“Ha llegado la hora de los patriotas”: Meloni y la extrema derecha europea aspiran a “un papel decisivo” de Vox tras el 23J
La extrema derecha europea tiene el 23J marcado en rojo en su calendario. “Estoy convencida de que el resultado del 23 de julio puede contribuir a marcar un cambio de rumbo, también en la política de Europa”, señaló el jueves en un acto de Vox la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, en el que ha participado de forma telemática.
Meloni es la líder del partido ultra Fratelli D'Italia, además de presidenta de ECR (el partido de los Conservadores europeos), familia política que engloba al partido de Abascal, además de al partido gobernante polaco (los ultras de PiS, con los que Vox mantiene unas relaciones aún estrechas que con sus aliados italianos) o los búlgaros de IMRO, cuyo eurodiputado Angel Dzhambazki fue sancionado en el Parlamento Europeo por hacer el saludo fascista en el pleno de Estrasburgo.
“Es crucial que el 23 de julio se establezca una alternativa patriótica conservadora, en la que Vox juegue un papel protagonista y decisivo en la formación del nuevo gobierno nacional”, clamó Meloni en el acto de Valencia de este jueves, donde celebró la entrada de la extrema derecha española en el gobierno regional ante el fervor de los seguidores de Abascal: “Sigo vuestra campaña electoral y sé que es magnífica, con tantas plazas como esta siempre llenas de entusiasmo, de calor, de amor a la patria. También sé que está siendo una campaña difícil, envenenada en muchos sentidos, por quienes creen que pueden derrotarte con ayuda de la demonización o la exclusión de los debates. He pasado por eso. Nosotros pasamos por eso. Pero puedo decir que al final los ciudadanos siempre resultan ser más inteligentes de lo que algunos piensan y no se dejan influir”.
Meloni recordó los avances de la extrema derecha en Europa en los últimos años: “Queridos amigos, ha llegado el tiempo de los patriotas. En Italia, como en Finlandia, Suecia, Polonia y la República Checa, hemos demostrado que los patriotas podemos gobernar y contribuir al aumento de la prosperidad de su gente”.
La UE es, fundamentalmente, lo que decidan 27 gobiernos en esa mesa presidida por Charles Michel. Y de esa mesa se ha ido recientemente la sueca Magdalena Andersson y la finlandesa Sanna Marin, derrotadas por partidos conservadores aliados con la extrema derecha. Y a esa mesa también ha llegado Giorgia Meloni al frente de Italia, país del G7 y uno de los grandes europeos, en lugar de Mario Draghi, apoyado por socialdemócratas.
El mapa de la habitación en la que se decide el rumbo europeo está cambiando. Y la posible llegada de Alberto Núñez Feijóo de la mano de Abascal al gobierno de uno de los principales países progresistas de Europa tendrá consecuencias.
Así, Italia mira con muchísimo interés el 23 de julio en España, representan la primera gran encrucijada que marcará la próxima legislatura europea. Porque de esa votación dependerá el nuevo equilibrio de poder en el Consejo de la Unión Europea (el órgano que reúne a los 27 Gobiernos, presidido este semestre por España) y, sobre todo, en el Consejo Europeo (donde se sientan los 27 jefes de Estado y de Gobierno). Y porque de ese voto dependerá también el papel de Giorgia Meloni en Bruselas. Una mayoría de derechas en Madrid, construida sobre el eje PP-Vox, supondría un espaldarazo para el Ejecutivo italiano. Por el contrario, una reconfirmación del gobierno de coalición progresista acabaría agravando el aislamiento político del premier en Europa, donde sobre todo tiene la relación fluida con ultras como Viktor Orbán y Mateusz Morawiezki.
“Nunca perdáis la fe, amigos”, les decía Meloni a los militantes de Vox reunidos este jueves en Valencia: “Ni siquiera ante la injusticia o las fake news. Los españoles sois un gran pueblo y estoy segura de que todos sabrán reconocer dónde está la verdad. El lema de vuestra campaña electoral es 'Vota lo que importa', ese es el mensaje fundamental. La izquierda piensa que la realidad debe plegarse a sus utopías, pero eso no sucede, y entonces la utopía se convierte en intolerancia o abstracción. A menudo ambas cosas juntas”.
Los cambios de las sillas en la mesa del Consejo son fundamentales para priorizar o frenar políticas. Es cierto que las elecciones europeas que se celebrarán entre el 6 y el 9 de junio del próximo año dibujarán una correlación de fuerzas en el Parlamento Europeo para los próximos cinco años, y se verá si en la Cámara sigue prevaleciendo el pacto entre populares, socialistas y liberales o hay mayorías alternativas a derechas –más probable– o izquierdas –quizá menos probable.
Pero para que la maquinaria de toma de decisiones de la UE siga funcionando se necesitan dos mayorías diferentes, una en el Parlamento Europeo y otra en el Consejo. Y los que terminan teniendo la última palabra son los gobiernos en el Consejo. Es más, el acuerdo para designar a los nuevos responsables de las instituciones de la UE, tras las elecciones europeas de junio de 2024, surgirá, como siempre, en una larga cumbre de líderes en el Consejo Europeo: la presidencia de la Comisión Europea debe ser votada por el Parlamento, pero antes es nombrada por el Consejo, y para eso la correlación de fuerzas entre los 27 gobiernos de la UE es determinante: por eso es tan determinante el 23 de julio español.
Y Meloni lo tiene claro: “La izquierda europea y la internacional no pueden defender los derechos de los más débiles, de las clases trabajadoras, de los obreros, por lo que necesita nuevo mantra ideológicos. Nosotros podemos. Podemos hacerlo porque vivimos la verdad, la realidad. Pensad en el tema de la inmigración. Durante años se nos han contado como un cuento de hadas el modelo de fronteras abiertas de inmigración masiva, de crisol cultural que sustituiría a viejas reliquias del pasado, como las identidades y culturas nacionales, y generaría automáticamente integración y progreso. Eso ha resultado descaradamente falso. Y todo el mundo puede verlo hoy. Sabemos que no es una batalla fácil”.
Además, todo el colegio de comisarios está formado por personas nombradas por los respectivos gobiernos: es un espejo de la composición política del Consejo. Y al eje francoalemán que pactó el reparto actual, con Ursula von der Leyen al frente de la Comisión Europea; Michel, en el Consejo; y Christine Lagarde, en el BCE, se puede oponer un eje Roma-Madrid si gana el bloque de las derechas en España, a la espera de lo que pase en Polonia en otoño, donde gobierna el PiS, partido de la familia política de Meloni.
Según la primera ministra italiana, “los conservadores pueden desempeñar un papel decisivo para dar vuelta a la Unión Europea. Me refiero a la necesidad a la necesidad de contrarrestar ese fanatismo ultra ecologista que está llevando a la izquierda a atacar nuestro modelo económico y productivo. Quiero dejarlo claro. Defender la naturaleza forma parte de ese gran pacto entre los muertos, los vivos y los no nacidos, que es la base del pensamiento conservador, como diría Roger Scruton. Pero a lo que quieren condenarnos no es a un sano amor por la naturaleza, sino a una especie de fundamentalismo ideológico que ve al hombre como un huésped no deseado, una creación que hay que erradicar y eliminar”.
“Desde el 22 de octubre en Italia estamos trabajando duramente para defender los intereses de los italianos”, concluía Meloni: “Y estoy segura de que desde el 23 de julio también en España, con un gobierno de patriotas, con Vox, se podrá hacer lo mismo por los españoles. No tengas miedo de votar como dice vuestra conciencia, razonando con vuestra cabeza, porque cada uno de nosotros somos historia y cada uno de nosotros puede cambiarla. Contamos contigo. ¡Fuerza, Santiago! ¡Viva España! ¡Viva Italia! ¡Vivan los patriotas patriotas europeos! Viva!”
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