Todavía quedan personas en los barrios privilegiados de la capital a quienes cuesta imaginarse a Javier López Madrid compartiendo barco con el “macarra” de Francisco Granados. Más aun en un furgón de la Guardia Civil camino de la Audiencia Nacional por su presunta relación con la “organización criminal” de Ignacio González. Ambas imágenes tienen, sin embargo, un denominador común: la forma de hacer negocios de una parte de la élite empresarial española, la misma a la que hasta hace poco disponer de jet privado y haber estudiado en los mejores colegios aislaba en el imaginario popular del pago de mordidas a políticos deshonestos y tratos inconfesables con la cloaca policial.
En la biografía de Javier López Madrid pesa, además, y de eso pueden presumir muy pocos, ser amigo del jefe del Estado desde la infancia. La versión de la Casa del Rey es que esa amistad ya no existía en marzo de 2015, cuando eldiario.es desveló los mensajes de texto que el monarca y la reina Letizia enviaron al empresario en pleno escándalo de las tarjetas black. Con España escandalizada por el desfalco de los plásticos opacos, el rey reconocía que este es un país muy difícil. “¡Y tanto!”, respondía a la afirmación de López Madrid.
Esa era la versión oficial, pero filtraciones desde Zarzuela aseguraban que los mensajes de octubre de 2014 eran el preludio de una ruptura inmediata. No es verdad. Otros mensajes desvelados por este medio con posterioridad relatan un cordialísimo encuentro en el cine tres meses después. Lo que ocurrió más adelante no se puede saber porque López Madrid había logrado borrar el resto de mensajes de su iPhone cuando el terminal cayó, vía judicial, en manos de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil.
El teléfono se lo había entregado a la Guardia Civil la magistrada que investiga a la doctora Elisa Pinto por la denuncia de acoso que López Madrid había presentado contra ella, posterior a la que la mujer puso en otro juzgado contra el empresario, ésta última archivada hoy de forma provisional. Esos dos sumarios revelan la otra cara del amigo del rey. Tirando del hilo se descubrió que fue Francisco Granados quien le presentó al comisario José Manuel Villarejo.
Según la doctora, este policía la pinchó en el costado y le lanzó un mensaje de advertencia de parte del yerno de Villar Mir. El comisario lo niega y nunca ha estado imputado por esta causa. López Madrid aseguró en el juzgado que no le conocía y luego reconoció que había ido a consultarle qué hacer ante la supuesta persecución de la mujer.
A día de hoy, López Madrid atesora el difícil logro de estar imputado en dos causas de corrupción por sus vínculos con otros tantos enemigos irreconciliables del PP madrileño: Francisco Granados e Ignacio González. Como muestra del poder corruptor de un emporio como el que lidera la constructora OHL, López Madrid está acusado de ‘untar’ a Granados y financiar al PP madrileño, por una parte, y de pagar 1,4 millones en Suiza a Ignacio González. En lugar de disparar con la pólvora del rey, López Madrid pagaba en ambos casos con el dinero de su suegro, uno de los hombres más poderosos de España.
López Madrid está imputado en el caso Púnica, en la Operación Lezo, pendiente de que se resuelva el recurso contra el archivo de su causa por acoso y condenado a seis meses por las ‘tarjetas black’. Los índices de criminalidad en España sitúan en un porcentaje muy bajo a los hombres de su edad con un historial penal semejante. También en las zonas más humildes de la capital, donde solo se conoce a López Madrid de las noticias y no se puede compartir el asombro con el que los barrios altos contemplan su vertiginoso descenso a los infiernos.