Eduardo Madina pidió a José Antonio Griñán, presidente del PSOE, hablar el primero en la Ejecutiva del partido convocada para este lunes. Nunca lo había hecho. Siempre había preferido escuchar y después tomar la palabra si lo consideraba necesario. Pero, en esta ocasión, quería hacerlo. No le gustaba la propuesta de Alfredo Pérez Rubalcaba de convocar un congreso extraordinario, antes que las primarias, dirigido por la cúpula del partido.
Madina habló claro y alto, para pedir primero primarias y después congreso y, sobre todo, para denunciar que “un congreso es usurpar la decisión que debían tomar los ciudadanos en unas primarias abiertas”, tanto para definir el modelo de partido como para escoger a la persona que lo lidere.
El dirigente vasco tuvo gran apoyo en gran parte de la Ejecutiva. Pero la dirección y varios secretarios generales, especialmente Patxi López y Emiliano García Page, se opusieron.
Fuentes cercanas a Madina apuntan que el PSOE se vuelve a equivocar y que vuelve a encerrarse en un funcionamiento político del siglo XX que ya ha fracasado.
El dirigente socialista esperará unos días para decidir si acepta las reglas del juego impuestas por Rubalcaba y se presenta como candidato a la secretaría general del PSOE. Todo apunta, sin embargo, que no lo hará al no considerar el proceso como el mejor de los cauces para recuperar la confianza de los ciudadanos.
Madina dijo en la reunión interna del PSOE que el generoso gesto de Rubalcaba de irse no iba a ser bien entendido, porque al final todo lo controlarán los mil delegados socialistas que acudan al Congreso en un proceso muy controlado, donde las federaciones y, en especial, la líder andaluza, Susana Díaz, tienen todas las de ganar.
Se instala en Ferraz la convicción de que los planes de Susana Díaz pasan por un asalto a la dirección del partido. En ámbitos socialistas, hay quien opina que la operación política está dirigida y planificada por la propia Díaz, junto con Rubalcaba.
Lo cierto es que los argumentos de Madina no triunfaron, y sí la decisión que la noche del domingo ya había tomado Rubalcaba. Irse, pero controlando quién se queda. Ferraz existe, y el aparato, también. Pero el partido acaba de empezar.