Es un apasionado de la política, a la que ha dedicado casi cinco décadas de su vida. Abogado y economista de formación, José Manuel García-Margallo (Madrid, 1944) llegó a ser ministro de Asuntos Exteriores en el primer Gobierno de Mariano Rajoy, entre 2011 y 2016, tras acumular una vasta trayectoria como parlamentario. Fue diputado de la UCD en las Cortes Constituyentes y después se integró en el PP, siendo elegido diputado desde entonces en distintas legislaturas.
En 2018 trató de alcanzar la presidencia de los populares presentándose a unas primarias en las que fue eliminado en la primera vuelta que ganó su archienemiga, la exvicepresidenta del Gobierno Soraya Sáenz de Santamaría. Después, en la segunda vuelta en la que los compromisarios votaron durante un Congreso Nacional, se alió con el resto de candidatos 'perdedores' de la votación de la militancia para ir en contra de Santamaría y hacer presidente a Pablo Casado, del que dice no estar “seguro de entender siempre”.
El hoy eurodiputado recibe a eldiario.es en su domicilio, situado en uno de los barrios más exclusivos de Madrid, donde esta semana no para de dar entrevistas con motivo de la publicación de su libro, Memorias Heterodoxas. De un político de extremo centro (Península, 2020) que este miércoles presentará junto a Casado en el Congreso.
Margallo acumula en su casa numerosas obras de arte además de sus 13 medallas –como la Gran Cruz de la Orden del Mérito Civil que recibió en 1982– y una imponente bandera española. A los pies del televisor tiene varios DVD apilados. Entre ellos, el de la afamada serie política House of Cards que satiriza la ajetreada vida política norteamericana que Margallo llegó a conocer de primera mano.
En su libro de memorias hace un repaso a casi cinco décadas dedicadas a la política. ¿Coincide con su compañera de partido, la portavoz en el Congreso, Cayetana Álvarez de Toledo, que el actual es un momento político “más difícil que cuando ETA mataba”?“más difícil que cuando ETA mataba”
No. La de ahora es muy complicada, pero la situación con la que nos encontramos cuando se inició la Transición fue infinitamente más complicada. En aquel momento España estaba inmersa en una crisis económica que estalló en 1973 después de la guerra de Yom Kipur, cuando los árabes decidieron aumentar el precio del petróleo. Coincidió además con cambios demográficos que pusieron en riesgo los fundamentos del Estado del bienestar y con los inicios de la globalización. Todos los países del mundo tomaron decisiones para adaptarse a ese escenario, pero la dictadura de Franco no fue capaz de hacer esas reformas. Además, había un ejército prácticamente sublevado. Y ETA, que había empezado matando en 1968, mataba entonces más que nunca a pesar de que se habían concedido dos amnistías.
Usted ha pedido al PP que evite “que el discurso de Vox se confunda” con el del partido. ¿Cree que Casado está consiguiendo ese objetivo entrando en polémicas como la que generó su apoyo al veto parental?
La del 'pin parental' es una discusión completamente artificial. El deber natural de los padres a elegir el proyecto educativo que coincide con sus convicciones filosóficas, morales y religiosas está reconocido en la Declaración Universal de los Derechos del Hombre del año 1948. Lo que es peligroso son las declaraciones de la ministra de Educación cuando dice que los hijos no pertenecen a los padres. Es obvio que no estamos en la patria potestad romana en la que tienes el ius vitae ac necis de los hijos, pero es obvio que tienes el deber de vigilarlos o encauzarlos.
En el caso del PP, ¿no le parece que ha asumido el discurso de Vox apoyando ese llamado 'pin parental' en la Región de Murcia?
No. Cuando digo que es un debate artificial es porque cuando la Constitución recoge esa Declaración en el artículo 27, todos los decretos que establecen los currículos y todas las disposiciones complementarias tienen que respetar ese derecho. Si no se respeta es obvio que están los tribunales. Además existen los consejos escolares que vigilan ese derecho. En la comunidad autónoma en la que se estableció [el 'pin parental'] no había habido ninguna denuncia que dijese que se estaba infringiendo. Es un tema artificial que le interesó al Gobierno como le interesa cualquier tema que polarice la vida española. Su interés es que el referente sea Vox y no un partido de centro que es el que le puede desalojar. Nosotros nos enredamos en eso.
Se lo preguntaba porque parece que al PP también le interesó y entró en ello: Casado manifestó en varias ocasiones su apoyo a la medida.
Entró en ello porque Vox condicionó la aprobación de los Presupuestos a eso. No era que hubiéramos elegido nosotros el terreno de juego.
¿Cree que la LOMCE, –norma aprobada por el Gobierno del que usted formó parte y que garantiza el “desarrollo de los valores que fomenten la igualdad efectiva entre hombres y mujeres, así como la prevención de la violencia de género”– es una ley que permite el adoctrinamiento de los menores como se ha sostenido desde la extrema derecha para justificar ese 'pin parental'?
La LOMCE me pareció una magnífica ley y establecía algo absolutamente esencial son las pruebas nacionales para garantizar una homogeneización de contenidos. Es lo que estamos haciendo en Europa con Bolonia. A mí el adoctrinamiento me ha preocupado en Catalunya, no me preocupa en otros terrenos. Ahora puedes elegir el centro educativo que coincida con tu concepción del mundo y de la vida, y en la educación pública la libertad está garantizada.
¿En qué se diferencian, pues, ustedes y Vox?
Hay algo consustancial al PP que es el amor a España. Pero ellos [Vox], cuando se produce una polarización en Catalunya, canalizaron eso a su favor. Eso lleva a la confusión. ¿Que ha habido errores por nuestra parte en la cuestión catalana? Fue uno de mis grandes motivos de discrepancia [con la exvicepresidenta del Gobierno Soraya Sáenz de Santamaría] Había que haber aplicado un 155 de 24 horas para destruir papeletas y urnas y haber hecho imposible ese referéndum [el del 1-O] del que trae causa todo lo que ha venido después. Vox y el PP pertenecen a especies políticas distintas. En el libro que hizo Sánchez Dragó con Abascal, éste dice que no cree en Rousseau y que él es de Hobbes, que considera que el hombre es malo por naturaleza. Yo soy rousseauniano, creo que hay que confiar en el hombre. Cuando [el líder de Vox] habla de la historia de España termina en la Independencia [de 1808] y abjura de todo lo que ha sido la Ilustración, las luces o el liberalismo español porque recoge la herencia carlista. Luego, en la Constitución, uno de los reconocimientos básicos es el de las autonomías y regiones en los que ellos [los de Vox] no creen. En Europa estamos a años luz: yo creo que hay que avanzar en compartir soberanías para ir a los estados unidos de Europa y ellos creen que hay que recuperar soberanía. Y en la protección internacional Abascal es más crítico con la ONU.
En el libro dice que no está seguro de entender “siempre” a Casado. ¿A qué se refiere?
Eso es una broma. Cuando lo digo es porque tiene la edad de mis hijos. Como persona de otra generación tiene un planteamiento vital diferente. Procuro entender a todas las generaciones, pero no he nacido en la edad digital como Casado.
Se refiere entonces a eso y no a discrepancias políticas.
No. Cuando he tenido discrepancias políticas lo he dicho.
Cuando en el libro habla de las primarias de 2018, asegura que a Soraya Sáenz de Santamaría se le relacionaba con el centro político y a Casado con Aznar. ¿El tiempo ha dado la razón a quienes mantenían esa teoría?
Aznar puede tener un estilo muy peculiar que puede gustar o no gustar. Pero no se puede negar que fue él quien mutó Alianza Popular en el PP o quien decidió que los eurodiputados de AP pasasen de sentarse con los conservadores europeos a hacerlo con el PP europeo. Convirtió el PP en un partido de centro y lo convirtió en una alternativa real de Gobierno, que no lo era.
Lo que le preguntaba es si cree que finalmente se ha dado la razón a los que pensaban que Casado estaba vinculado a Aznar, sobre todo después de que el expresidente regresara a Génova 13 y el 'aznarismo' cope ahora los principales puestos de responsabilidad en el partido.
Que él [Casado] había trabajado con Aznar es evidente. Que hay mucha gente suya que ha trabajado con Aznar también es evidente. Pero también me parece evidente que en el PP tenemos que acoger a todo lo que esté a la derecha del PSOE y no incurrir en planteamientos que sean radicalmente opuestos a nuestros principios. Hay que hacer un gran partido anclado en el centro.
Cuando menciona las primarias de 2018, también habla del papel que mantuvo el expresidente del Gobierno. ¿Considera que Mariano Rajoy hizo campaña a favor de Soraya Sáenz de Santamaría?
Rajoy influyó todo lo que pudo en hacer campaña por Soraya. Su candidata era Soraya Sáenz de Santamaría.
¿Hizo también campaña contra Casado?
Eso no me consta.
Usted también ha asegurado que en esas primarias el presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijóo, habría sido un candidato de consenso. ¿Le ve viniéndose a Madrid en el medio plazo o cree que Casado seguirá en la presidencia del PP pase lo que pase?
No creo que en este momento sea esa la discusión. Casado es el presidente del PP, lleva muy poco tiempo, ha tenido que navegar con mar muy agitada y vientos recios y hay que dejarle un tiempo para que se consolide. Bien es verdad que estamos viviendo unos tiempos tan gaseosos que todo es posible. He visto a Sánchez prometer que iba a considerar delito la convocatoria de un referéndum ilegal y a los 15 días decir que quiere una consulta en Catalunya. O decir que no podía dormir si pactaba con Podemos y hacer vicepresidente a Iglesias y ministra a su compañera sentimental.
¿Es más moderado Feijóo que Casado?
Son estilos distintos. A Casado le conozco menos que a Feijóo. Con Feijóo me identifico mucho incluso en aquellas cuestiones por las que es más atacado por la derecha. En el tema de lenguas a Feijóo se le fustiga por que haya tenido especial sensibilidad con la lengua gallega. Las lenguas de ámbito territorial reducido son lenguas españolas que merecen toda nuestra protección, yo intenté eso en el Ministerio de Asuntos Exteriores.
¿Existe un PP más moderado que el de la dirección actual?
En un partido de amplia base tienes que tener a personas de distintas sensibilidades y que en cada tema reaccionen de forma diferente.
Una persona que se define de “extremo centro” como usted se siente cómoda, por tanto, en el PP.
Si no me sintiera cómodo no estaría en el PP. Además, creo que tiene que haber una refundación incluyendo a Ciudadanos.
Se refiere a la fallida coalición España Suma.
España Suma o la España que se reencuentra que, a su vez, podría ser la casa común de muchos socialdemócratas que no comparten la deriva de Sánchez, siempre que estemos anclados en el centro.
En esto coincide con Cayetana Álvarez de Toledo.
¿En qué?
En esta misma idea de aglutinar a PP y Ciudadanos y a “desencantados” del PSOE en un mismo proyecto político.
No sé si tenemos la misma idea o no. Pero cuando el centro derecha se quiere suicidar, se fragmenta.
¿Se siente también cómodo en el PP actual siendo un “federalista convencido”, como recalca en su libro?
Si es el federalismo cooperativo como en Alemania o EEUU donde el derecho de autodeterminación está totalmente excluido, no tengo el menor inconveniente. Si por federalismo se entiende una carcasa jurídica que rompa unidades preexistentes con derechos originarios en los que cada uno tiene derecho a largarse cuando crea conveniente no soy en absoluto federalista. De hecho, en la propuesta de reforma de la Constitución articulada que yo hice hay muchas técnicas federales como la concepción del Senado, la delimitación de competencias, la corresponsabilidad fiscal y una participación de las comunidades autónomas en las decisiones de Bruselas. Eso es federalismo. Una nación moderna tiene dos cimientos: la igualdad y la solidaridad. Lo otro es un área de libre comercio, no es una nación.
Si nos remontamos al año 2004 cuando Rajoy decidió no incluirle a usted en la dirección del PP...
Eso fue una tontería.
En el libro hace una reflexión: “Va a ser verdad que soy el amigo de copas de Rajoy, pero sin ningún peso político”. ¿Ha dejado ahora incluso de ser ese amigo de copas de Rajoy?
Yo se lo contesto porque creo en la libertad de prensa y ya sabe usted lo que decía Oscar Wilde, que “no hay preguntas impertinentes sino respuestas impertinentes”. Ha habido un enfriamiento de la relación [con Rajoy] como consecuencia de discrepancias políticas.
¿Discrepancias en las primarias de 2018?
No. Discrepancias en tres cuestiones que considero abiertas: Catalunya, Gibraltar y la reforma de las instituciones. Esas son las tres grandes discrepancias que yo hice públicas siempre. Usted puede hablar con sus compañeros. Yo jamás he hecho un off the record. Lo que he dicho, lo he firmado. Es cierto que en las primarias se acentuó el enfriamiento, pero las discrepancias son de planteamientos políticos y el momento en que son más fuertes es 2014, porque es cuando se tenían que haber hecho reformas sobre esos tres asuntos.
También dice que ve al rey actual “diferente” al anterior. ¿En qué?
Tienen personalidades completamente diferentes. Se parecen mucho en que tienen la misma pasión por España. A partir de ahí son personas diferentes. Don Juan Carlos es mucho más extrovertido que Don Felipe.