. Tal y como relatan, a algunas de ellas les dijo que piensa mantenerse, como hasta ahora, en un segundo plano, trabajando con discreción. De hecho, en la proclamación de Belarra el pasado domingo no buscó colocarse en un lugar donde fuera captada por los fotógrafos, en el grupo de dirigentes que acompañó en el escenario a la secretaria general electa. Y eso que, como ocurre sistemáticamente con cualquier mujer joven que intenta hacer política en Podemos, en cuanto asomó la cabeza fue víctima del habitual tsunami de bulos e insidias con referencias sexuales en medios y redes sociales al que casi nunca tienen que enfrentarse los hombres.
Verstrynge afronta un reto complicadísimo en el que sus predecesores han fracasado: que Podemos eche raíces a nivel territorial. Sin presencia en municipios y comarcas es muy complicado alcanzar poder institucional en ayuntamientos, diputaciones y comunidades. De hecho, las elecciones a ese nivel son las que históricamente peor se le han dado al partido, salvo en 2015. El perfil elegido por Belarra para asumir esta responsabilidad es muy diferente de los que la cubrieron anteriormente: Sergio Pascual, destituido por Iglesias en plena guerra contra Íñigo Errejón por el control del partido, por participar en una operación para hacerse con el control del partido en Madrid; Pablo Echenique, achicharrado en las muchas broncas internas, especialmente con los Anticapitalistas de Teresa Rodríguez; y Alberto Rodríguez, quien intentó llevar su experiencia sindicalista a la negociación interna, sin mucho éxito y con una pandemia de por medio.
El modelo organizativo que su Secretaría diseñó, pero no pudo implantar, será ahora el que intente desplegar Verstrynge. El objetivo: que Podemos crezca en militancia e implantación. Tiene apenas dos años para hacerlo, antes de que se abra un nuevo ciclo electoral en el que el papel del partido dependerá, en parte, de cómo desarrolle la tarea que le ha sido encomendada.
En su discurso ante la IV Asamblea del partido, Verstrynge hizo un alegato de los principios republicanos, heredados directamente de su paso por Francia. Habló de construir una “democracia sana, libre de corrupción”, de “no engordar las cuentas de cuatro señoritos”, de lograr una “articulación entre la razón y las emociones que desembocará en una sociedad libre, republicana y laica”. “Defender los servicios sociales, a los jóvenes o la igualdad de hombres y mujeres es republicano. España ya es republicana, y solo necesita un poco más de tiempo para darse cuenta”, defendió.
También recordó uno de los mantras del Podemos fundacional: el anhelo de triunfo. “Podemos se pensó desde la victoria. No hay nada más radical que ganar”, dijo. Una apelación a los orígenes de un partido que en apenas siete años ha liquidado a casi toda una generación de jóvenes dispuestos a derribar los límites del sistema político salido de la Transición. Verstrynge será parte del relevo.
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